*Capítulo 21*

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-Mi niña...lo siento mucho, yo-yo no quise...-las palabras de Sybil se entrecortaban a causa de su llanto. 

-¿Qué es lo que pasa, tía?-pregunté preocupada mientras me agachaba para estar a su altura. Ella estaba atada a varias cadenas que impedían que se pudiera de pie. 

-Yo...no soy tu tía.-aunque Nicholas me lo había repetido varias veces, nunca le había creído. 

-Pero...-no pude terminar la frase porque no sabía qué decir. Había vivido con una desconocida toda la vida. 

-Cuéntale lo que hiciste.-Elina estaba molesta. Ella sabía toda la verdad y era obvio el odio que sentía hacía Sybil. 

-Yo era una bruja de la misma aldea que tu madre y tu abuela. Por culpa de su sangre mágica, nuestra aldea siempre estaba en peligro y siempre debíamos mudarnos a otros pueblos para huir de los vampiros. Todo fue culpa de tu madre. Ella consiguió que el líder de nuestro pequeño pueblo se enamorara de ella, cayó rendido a sus pies y juró protegerla a toda costa aunque el resto tuviéramos que sufrir las consecuencias. Ella era hermosa, amable y mágica. Y yo nunca conseguí que Marlon se fijase en mí, solo tenía ojos para tu madre. Cuanto tu madre se quedó embarazada fue la prueba de que el amor de Marlon y tu madre era real y que yo no tenía ninguna posibilidad. Cuando los vampiros se enteraron de tu nacimiento, la guerra comenzó. Esta vez, no huimos, y luchamos contra los vampiros. Todos murieron: tus padres, tu abuela, mis amigos, mis padres...yo lo vi todo. Me quedé sin nada y sola. Te arrebaté de los brazos de tu madre y escapé al bosque. 

-Continua.-insistió Elina. 

-Quería...quería entregarte a Alexander cuando tus poderes mágicos empezaran a desarrollarse.-confesó y mi corazón se partió en mil pedazos. No solo había vivido una mentira sino que la persona que yo creía que me quería, en realidad, quería entregarme al peor de mis enemigos. -Mi niña...yo me encariñé de ti, no iba a entregarte...fue solo la idea inicial pero todo cambió...mi niña, te lo prometo yo...

-No me llames así.-me levanté de su lado, dejándola en el suelo devastada. Me giré para observar a Elina quien me miraba con compasión. Odiaba que sintieran pena por mi, odiaba que mi vida hubiera sido una autentica farsa, odiaba mi maldita magia, lo odiaba todo. 

Salí del calabozo llena de ira. Pude escuchar como Elina me llamaba pero no miré atrás. Caminé hasta donde mis piernas y mi rabia me llevaron. Llegué a una gran terraza y observé el precioso jardín del castillo. 

Ojalá mis padres siguieran vivos. Ojalá fuera una chica normal y no la chica ojos violetas. Ojalá no existiera la magia. Ojalá mi vida fuera distinta. 

Quería acabar con todo este sufrimiento. Quería ser feliz y sentirme querida por quien soy y no utilizada por mi magia. Todos me quería usar para sus planes.

Se me nubló la vista a causa de las lágrimas y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Estaba teniendo un ataque de ansiedad. Por fin había descubierto la realidad y estaba siendo demasiado para mí. 

-Shhh, relájate.-dijo una voz masculina, me giré para ver al hermano de Nicholas. Me miraba con preocupación, y enseguida me di cuenta de porqué. Estaba sentada al borde de la barandilla del balcón. No sé como había llegado allí pero si me movía un poco más, caería al jardín.

-Ven.-me extendió su mano para que la agarrase. Dudé unos instantes pero la acepté. 

-Yo no quería morir.-confesé en un estado de shock, todavía sorprendida por la situación en la que me encontraba hacía unos segundos. 

-Lo sé.-él abrió un poco sus brazos, dándome la señal de que podía abrazarlo. No lo conocía de nada, pero, en estos momentos, necesitaba sentir que alguien estaba conmigo. 

-Yo no quería...

-Todo va a estar bien. -sus fuertes brazos me rodearon y sentí el calor de su cuerpo. Mi respiración estaba agitada y no sé cuanto tiempo pasó hasta qué me tranquilicé.

-Ni si quiera nos conocemos.-comenté.

-Yo te conozco, eres la mujer que vuelve loco a mi hermano.-respondió él con una sonrisa. ¿Qué había querido decir con eso? No pude evitar sonrojarme ligeramente al pensar que quizá su comentario tenía un doble sentido. 

-Eres Adrián, ¿verdad?-asintió. 

-¿Qué te parece si vamos dentro?-los dos caminamos al interior del castillo. 

-¿Violet, estás bien?-Aurora caminó por el pasillo con paso rápido hacia nosotros. Parecía preocupada por mí. Quizá si había gente que se preocupase por mí.

-Solo mirábamos el jardín desde el balcón, cariño.-contestó Adrian por mi ya que, claramente, yo no era capaz de disimular mi estado. 

-Menos mal, pensaba que algo había pasado. Nicholas quiere hablar contigo.-se me aceleró el corazón, en estos momentos, nuestra relación era demasiado complicada. Me despedí de ellos y caminé hacia su despacho. En el camino, me mentalicé para la conversación. Debía ser fuerte y mirar hacia el futuro. 

-Adelante.-contestó Nicholas. Abrí la puerta con cuidado y me senté en la silla que se encontraba al otro lado de su escritorio. 

-Pensaba que no tenías tiempo para mis tonterías de niña.-repetí sus palabras de hace unas horas. 

-No lo tengo, pero debemos hablar. Sé que sentiste lo mismo que yo, nuestro lazo es fuerte.-apartó su mirada de los papeles que tenía en la mesa y me miró fijamente. Su mirada me quemaba y me atraía a él como nunca antes. Tenía razón. Nuestro lazo era fuerte, podía sentirlo. Me empujaba a él y algo en mí quería tenerlo cerca y sentirlo. Me quedé callada, los dos lo hicimos. No sé si fue la soledad que experimenté hace tan solo unos minutos o si fue nuestra conexión lo que me empujó a levantarme de la silla y juntar mis labios con los de Nicholas. 

En cuanto, mis labios tocaron los suyos, la calma que tanto necesitaba inundó mi cuerpo. Nicholas me agarró de la cintura y me sentó en su regazo sin romper el beso. Nos besamos despacio, explorando la boca del otro con detalle. No era la primera vez que nos besábamos pero esta vez era distinto. 

Este beso estaba siendo el final a nuestra discusión y al rencor que nos teníamos por lo que había ocurrido en los últimos día. Este beso estaba siendo el principio de algo desconocido para los dos, de algo mágico superior a nuestras fuerzas. 

Nicholas intensificó el beso marcando el ritmo y demostrando su experiencia. Yo le seguí de la mejor manera que pude mientras enredaba mis dedos en su sedoso pelo. Nos separamos por falta de aire y Nicholas viajó a mi cuello. Dejó pequeños besos y leves mordiscos sin llegar a cortar mi piel. Un jadeo escapó de mi boca. 

-Muérdeme.-dije en un susurro. Nicholas paró y me miró. Sus ojos estaban tintados de un color rojo muy oscuro. Llenos de lujuria. Inundó su cabeza en mi cuello y sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo. Jadeé en respuesta y él soltó un gruñido. 

Fue increíble, nuestro lazo era increíble. 


Secuestrada Por El AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora