STARVING #1 (Saga STARVING)|Christopher Vélez.(Completa)

C5. El hubiera no existe.

—¡Que mala broma!—escucho farfullar a Danna por lo bajo. Aarón la mira un segundo e inspira con fuerza antes de ponerse de pie.—¿Aarón…?

—Iré a pedir otras canciones.—masculla.—Ya sabes; algunas que si sean buenas.—bromea.

Las comisuras de los labios de Danna se elevan ligeramente pero se mantiene en silencio.

—¡Que hijo de puta!—se burla Richard poniéndose de pie también.—Voy contigo…

Llevo mis ojos hasta el moreno disimuladamente pero cuando una sonrisa maliciosa aparece en sus labios sé lo que está tratando de hacer.  Inspiro con fuerza una vez que inevitablemente –creo- me quedo a solas con Danna. Ella no dice demasiado aunque tampoco es que necesite que lo haga; sé perfectamente bien que está igual o más incómoda que yo.      

La mirada de Danna permanece anclada en la puerta de cristal a unos metros por delante de nosotros mientras mi corazón y mi cabeza luchan incansablemente por una buena decisión. Mientras mi corazón me dice que me acerque; que ella sigue siendo Danna. La Danna que era mía  con la que solía compartir absolutamente todo; mi cabeza me dice todo lo contrario.

No es la misma Danna. Ya no.

Me aclaro la garganta y tomo asiento en el otro extremo del sofá de jardín.—Y bien…—los ojos de Danna se anclan en los míos y se queda en silencio un par de segundos mientas pestañea pareciendo totalmente sorprendida.

—¿Cómo…cómo estás…?—pregunta en voz baja.

—Bien.—asiento débilmente.—¿Sabes? Hay algo que está rondando en mi cabeza desde que te vi cuando llegué…

Los ojos de Danna se cierran un momento, suelta un pequeño suspiro y vuelve a mirarme.—¿Y que es…?

—¿Todas las súper estrellas son así de raras…?—cuestiono cruzando mis brazos sobre mi pecho.—Es decir…tu atuendo; da la impresión que vas a una especie de fiesta de disfraces o algo así…

Una risita se escapa de sus labios y automáticamente mi estúpido corazón se acelera ante el sonido de su risa.—Pues sí. La mayoría son extravagantes…

—Y algo ridículas.

—Claro, algo ridículas también.—asiente.

—¿Es secreto de estado, no?—pregunto a pesar de que sé la respuesta. Danna enarca una ceja en mi dirección y deja salir un largo suspiro.

—No como tal pero ese es el punto.—confiesa.—Se supone que no debería estar aquí…

—¿Entonces por qué lo estás…?—cuestiono frunciendo mis labios.—Es decir, si ellos no te dejan estar aquí; si tú no quieres volver aquí ¿entonces por qué lo estás…?

—No soy tan mala ni tan insensible como tú crees, Christopher.

—No dije que lo fueras.—respondo de inmediato.

—Tampoco es que haga demasiada falta que lo hagas. Lo sé.—admite en voz baja.—Sé que tienes todo el derecho del mundo a pensar lo peor de mí, la manera en la que hice las cosas no fue la mejor y lo acepto;  el hecho de apegarme a un plan de Marion para negar todo es… muy ruin y sé que si tratase de explicarte mis razones tampoco lo entenderías: pero aun así nunca han salido de mi cabeza…

—¡No soy un estúpido!—replico de golpe.

—No dije que lo fueras.—repite irónicamente.

—¡Entonces no me trates como tal!

—¿Entonces dejarías que te explicara todo pausadamente…?—pregunta sin dejar de mirarme.

—Es que no necesito explicaciones, Danna. Con el daño que hiciste fue suficiente.—repongo.—Además… ¿para qué quiero que me expliques algo que ya no tiene importancia…?