Capítulo Veinticuatro

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Se encontraban acostados en la cama de ChanYeol, con el rostro lloroso del rubio apoyado en el pecho del más alto, rodeados en un cálido abrazo que le había permitido a BaekHyun contar su historia sin peligro de caer nuevamente en pedazos, mostrándole al gigante los momentos oscuros que solían rondarlo en sus instantes de soledad.

—Fue entonces que empezaste a dormir con medio mundo —entendió el más alto—; justo como ella aludió.

El rubio sonrió levemente y negó.

—Sí y no —dijo antes de suspirar—; no noté que lo hacía por eso, pero supongo que tuvo algo que ver. —Levantó el rostro y miró a su gigante con una sonrisa tranquila.— A mi me gusta culpar al libertinaje de LuHan, mi mejor amigo.

El pelinegro levantó una ceja y el de manos hermosas soltó una carcajada divertida.

—Me sentía tan mal que no noté por dónde iba y casi me atropella; me gritó como por media hora hasta que me vio llorar y se asustó creyendo que era su culpa, por lo que me arrastró hacia la cafetería y me compró casi todos los postres que habían, fue un caos.

Mordió su labio aún sin dejar de sonreír y suspirar.

—Cuando le dije lo que pasó, me prometió ayudarme a superarla, y su primer paso era un cambio de aspecto —negó—; me tiñó el cabello de rojo, me llevó a comprar ropa nueva y luego me paseó por todos los bares y fiestas de la ciudad con el único fin de demostrarme que era deseado y que podía tener a quien quisiera.

Se encogió de hombros.

—Funcionó —aceptó un tanto desanimado—; me sentí querido y me dejé llevar, ganándome la reputación por la que aún me conocen en la universidad —bufó—. Pasé de ser el cerebro a la zorra de la facultad. Pero en ese momento no me importó. Me gustaba la sensación de no tener que controlarlo todo, de simplemente dejarme llevar y disfrutar de lo que cualquiera pudiera darme.

El rubio se quedó perdido en sus pensamientos por un momento, hasta que recordó dónde estaba y volvió a sonreírle a ChanYeol con disculpa.

—Ahora te toca a ti —le dijo acomodándose más cerca del gigante—. Cuéntame tu historia.

—No tengo una —respondió el pelinegro casi automáticamente. BaekHyun alzó una ceja.

—Eres una bomba de relojería, hombre; dime por qué llegaste a eso —lo instó pasando la mano por su cabello, sintiéndose ligeramente más relajado.

—Supongo que empezó con mi abuelo —mencionó el pelinegro mordiendo su labio—. Mis padres murieron cuando tenía diez años así que quedé a cargo de mi abuelo y él no estaba en absoluto calificado para criar a un niño bullicioso e hiperactivo como yo —sonrió divertido—; pero era un buen tipo.

‹‹Supongo que encapsulé mucho de mí para no molestarlo; no lo noté entonces, solo pensaba en llevar la fiesta en paz y conseguir que me premiara con horas extras de práctica —se aclaró la garganta—; él era músico, me enseñó a tocar varios instrumentos —explicó.››

BaekHyun asintió y se inclinó hacia el más alto, interesado en su relato.

—La música se volvió mi cláusula de escape a cualquier cosa que pudiera estar sintiendo, pero también se me fue restringida cuando decidí que quería ser baterista —rió—; a mi abuelo casi le da un infarto cuando me oyó tocar por primera vez.

—¿Tan malo eras? —Preguntó el rubio con el ceño fruncido.

—¡Yah! ¡Claro que no! —Exclamó el Compositor.— Pero era muy ruidoso... —dijo entristecido.

Álbum de Promesas [ChanBaek] (Memorias 3) *Editada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora