Capítulo 9.

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Louis ríe ante la pequeña broma que había lanzado su padre, había sido un poco graciosa, lo admitía, pero aún así su risa fué un poco tensa, este le ofrece un trago de su cerveza y el ojiazul acepta.

El sol estaba demasiado fuerte ese día y se sentía arder dentro de ese overol, pero no quería ni podía quitarselo, no quería manchar su ropa con aceite.

Toma un largo trago de la amarga bebida, hace una mueca y vuelve a dársela a su padre.

La cerveza era un asco, lo acababa de confirmar.

El castaño otra vez se sienta en el suelo, revisa el motor por sobrecalentamiento y decide limpiar los ductos para luego ponerle aceite lubricante.

Eran problemas tan simples que si le dieran un buen mantenimiento no ocurrirían.

—Louis, tráeme otra cerveza por favor— el castaño deja de hacer lo que lo mantenía ocupado y se levanta de su lugar para entrar a su casa, sacude sus pantalones mientras camina directo hasta la nevera, abre esta y saca la cerveza, toma un destapador y la destapa con facilidad.

Cuando pasa por al lado de la mesa, su mirada se topa con el cuaderno de su padre, ¿debería...? No, no lo haría.

Sacude su cabeza y sigue su camino, no quería meterse en problemas, lo mejor era estar alejado de todo eso, su padre se molestaría tanto y había durado tantos días sin un solo golpe, todo estaba bien así.

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Harry se mantiene en su habitación durante el resto del día, estaba contando su dinero ahorrado en su alcancía de metal, todo el dinero que sus padres le daban a fin de mes estaba ahí.

Tenía bastante a decir verdad, sabía que ahorrar era una buena opción, Louis estaba ahorrando y él también lo hacía.

Las parejas eran un equipo y sin importar qué ambos debían aportar un 50 y 50 en cualquier ámbito.

Harry vuelve a guardar el dinero en dónde estaba, encima de su closet bien pegado a la pared, ese era su lugar seguro.

Se sienta frente su escritorio y comienza a avanzar las tareas de la semana probablemente Louis no tendría tiempo para hacerlas así que se las daría.

El ojiverde refriega uno de sus ojos con su puño y suelta un suspiro, estaba ansioso por ese año, todo lo que siempre soñaron se encontraba cada vez más cerca, ya casi podía tocarlo con la punta de sus dedos.

La ansiada libertad, mejor dicho:

La ansiada libertad de Louis.

Saber que el ojiazul era el que más emocionado estaba lo emocionaba a él, quería que fuera feliz, merecía ser feliz.

Harry apoya su cabeza en el escritorio y su mirada va hacia su balcón, lo mantenía abierto y las blancas cortinas volaban a causa de la brisa marina.

El ojiverde se levanta de su lugar dejando en el olvido sus deberes y se acerca al balcón, sale a este y apoya sus brazos sobre el barandal, su mirada estaba puesta sobre el mar azulado.

El balcón tenía una perfecta vista de él.

Harry amaba con su vida el mar, lo encontraba precioso y magnífico, era tan gigantesco y resguarda miles de especies marinas, quizás cuántas más habían en las profundidades.

Entendía que había personas que le temían, quizás era por su gran profundidad o por los temidos tiburones, a Harry le agradaban los tiburones, bueno, eso sonó un poco bizarro.

Quizás las personas les temían porque en las películas siempre los catalogaron como bestias sanguinarias, pero morían más tiburones en un año en vez de que existiera la posibilidad de que una persona fuera atacada por uno.

Probablemente estudiaría algo relacionado al mar, le hacía mucha ilusión a decir verdad.

Un par de toques en su puerta lo hacen salir de sus pensamientos y voltea hacia ella, su madre estaba asomada con una genuina sonrisa en sus labios.

—Amor, la cena está lista, baja a comer antes de que se enfríe— sin más Anne desaparece de la vista de Harry y este entra de nuevo a su habitación, cierra el balcón y le pone los debidos seguros, cuando se asegura que todo estaba en su lugar sale de su habitación para ir a cenar con sus padres.

Baja las escaleras y se acerca al comedor, un olor delicioso inunda sus bosas nasales y literalmente se le hace agua a la boca.

Se sienta frente a su padre el cual le da una pequeña sonrisa.

—¿Qué tal la escuela Harry?— Harry espera a que su madre se siente antes de comenzar a comer.

—Bien, ha comenzado bien la semana, pero al ser de último año nos han estado dando más tarea de la debida— Des ríe ante eso y Anne golpea con suavidad su brazo.

_No debería reírme, perdón, pero no sé porqué me ha causado gracia— Harry rueda los ojos con diversión y lleva un bocado a su boca, mastica con lentitud y traga.

—¿Emocionado porque es tu último año?— Harry asiente ante eso.

—Estoy emocionado por ver que aventuras me tiene preparada la vida— Anne sonríe con nostalgia, amaba ver a Harry felíz, pero le dolería verlo partir a fin de año, era literalmente su tesoro.

Su amado tesoro.

Infinity |Larry Stylinson| [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora