Sin recuerdo.

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Donde no hay vida,

no crecen rosas.

El tiempo pasó soberbio, fugaz, arrastrando todo a su alrededor.

No reconozco mi rostro en el espejo.

El mismo cristal que nos reflejó durante muchas tardes cuando clandestinamente jugábamos a amar.

Mis ojos pasan por las fotografías de amores pasados y ninguna toma aparece con tu mirada.

La ironía del universo de perderme entre los laberintos del amor y sus estigmas, solo para terminar olvidando tu sonrisa torcida y una mirada oscura..

Tu recuerdo se va destiñendo de mi memoria. El no tener ninguna foto como prueba de que alguna vez estuvimos juntos, me hace dudar de la veracidad de nuestros hechos.

¿Por qué nunca nos tomamos una foto juntos?.

Pudimos desnudar nuestras almas, azotar los más dolorosos recuerdos, reír embriagados de una falsa libertad, pero... ninguna imagen nos perpetuó en un instante.

Ya ni mi memoria puede borrar como el ácido de la ira que me corroe.

Bendito combustible de la soledad.

Sin embargo, aquí estoy.

Encontrándote en imágenes que no conozco, en vidas vividas miles de veces, sin querer, sin desear, sin anhelar.

Me pregunto, como quien conserva un secreto por eternidades, por qué no poseo una foto contigo, aun siendo el único hombre al que encomendé el cuidado de mi jardín delirante, quizás, decidí instintivamente protegerme hasta de tus propios recuerdos.

Es así que nada quedó.

Ni las rosas negras de este cementerio que recorre mi memoria, las cuales Baccara intenta resucitar, pero no consigue.

Aquello que alguna vez amé, parece ser el polvo de un camino recorrido tantas veces, que no puedo sentir la emoción del primer andar.

¿Es esto lo que finalmente debía ser?

¿Una simple rutina de latidos sin sentidos, que ondea entre los pliegues de un corazón de cuarzo, mientras veo andar tu muerte entre mis sueños y arrebatos, como un fantasma eterno de lo que nunca seremos?

La respuesta es afirmativa.

Es el precio que pagué por el acto extremo de sentir. Hoy la analgesia no es capaz de reproducir una leve emoción al imaginar acariciando con tus robustas manos, los fúnebres colores de mis rosas muertas.

Ni aún, en el instante supremo de perdón, la vida puede renacer cuando la razón le ha ganado al corazón.

Ya nada quedó de quienes fuimos, Rodrigo, simplemente la memoria de lo que nunca seremos y desconocemos.

"Tal vez algún día sabrás porqué todo lo que tocas con seguridad muere"

"Let her go", Passenger

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