23.- El rostro del miedo

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Harry estaba a punto de morderse las uñas en un frenesí cuando entró a la biblioteca dos días después para su próxima sesión. Smidgen le había dicho que esta vez se enfrentaría a uno de sus mayores miedos, su tío, Vernon Dursley. Normalmente, Harry trataba de restarle importancia al efecto devastador que Vernon había tenido en su vida, pero había momentos, como ahora, en los que tenía que admitir que incluso muerto, el hombre aún lo asustaba.

Durante tanto tiempo durante su infancia y adolescencia, la sombra de Vernon se había cernido sobre él, más concreta y tangible que incluso la de Voldemort, a decir verdad. Voldemort era como el hombre del saco, te aterrorizaba y le había costado a Harry su madre y su padrastro, pero no era el monstruo con el que Harry tuvo que vivir día tras día mientras crecía. Ese lugar especial había sido reservado solo para Vernon, quien se había deleitado en hacer de la vida de su extraño sobrino una miseria.

Harry se habría contentado con posponer para siempre la confrontación de su terror por Vernon Dursley, pero la sabia reluciente dijo que era mejor afrontar y superar su miedo.

– Cuanto más te escondas y tiembles como un saltahojas a la sombra de tu tío, niño, más tiempo seguirás teniendo pesadillas. Sé que esto es difícil, enfrentar los propios miedos nunca es fácil, casi siempre es algo que evitaríamos, pero estos miedos están envenenando tu espíritu, Harry, como el hierro envenena la sangre de los duendes. Estás enfermo, como yo estaba enferma cuando el acecho me atacó, y para ayudarte a recuperarte, debes enfrentar tu miedo. Míralo a la cara, sé lo que es, y su poder se rompe. Esa es una verdad que todos los de mi clase saben –

Su respiración se atascó en su garganta cuando entró a la biblioteca, por una vez la habitación se sentía cerrada y oscura, y no estaba feliz de estar aquí. Smidgen lo esperaba en el brazo del sofá, sus alas habían recuperado lentamente su brillo anterior, y estaba sentada alerta, luciendo como una estatua de esos antiguos gatos del templo egipcio, si dichos gatos eran negros y tenían alas de mariposa.

– Estás tenso esta noche – observó con calma, mientras él se sentaba rígidamente en el sofá – Esta sesión te molesta – Arqueó una ceja.

– ¿Me molesta? Subestimación del año, tejedora de sueños. Ojalá mi padre borrara mis recuerdos del tío Vernon de mi mente, entonces no tendríamos que hacer esto –

Smidgen negó con la cabeza en señal de reproche.

– Hablas de alterar permanentemente los recuerdos, ¿no es así? Eso está prohibido entre los fae, una invasión de uno mismo y de la privacidad que equivale a una violación de la mente. Una práctica malvada y no una que te ayudará, joven Snape –

– Creo que me ayudaría muy bien – refunfuñó con rebeldía.

– Créame, no lo haría. Limpiar la memoria deja una herida en tu espíritu que ni siquiera el tiempo puede curar. Nunca es una solución a un problema –

– Pero Smidgen, los Aurores usan encantamientos de memoria todo el tiempo para hacer que los muggles olviden que nos vieron haciendo magia o lo que sea. ¿Estás diciendo que son malvados? –

– Harry, a veces el mayor mal lo cometen involuntariamente aquellos que buscan hacer el bien. Lo he visto muchas veces en el Mundo del Más Allá y también en mi reino. Tú también, porque ¿no me dijiste que tu gran mago blanco, Albus Dumbledore, te puso en gran peligro mientras decía que era por tu propio bien? –

– Sí, supongo que sí. Parecía pensar que era importante que me quedara con los Dursley, aunque sabía cómo era mi tío. Todavía no lo entiendo. Siempre pensé que era mi amigo, al menos me parecía de esa manera, en la escuela. Él siempre... bueno... se pegó a mí – Harry recordó el incidente del auto volador al comienzo de su segundo año, cuando Severus había estado tan furioso que había querido que Harry fuera expulsado por casi revelar su mundo a los muggles y casi morir chocando contra el Sauce azotador.

El Heredero de Prince Manor (Severitus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora