Capítulo Séis

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Dedos largos rodeando su piel, provocando un estremecimiento que hizo jadear a BaekHyun involuntariamente. Ardía por supuesto, quemaba, ninguna clase de preparación habría sido suficiente para evitar las electrizantes punzadas que surcaban a lo largo de su columna, ni siquiera con el gigante moviéndose lentamente, o con sus propias manos apretando con fuerza el sofá. No había manera de que llegara a acostumbrarse a la agridulce sensación.

—Quédate quieto —ordenó ChanYeol sujetándolo por el cuello para tener un mejor acceso, pero el rubio continuó lloriqueando sin dejar de retorcerse.

—¡Duele! —Se quejó con un nuevo jadeo, arañando los brazos del gigante.

—Muerde el cojín, intentaré ir más rápido —dijo el peligrís antes de volver a untar sus dedos con crema medicinal y pasarlos por el pómulo del rubio, esperando que esto ayudara a bajarle la hinchazón tras el golpe que había recibido en el parque.

—¡Ahhhh! —Gritó su ángel con todas sus fuerzas; Park rodó los ojos y apuró su toque hacia la bien definida ceja, pasando por el párpado y parte de la sien.

—Listo, ya, terminé —declaró levantando las manos y alejándose del más bajo, quien no tardó en soltar el almohadón que tenía abrazado y lanzárselo al Productor Musical mientras este reía y se ponía de pie para ir por algo de hielo.

—Creí que ibas a sacarme el ojo —lloriqueó el rubio con un infantil puchero en los labios; ChanYeol sonrió y negó.

—No fui yo quien amenazó con dejarte desangrando en un basurero —le recordó mientras se acercaba con un pañuelo y un tazón lleno de trozos de hielo.

—¿Te estás vengando? —Acusó BaekHyun con indignación. El gigante volvió a reír y comenzó a colocar unos cuantos cubos de hielo sobre la tela para entregársela al rubio.

—Toma, acomódatela sobre el ojo —su ángel obedeció y presionó el abultado pañuelo sobre su herida por unos minutos, dándose por vencido después con un audible suspiro—. Mi brazo se cansa —renegó.

Park negó sin poder dejar de sonreír ante lo infantil que se veía el más bajo y acunó la rubia cabeza con una mano, para acercar la compresa con la otra, presionando suavemente sobre el ojo moreteado.

Se encontraban a centímetros de distancia, tan cerca que ChanYeol casi podía contar las pestañas de su ángel, reconociendo una leve capa de maquillaje que ayudaba a que sus ojos se vieran más grandes y resaltando la hermosa piel de porcelana que casi parecía brillar sonrosada ante su escrutinio.

—¡Yah! Te dije que dejaras de mirarme así; das miedo —repitió el rubio con un leve temblor en su voz.

Pero el más alto no se detuvo; al contrario, se acercó más a Baek y detalló su rostro sin mostrar una pizca de vergüenza o arrepentimiento, sonriendo ante el obvio rubor que comenzaba a llenar las mejillas contrarias.

—Así, ¿cómo? —Preguntó jugando.

—A-así, como ahorita —Park frunció el ceño fingiendo confusión—. ¡Así, así! —Exclamó el rubio empujando al más alto.— Como si quisieras comerme.

El gigante rió y retrocedió, volviendo a dejar la compresa en las manos del herido.

—Te imaginas cosas —dijo a modo de defensa; el Manager de Cromo alzó una ceja—. Sí, creo que anhelas tanto tener sexo conmigo, que hasta imaginas que quiero devorarte, pero...

—¡¿Yo?! —Exclamó el rubio con los ojos abiertos como platos.— ¡Tú eres quien lleva persiguiéndome desde la secundaria!

La mandíbula de ChanYeol cayó y se golpeó contra el duro suelo.

Álbum de Promesas [ChanBaek] (Memorias 3) *Editada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora