Amazonas.

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La sororidad comienza por las mujeres de casa.

Ama porque en tu esencia, la vida es lucha.

Sentada en la gasolinera, esperaba.

Sobre la mesa, mientras bebía mi café, observaba la foto de mi hija.

Estaba abrazada a su padre.

Terminé de comer la medialuna y me dirigí al cajero del lugar.

El hombre me miró por encima de sus anteojos.

—Disculpa, ¿Has visto a esta niña con este hombre?— le dije mientras le enseñaba la foto.

Había comenzado otro día de búsqueda. Ya había realizado la denuncia y la policía estaba haciendo las investigaciones. Podía quedarme quieta esperando resultados, pero no es mi estilo.

EL hombre sujetó la foto y la analizó cuidadosamente.

—Me pareció verlo en el cyber-café de la esquina. ¿ Por qué no preguntas allí?— me dijo cerrando la conversación.

Llevaba una semana recorriendo la pequeña ciudad para dar con él.

Estaba en un estado pésimo de salud y esa circunstancia fue aprovechada para que se llevara a mi hija.

La separación no fue la mejor. La violencia desmedida, las mentiras, la ira contenida, terminaron por destruirme completamente. Esa fue su oportunidad de terminar por liquidar todo en mí. Al menos, eso creyó él.

Me dejó en la Plaza de Mayo y se llevó a Carola hasta la entrada del subterráneo. Yo creía que estaba haciendo lo mejor, ya que yo no tenía lugar donde quedarme.

¿Qué podía pasar por la mente de una mujer que había sufrido tanta violencia y atropello para creer que su hija estaría mejor con el hombre que la dañó durante los últimos 6 años?

Cuando me di cuenta del error, descubrí que yo era capaz de llegar a donde nadie se animaría.

Las angustias, las cicatrices, la ira, todo se complotó para crear una búsqueda inusual.

Llevaba días sin dormir y mi cabeza, activada al exceso en lo racional, deseaba concretar el encuentro con mi hija.

Los ví a la distancia en la plaza central de la ciudad.

Me quedé observándolos durante un rato. 

Entonces, llamé al oficial a cargo de la investigación y le comunique la situación.

El resto fue un golpe discreto. Propio de una mente estratega.

En el juicio, no reconocí al hombre que me generaba dolor. Al contrario, vi un ser totalmente desconocido.

Con todas las pruebas en su contra, fulminantes e incriminatorias, la justicia obró a mi favor.

Recuerdo que salí del juzgado con la frente en alto, sujetando su pequeña mano. Ese día la llevé a tomar un gran helado.

—¿Qué festejamos, mami?— me dijo con su sonrisa infantil.

Sus ojos negros no dejan de sorprenderme. Tienen un brillo destinado a la felicidad.

—Festejamos que somos libres.— Le dije tomando un poco de helado en mi dedo índice y manchando su naricita.

Comenzó a reír a carcajadas.

Nuestras risas llenaron el lugar. Por primera vez en mucho tiempo podía sentir una fuerza inusual. Me sentía inmortal.

Mientras escribo estas líneas, en el silencio de mi casa, entre libros, pinturas y pinceles; ella, hija de amazonas, recita un poema desde su habitación:

Es necesario

revertir el hechizo.

Ese,

que borra a las mujeres

de los libros de historia,

de las esferas de poder,

de las antologías.

Ese,

que las encierra

entre cuatro paredes,

con solo

colocarles un anillo.

Poema: "Es necesario", Gisela López

TAB: Todo Antes BrillabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora