A pesar de todo lo que sucedió luego del chasquido, de... haberse separado, Steve aún tenía cierto conocimiento sobre el paradero de algunos de sus amigos. Bruce en especial, fue uno de los que se marchó dejando un número de teléfono y una dirección en caso de que algo llegase a surgir.
Sinceramente, Natasha llegó a pensar que dejaría el país, después de todo él llegó a Estados Unidos gracias a Nick Fury y a la iniciativa Vengadores, pero no fue así. Se internó varios meses en un laboratorio a un par de horas del Complejo y iba y venía varias veces a la semana desde Staten Island, lugar donde rentaba un pequeño departamento.
Comunicarse con él no fue complicado, pero para Emilia no pasó desapercibido el hecho de que Natasha buscase por todos los medios posibles convencer a Steve a hacer esa llamada en su lugar. Conocía tan bien a su amiga, que no hizo falta preguntar nada antes de esta comenzara a vomitar las palabras cuándo ya se encontraban dentro del pequeño restaurante.
-Está tardando mucho - murmuró, mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa.
Ella estaba sentada del lado de la ventana, Emilia y Steve al frente suyo y Scott ocupaba el sitio vacío del lado del pasillo. El espacio y el ambiente eran bastante íntimos, lo ideal para el tipo de conversación que planeaban tener con el doctor. Sin embargo, resultó ser lo opuesto cuándo Bruce apareció y convirtió aquella mesa en el centro de atención del establecimiento y las pocas familias que allí se encontraban.
Y es que era imposible no voltear a verlo, ahora medía cerca de tres metros, era enorme y verde. Prácticamente tenía la apariencia de Hulk, pero seguía siendo Bruce, o eso fue lo que ellos alcanzaron a notar además de su inusual pero lógico cambio de apetito.
-Sin pena, siento que soy el único que come. Prueba los huevos - le dijo a Scott - Están ricos.
El castaño parpadeó lentamente, una buena señal ya que en los últimos 15 minutos no lo había hecho - Estoy muy confundido.
-Es una época tan confusa... - rió Bruce.
-Sí, no... yo no... no hablaba de eso.
-No, te entiendo ¡solo fue un chiste! Sé que es una locura, uso ropa igual que ustedes...
-Sí ¿Qué...? Oye ¿Por qué?
Estaba bastante confundido, al igual que los demás, pero se atrevió a preguntar aquello que posiblemente daría entrada a las explicaciones por primera vez en el día. Así que Natasha, Emilia y Steve también se acomodaron mejor para escuchar lo que tenía por decir.
-Hace cinco años nos dieron con todo - comenzó explicado, mientras le daba una mordida a uno de los burritos de su plato - Pero fue peor para mí, perdí dos veces, perdió Hulk, luego Banner perdió y luego... perdimos todos.
-Nadie te culpó jamás, Bruce - Natasha le dedicó una mirada conciliadora.
-Yo sí - dijo él y la platinada apartó la mirada hacia la calle. Entendía a la perfección de lo que hablaba - Por años estuve tratando a Hulk como una enfermedad que debía eliminar, pero luego decidí verlo como la cura. 18 meses trabajando con Rayos gamma, uní la mente y la fuerza en un solo ser, ¡ahora mírame! lo mejor de ambos mundos.
Era bastante serio lo que les había contado y Emilia estaba feliz de escucharlo tan cómodo y satisfecho consigo mismo, pero no pudo evitar alzar una ceja ante lo último.
-¿Eso no es de una película?
Natasha también le miró, pero antes de que pudiese confirmarlo, giró la cabeza al escuchar unos murmullos y risas tímidas que se acercaban por el pasillo. Se trataba de un grupo de niños que, con sonrisas entre nerviosas y emocionadas, fueron acortando la distancia hasta llegar a Bruce.