• . ˚ * ━━ 𝐒𝐓𝐀𝐈𝐍
❝Las manchas que adornaban sus camisas eran diferentes; las de él eran de café derramado y las de ella de quemaduras accidentales de cigarrillos. Sin embargo, las manchas en sus cuerpos combinaban perfectamente con las mordedur...
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S U E Ñ O S △▽△▽△
Los gritos de incredulidad de la señora Potter parecían estar grabados permanentemente en su cerebro, destinados a ser constantemente reproducidos. La forma en la que la habían abrazado antes de su partida le preocupaba muchísimo. Remus parecía abrazarla más fuerte que nunca, como si estuviera angustiado de que ella fuera la siguiente. Nada estuvo nunca enteramente bajo un ala de seguridad desde la aparición de Voldemort, pero parecía que la muerte de Fleamont Potter reveló que el mundo era aún más peligroso, más impuro. La pareja se dio cuenta de que cualquier momento podría ser el último.
Abrió la puerta con un susurro y un movimiento de su varita. La madre de Freya estaba sentada cómodamente en el sofá que daba a la entrada. La señora Bradberry dejó escapar un grito ahogado del nombre de su hija una vez que sus ojos se posaron en la chica rubia. Su rodillas temblaron y ella vaciló en la entrada por sólo un momento antes de pasar.
La mujer se levantó inmediatamente del sillón en el que estaba acurrucada. La manta de color marrón que cubría sus piernas se deslizó al suelo y torpemente trató de colocar su marcador entre las páginas de la novela que estaba leyendo mientras miraba a su hija con incredulidad, como si fuera una alucinación, un oasis en medio de una tormenta de arena.
—¿Qué sucede? —la señora Bradberry se acercó cautelosamente. La comodidad no era algo que Freya buscaba a menudo en la mujer, ya que su vínculo no era lo suficientemente fuerte para proporcionar gran parte de ello. Sin embargo, cuando Freya vio la figura de su madre parada frente a ella, inmediatamente cayó en los brazos separados de la mujer. Sintió que su madre se ponía rígida antes de que su agarre se relajara y le diera palmaditas a Freya en la espalda.
Ella se permitió que la abrazara solo unos pocos momentos, pero la pausa de los segundos le dio suficiente tiempo para calmarse. Con la barbilla levantada y los ojos aún llorosos, Freya escapó del agarre de su madre y sacudió su cabeza.
—Te hablaré por la mañana, mamá. Yo... necesito dormir.
Aunque la declaración era cierta, dudaba de poder descansar en absoluto. Con un asentimiento final de cabeza, se volvió hacia las escaleras, apenas recordando cómo tropezó aturdida por los escalones o cómo su la madre dijo con rigidez:
—Duerme bien.
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No tenía idea de por qué o cómo se las había arreglado para terminar en medio de una extensión de hierba, como si nada más estuviera con ella en el suelo además de la tierra verde y exuberante. Hizo que su estómago se retorciera cuando se dio cuenta de lo sola que estaba. El aislamiento pareció burlarse de ella con un escalofrío en la columna y el temblor en sus manos.
Por alguna razón, a pesar de la ausencia del castillo y falta de estudiantes, el área del pasto le recordaba a Hogwarts. Mientras ella completaba su mirada en círculos, el Sauce Boxeador demostró que su pensamiento era cierto. Estaba sólo en la distancia, en medio de la tierra despejada, amenazante como siempre.
