El Heredero de Prince Manor (Severitus)

5.- Lazos que unen

Antes de dejar Privet Drive esa mañana, Severus se levantó y se ocupó de un asunto que lo había estado atacando desde anoche: cómo proteger a Petunia de Vernon una vez que él se fuera. Sabía que el grandullón estaba absolutamente lívido por ser tratado como un sirviente en su propia casa y obligado a obedecer no solo a su sobrino indeseado sino también a Severus. Snape sabía que las meras amenazas no serían suficientes para mantener a Vernon a raya una vez que Severus ya no estuviera en la residencia y fuera libre de descargar su brazo sobre el único otro miembro de la familia que había apoyado a Harry la semana pasada. Por lo tanto, Severus había ideado un hechizo para proteger a Petunia de la retribución de su marido.

Le había tomado toda la noche, pero finalmente lo había terminado y ahora estaba listo para ser lanzado. Esperó hasta que Petunia se hubo levantado y estuvo abajo en la cocina preparando el desayuno antes de revelárselo. – Lo hice para que nunca tengas que temer que Vernon te golpee de nuevo, o que te haga la vida una miseria –

– ¿Cómo pudiste hacer eso, Severus? Eso necesitaría un milagro –

– Bueno, este hechizo es una especie de milagro. Mi propio milagro. Ojalá hubiera sido capaz de inventarlo a tiempo para salvar a mi madre – Severus negó con la cabeza, no tenía sentido desear lo que podría haber sido. Ahora era demasiado tarde para arrepentirse. Sacó su varita y apuntó directamente al corazón de Petunia. Respiró nerviosamente, todavía estaba incómoda con la magia, pero sus circunstancias la obligaron a aceptar este hechizo de protección. – Necesito que te quedes quieto y callado, Tuney. Esto no dolerá, pero podría sentir un poco de hormigueo cuando se extienda. El hechizo es doble. La primera parte es un encantamiento de repeler la violencia, lo que significa esencialmente que si cualquiera que haya intentado lastimarte físicamente, sus puñetazos o palos o lo que sea, mirará hacia otro lado y te extrañará –

Los ojos azules de Petunia brillaron. – Eso suena maravilloso, Sev. ¿Pero cuánto durará? –

– De forma permanente, si lo desea. Puedo hacerlo así, o durante años, si lo prefieres –

– Lo quiero para siempre, Severus. Me niego a volver a ser el maldito saco de boxeo de Vernon –

– Bien, puedo hacer eso. La segunda parte del hechizo no funcionará directamente en ti, pero funcionará en cualquiera que esté enojado contigo, especialmente si tienen la intención de hacerte daño. Es un hechizo de No dañarme, un encanto que altera la personalidad que hace que cualquiera que esté pensando en hacerte daño se convierta en tu amigo y se horrorice por lastimarte de alguna manera. Eso incluye no darte dinero para la ropa y cosas por el estilo. He combinado esos dos amuletos en uno y puedo lanzarlo en cualquier momento estás listo, Tuney –

Petunia sonrió levemente ante el uso de su antiguo apodo, que Lily le había dado cuando era bebé porque no podía pronunciar las P. Apodado Tuney, el apodo se quedó, hasta ahora incluso Snape lo usó. – Ahora mismo sería un buen momento –

Severus entonó el encantamiento, era una oración en latín, pensó Petunia, y luego jadeó cuando sintió un lento escalofrío arrastrándose sobre ella, instalándose en su piel, grabando la magia en su sangre y huesos. Por un momento se arrepintió de haber permitido que Severus la hiciera magia de esta manera. Hasta que recordó lo que le esperaba una vez que el Maestro de Pociones se fuera.

Pero al fin el hechizo terminó y Petunia exhaló un suspiro de alivio. Vernon nunca podría volver a hacerle daño. O no querría lastimarla por el hechizo. – Gracias, Severus. Las meras palabras no pueden... – se detuvo de repente, incapaz de decir nada más debido al enorme nudo en su garganta que amenazaba con estrangularla. Lágrimas repentinas le picaron en los ojos y se dio la vuelta apresuradamente y se las secó con una esquina de su delantal.