El Amante del Cultivador [En Emisión]

50 - Cuerdas del Guqin (Primera Parte)

Desde la primera vez que lo vio, lo único que deseaba era escucharlo reír. El eco de un recuerdo parecía inundar sus sueños y recubrir la oscuridad con la cálida esencia. Contuvo la respiración en cuanto lo descubrió en los muros antes, también contuvo la respiración ahora que sus memorias le mostraba la sonrisa iluminada por la fría luna. Delante de sus ojos, sin heridas que envolver, sin tristezas que guardar, Wei WuXian descubría su juvenil expresión alegre. El primer regalo que tomó de él, la primera nota que sonó en las cuerdas de WangJi en la soledad de la silenciosa habitación.

El segundo regalo fue aquel dibujo que le fue entregado. El trazado era suave y delicado, pero no fue el arte lo que guardó en su corazón, sino al artista. Wei WuXian se divertía tanto que Lan WangJi no pudo evitar emocionarse al ver su alma libre, riendo a carcajadas en el suelo. Quiso en ese momento arrojarse junto él, rodar a su lado y reír. Compartir esa felicidad. Pero solo escondió cuidadosamente el papel, entre un montón de otros más. Fue cuando estaba solo que lo guardó entre los libros de lectura y camino solitario hasta el Jingshi. Y la segunda nota sonó antes de que dieran las nueve de la noche.

- WangJi-xiong, ¿WangJi? ¿Lan WangJi? ¡Lan Zhan!

El tercer regalo, el tercer suspiro de vida y un nuevo acorde que estaba siendo tocado, rompiendo el silencio en que había crecido el noble alma de Lan WangJi. Lo había llamado por su nombre, una nueva primera vez se hizo paso hasta su corazón, sujetándose a él y sacudiéndolo. Debido a la cercanía de aquel momento, el deseo de levantar la mano y acariciar el rostro de Wei WuXian, alimentó el juvenil espíritu que se había contenido hasta entonces. Pero antes de poder tocarlo, aquella alma libre apartó la vista para darle un cuarto obsequio:

- También puedes llamarme por mi nombre.

Y desde entonces, usó su nombre una y otra vez. Para llamarlo, pensarlo, recordarlo y atesorarlo. "Wei Ying, ¡Wei Ying!" ¡Que liberador era poder pronunciar su nombre! Cada vez que lo llamaba, creía que se acercaba más, que podía sentir el aroma a loto de su piel, que al fin hundiría su rostro en aquel hombro y entre sus cabellos negros como la tinta, lo rodearía en un abrazo que sería incapaz de aflojar, incapaz de soltar. Un paso a la vez, solo así el tiempo y su persistencia harían que Wei WuXian se girara a verlo.

- ¡Wei WuXian!

Pero cometió un error. "¿Por qué? ¿Por qué no lo llamé por su nombre? ¡Wei Ying! ¡Wei Ying! ¡Wei Ying!" El corazón de Lan WangJi gritaba aquella noche, deseando retroceder y pedir una vez más. No pretendía alejarlo, y aunque corría lo más rápido que podía a su encuentro, Wei WuXian se alejaba cada vez más, siendo cubierto por una oscuridad que él no pudo dispersar. Las níveas manos de Lan WangJi se quedaron extendidas en el aire, rozando un lazo rojo que desapareció como la bruma entre sus dedos.

Aun así no se detuvo y no se detendría. No soltará la mano de Wei WuXian, no importa hasta dónde se escape de él. Lan WangJi lo encontraría.

La nostálgica melodía de una flauta, el grito ahogado por el dolor, las muertes que fueron puestas en sus manos, las lágrimas que derramó. Todas aquellas cosas las quería transformar para él: deseaba darle algo hermoso para escuchar, que los gritos sean reemplazados por risas, limpiar de sus manos la sangre y acompañarlo en un sueño donde su cuerpo descanse entre suaves mantos. Lan WangJi esperaba lograr convertir los recuerdos para él, y recobrar el alma libre de Wei WuXian: "Lo haré. Solo necesito un poco de tiempo" Pensaba mientras apretaba las sabanas en sus manos, rompiendo el fino tejido de hilo.

La fiebre regresaba, trayendo con ella la ilusión del pasado. Como si su propio cuerpo lastimado no fuera suficiente, también su alma viajaba sobre una espesa nube de culpas y arrepentimientos. Cada recuerdo era una palabra que no dijo, un gesto de sufrimiento que ignoró, un sentimiento que escondió por temor. Lan WangJi sabía que no podía regresar atrás, y es por eso que desde ahora, buscaría la manera de tenerlo a su lado, a costa de cualquier palabra que pudieran decir en su contra.