C11. Pasado.

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—Oh, dios mío…—susurro llevando mis manos a mi boca sin ser capaz de apartar los ojos de la belleza que se expande delante de mí.

—¿Te gusta?—cuestiona Christopher a mi lado.

—¿Estás bromeando conmigo?—pregunto mirándolo fugazmente.—Dios, Christopher…esto es lo más hermoso que he visto en mi jodida vida…

—Te hace feliz…—observa. Vuelvo a anclar mis ojos en los suyos un momento.

—No necesito mucho de todos modos.—respondo encogiéndome de hombros.—Pero una peonia era suficiente, no necesitaba todo el campo.—bromeo.

Christopher chasquea la lengua y niega divertido.—Claro, una peonia…—hace una pausa.—¿Quieres bajar…?

—Pues claro que sí.—asiento de inmediato.—Dios, esto en serio es precioso…

—Dame un momento.—pide antes de salir del auto pero no obedezco. Tiro de la manija de la puerta y salgo por mi propia cuenta. Christopher entorna sus ojos cuando llega a mi lado pero no dice más: y se lo agradezco. Lo agradezco porque comenzar a recibir atenciones de su parte me asusta mucho más de lo que quiero admitir.—Te dije que me dieras un momento.—reclama pero lo ignoro.

Mis ojos permanecen fijos en los extensos sembradíos de peonias en diferentes tonos de rosa delante de nosotros. La vista es condenadamente majestuosa. El olor delicioso de su perfume natural se cuela por mi nariz y una boba sonrisa se forma en mis labios sin que pueda hacer absolutamente nada para evitarlo.

—Gracias por este día…—anuncio girando un poco mi cabeza para poder mirarlo.
Christopher me mira un momento y niega.

—No tienes nada que agradecerme…ya te lo dije; me parecía sensato…

—Tengo qué.—decido ladeando un poco mi cabeza.—Dios, Christopher… ¿sabes hace cuanto que no tenía un día tan divertido como hoy…?—niega.

—¿Divertido…?—pregunta.—Solo fuimos a comer, Danna…no exageres.

—Sabes a lo que me refiero…—respondo en voz baja.

—Ven…—pide comenzando a caminar lentamente.

—¿A dónde vamos…?—pregunto siguiéndolo.

—A mi cabaña.—anuncia.—O por lo menos cerca de ahí…

—¿Qué?—murmuro.—¿Esto es tuyo…?

—Sí.—inquiere encogiéndose de hombros.—Cuando comencé a jugar para el equipo local y los cheques comenzaron a llegar tenía más dinero del que necesitaba así que decidí invertirlo en algo…compré este campo, construí una cabaña a la cual me gusta venir de vez en cuando y en la extensión de tierra que sobró sembré peonias…

Mi corazón se acelera de inmediato.—Guau. ¿Puedo hacer una pregunta…?—cuestiono.

—Has hecho la misma pregunta todo el día.—se queja.—Ya deberías de saber que puedes hacerla.

Me rio.—¿Por qué de todas las plantas que pudiste haber sembrado…sembraste peonias?—cuestiono y los ojos de Christopher me miran fijamente por lacónicos segundos en los que permanece en silencio.

—Porque las peonias son la flor favorita de mi mamá…—anuncia sin más.

—Entiendo.

—¿Quieres una…?—pregunta frenando sus pasos. Imito su acción y lo miro un momento.

—¿Me regalarías una de tus peonias?—cuestiono en voz baja.

Christopher se ríe.

—Bueno, supongo que obsequiarte una peonia no me afecta en absolutamente nada.—responde inclinándose sobre una de las plantas. Me quedo en silencio contemplándolo fijamente y un momento después está tendiéndome una flor rosada.

STARVING #1 (Saga STARVING)|Christopher Vélez.(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora