• . ˚ * ━━ 𝐒𝐓𝐀𝐈𝐍
❝Las manchas que adornaban sus camisas eran diferentes; las de él eran de café derramado y las de ella de quemaduras accidentales de cigarrillos. Sin embargo, las manchas en sus cuerpos combinaban perfectamente con las mordedur...
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S E R E N A T A △▽△▽△
Su despedida con Remus había sido bastante apresurada, ya que sólo le dio tiempo suficiente para abrazarlo con fuerza y depositar un pequeño beso en su mejilla antes de que su madre prácticamente le gritara que se apresurara. Una sombra de desaprobación invadía el rostro de la mujer ante la idea de que su única hija estuviera en una relación con una persona que compartía su don de la magia. La expectación de que se casara con una persona normal, un muggle, había sido el mayor plan de sus padres para guiar exitosamente a su hija a tener una vida no-mágica.
Si tan sólo pudieran entender que no había ninguna manera de que ella nunca dejaría la magia como si fuera montar a caballo o fútbol. No era un hobby, era un regalo. No del tipo del que devuelves a la tienda si no funcionaba bien o si no es del color correcto. Este regalo corría por sus venas, irradiaba a través de su sangre y salía sin esfuerzo por su varita.
Pero no importaba lo mucho que les disgustara todo el Mundo Mágico, ellos no encontraban ningún defecto en Lily Evans. Desde aquella vez en segundo año cuando la pelirroja había corrido tras la familia Bradberry en la plataforma para ver si podía pasar parte del verano en casa de Freya, ellos la adoraban. Freya se sintió aliviada de que, al menos, podía visitar a Lily sin comenzar una gran discusión con sus padres.
Técnicamente, podía hacer lo que quisiera ahora que tenía diecisiete años, pero la idea de que sus padres la echasen de casa y posiblemente arruinaran su lamentable relación familiar que se encontraba en el borde de un fino hilo, listo para romperse, no le atraía particularmente.
La tercera semana de vacaciones de verano pasó sin ninguna pelea, por lo menos hasta la mención de la futura carrera de Freya que comenzó una discusión acalorada en el desayuno.
—Me gustaría hablar con vosotros sobre mi carrera en el, bueno, Mundo Mágico —dijo ella, desviando sus ojos entre sus padres, que habían congelado lo que estaban haciendo momentáneamente antes de reanudar como si no hubiera pasado nada.
—No sabía que había trabajos mágicos. ¿Lo sabías, cariño? —comentó su padre despreocupadamente a su esposa como si fuera un anuncio del periódico que estaba allí para ser comentado, reírse de ello y luego dejado de lado.
—Pues sí que hay —Freya interrumpió la amarga respuesta que sabía que diría su madre—. Cientos, en realidad. Aunque dos destacan particularmente para mí. Aurora, arrestan a extremadamente peligrosos magos, o enfermera. Este último principalmente para poder quedarme en Hogwarts.
—Me suena un poco a broma. Honestamente, ¿cuántos magos peligrosos podría haber? ¿No podrías simplemente mover tu varita y hacerlos desaparecer? No es un gran desafío, la verdad —las palabras se escaparon de los labios fruncidos de la mujer mientras untaba con mantequilla la tostada que yacía en su plato.
Un fuerte impulso de gritarles a sus padres para que dejaran de criticar se apoderó de Freya. Pero ella apartó cada deseo de expresar cualquier pensamiento sobre los mortífagos, la Orden del Fénix o cualquier otra cosa relacionada con el inmundo de Lord Voldemort.
