CAPITULO 6

409 37 0
                                    

Once in a lifetime, the suffering of fools.

To find our way home, has long been outgrown.

Shot At The Night - The Killers.

El universo tiene formas raras de enviarnos señales o de cambiarlo todo en cuestión de segundos. Alex nunca jamás imaginó encontrarse a su compañero de clases en aquella situación. ¿Qué hacía allí? ¿Cómo la había encontrado? ¿O era solo casualidad? No podía creerlo, tenía que ser un sueño y no se había despertado aún, es que todo era siempre tan extraño cuando él estaba cerca. Alex estaba cansada de pelear con el hijo mayor de Harry y Ginny Potter, de que le hiciera bromas, de que le metiera en problemas y de que se comportara tan extraño. Había creído que podían ser buenos amigos cuando pasaron la noche en la Casa de los Gritos, pero luego en la fiesta de despedida fue tan frío, tan distante, solo para volver a ser simpático en el tren. Había estado confundida por días respecto a cómo le hizo sentir, pero al no llegar a ninguna conclusión que le agradara decidió madurar, seguir adelante. Sin embargo, todo se vino abajo en cuestión de segundos, James estaba ahí, sentado y ofreciéndole una agradable sonrisa, pero todo lo que ella podía sentir era la señal de alerta en su cabeza y un leve cosquilleo en su estómago. Se asustó.

— James, ¿Qué haces aquí?

— Vine por un café, como todo el mundo –expresó sin quitar su sonrisa–. ¿Puedo ver el menú?

— Si, claro –respondió aún asombrada, entregándoselo–. Llámame cuando estés listo.

Se acercó al mostrador sintiéndose aturdida, con miles de preguntas en su mente, James Potter no dejaba de sorprenderla, siempre traía algo nuevo en mente, siempre se las ingeniaba para estar un paso delante de todos; para saberlo todo. A veces, Alex deseaba que fuera más como su hermano Albus, él no se entrometía en la vida de nadie, no sin ser invitado, al menos. A Alex le caía bien Albus, sentía que eran muy parecidos en cuanto a personalidad respecta. Pero James... James era una caja de sorpresas o más bien de pandora.

— ¿Quién es ese chico? –preguntó Tiffany–. Es guapo.

— ¿Qué? ¿Potter? ¿Estás loca? –exclamó, intentando quitarle importancia–. Es mi compañero de escuela.

— Oh, tu internado de niños ricos –sonrió.

Su tía les decía lo mismo a todos quienes preguntaban, Alex asistía a un colegio para jóvenes futuros líderes, hijos de personas poderosas. Aunque ella ni siquiera tenía padre o madre; ni dinero. No propio, al menos. Asintió cruzada de brazos, intrigada. Pronto, James le llamó.

— Quiero un café y una de estas cosas –apuntó a unos croissants. Alex bufo.

— Es lo mismo que el menú del día, Potter y lo que solemos comer en el colegio. ¿Me vas a decir que estás haciendo aquí?

— Oh, lo siento –dijo sonrojándose–. Mi padre nos trajo a mis hermanos y a mí a Godric's Hollow, asuntos familiares –explicó, jugando con las hojas del menú, parecía un poco nervioso–. Te vi desde la vereda de enfrente y quise pasar a decir hola; y a comer algo, claro.

— ¿Si quiera haz estado en un lugar como este antes?

— Admito que mis padres no nos llevan a muchos lugares muggles, pero no lo sé, quería saber si eras tu o no. ¿Me traerás mi comida? Tengo hambre.

— Bien, ya vuelvo.

Alex tomó el menú de regreso y le pidió a Charly que le preparara el menú del día. Se sorprendió de oír que su padre los había llevado al lugar en donde sus abuelos murieron, en donde Voldemort le dejó aquella cicatriz, un lugar de tantos horrores. El barrio quedaba a unas cuadras del café, con el pasar del tiempo se había vuelvo más... muggle. Por lo que no era seguro para los magos, sin embargo, por algún motivo, su tía Eleanor creyó que sería un excelente sitio para vivir. Claro que Alex no le contaría a James que vivía cerca, aún no sabía si creerle su historia. ¿Por qué Harry Potter no traería a todos sus hijos a tomar algo? ¿Por qué dejar solo a James?

Charly le avisó que tenía su pedido listo y ella lo acercó en una bandeja de madera. James había estado leyendo el diario, fingiendo muchísimo interés en la sección de economía, casi como si entendiera algo. Alex sonrió, intentando lucir amable.

— Bien Potter, aquí tienes. ¡Que lo disfrutes!

— ¡Espera!

— ¿Sí? –se giró, mirándole a los ojos. James pareció arrepentirse.

— Gracias.

Ella asintió y siguió con su trabajo. Mas mesas, más clientes, más música pop que Tiffany ponía descaradamente alto –no tanto–, pero si lo suficiente como para molestar a Alex. Finalmente, James se puso de pie y caminó hacía la caja, el turno de Alex había terminado, por lo que no se molestó en acercarse, Tiff se encargaría.

Alex caminó hacía el depósito y se colocó su abrigo, luego tomó su scooter y saludó a Charly. Caminó por el local para saludar a Tiffany y descubrió que James ya no estaba. Se sintió un poco triste de que se fuera sin despedir, pero rápidamente se deshizo del sentimiento, ¿Qué le pasaba? No eran amigos, no tenía por qué despedirse, después de todo solo había ido allí a comer algo de pasada.

Salió del café montándose en su vehículo y empezó a bajar por la cuadra, cuando de pronto lo vio al final de la calle. Estaba apoyado en una pared, con las manos en los bolsillos, Alex se detuvo con curiosidad, de pronto su corazón había empezado a correr, odiaba sentirse de ese modo.

— ¿Te perdiste, Potter?

— Wiley, soy todo un genio de los mapas, ¿lo olvidas? –dijo recordando el mapa del Merodeador–. Solo quería despedirme, ¡Ah! Por cierto, el menú del día es muy bueno –sonrió, llevando una mano a su cabello, peinándolo–. Tal vez venga más seguido.

— Por favor no lo hagas –suplicó en broma, haciéndole reír, manteniendo el contacto visual un poco más. Los ojos azules de James quemaban muy fuerte, necesitaba apartarse–. Bien, adiós James, espero no te pierdas.

— No lo haré, no te preocupes por mi –guiñó un ojo–. Adiós Alex, fue bueno verte.

La joven no sabía si alejarse, se sentía extraña, confundida; el extraño comportamiento de Potter le había tomado por sorpresa, sin embargo, no quería evidenciarlo, montó el scooter y siguió su camino, sin mirar atrás. Sin darse cuenta, de que James Potter estaba observándola y no dejó de hacerlo hasta que no se perdió de vista. No podía creer lo rápido que latía su corazón, había estado rogando que ella no pudiera escucharlo.

El adolescente se alejó del lugar y buscó un callejón vacío para poder desaparecer. Era cierto que había visto a Alex por casualidad, su padre y sus hermanos se habían ido a casa en un traslador, dejándolo solo. Y también era cierto que hacía unos días atrás había prometido no volver a molestarla, dejarla en paz, creyendo que sería imposible volver a verla en vacaciones. Si, seguro ese sentimiento raro que había surgido en el colegio se iría con la distancia y los días, pero verla allí, con lo grande que es Londres, era casi una señal mágica. Claro que cumpliría con su promesa, ya no la molestaría, había madurado mucho en el último año. No obstante, ahora que sabía algo de su vida fuera del colegio quería más y no sería molestarla, seria acercarse, romper la barrera, ganar su confianza. James Potter quería saber de la misteriosa Alexia Wiley y no se rendiría tan fácilmente, necesitaba tenerla en su vida.

Who we are [James Sirius Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora