80 - Pañuelo de Seda

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Desde que abandonaron Yunping, Lan WangJi y Wei WuXian iniciaron un viaje por el lado oeste de Jiangnan, sorteando las ciudades en las que existan clanes que tengan relación con las grandes sectas, y de esta manera mantener un perfil bajo para lograr evitar que HanGuang-Jun sea llamado de regreso hasta Gusu. Pero debido a que Wei WuXian se encontraba agotado y algo adolorido desde el inicio de su excursión, no llegaron demasiado lejos cuando nuevamente se vieron en la urgente necesidad de detenerse para descansar; después de todo, aunque su cuerpo estaba notablemente saludable por las noches, le hacía falta reposar para recobrar energías.

A sabiendas de que el dolor de la cintura ajena era bastante molesto, Lan WangJi pensó que debían encontrar un lugar lo suficientemente cómodo como para que Wei WuXian evitara agravar su estado. Cuando encontraron a una modesta pero impecable posada, dejaron a Manzanita bebiendo agua afuera y entraron, sentándose en una de las mesas que daban a la ventana, observando por ella los puestos que estaban en las calles. En cuanto los vio entrar a su negocio, el dueño de la posada pensó que eran dos eruditos, pues muy pocas eran las veces que podría apreciar tal imagen impoluta en prendas y nobleza en las miradas. Entre sus dos nuevos clientes, no pudo evitar centrarse en Lan WangJi; si bien el hombre desconocía de sectas, sabía que alguien con aquella imagen definitivamente había nacido en una cuna de oro y se apresuró en llamar a uno de los empleados para que sacara la mejor vajilla que disponían en la casa.

El hombre ordenó a su joven hija que se haga responsable de atenderlos y ella, molesta por la insistencia de su padre, estaba decidida a atender de mala gana hasta que observó ambos hombres sentados: el primero, alto y con una postura correcta, mantenía una expresión fría en su guapo rostro mientras escuchaba pacientemente al joven que tenía frente a él; el otro, apoyando uno de sus codos en la mesa para descansar en su puño el mentón, tenía una sonrisa encantadora en su rostro mientras hablaba. La joven se centró en este segundo, pues el primero, aunque no menos guapo, definitivamente no mostraba ni una sola señal de que podría llegar a entablar alguna conversación. La joven acomodó sus ropas y cabello, tomó un recipiente de manís para ofrecerles y se acercó a la mesa:

- Buenos días, jóvenes amos – dejó el recipiente en la mesa – Veo que debe estar cansado de su viaje ¿le gustaría té...? – La joven entrecerró los ojos – o tal vez prefiere usted algún licor de la casa. Prepararemos un bocadillo especial si es que acepta la recomendación de esta servidora.

La joven mantenía una atrevida mirada fija en Wei WuXian y este, al notar que estaba coqueteando con él, levantó el mentón que hasta entonces había estado apoyado en su puño y sonrió amablemente en su dirección. Aquella respuesta causo que la joven sintiera un ligero cosquilleo en su pecho e inmediatamente se sonrojó. Lan WangJi observó a la doncella de la posada: en sus veinte, definitivamente tenía una figura agraciada y mantenía la limpieza de su piel con mucho cuidado. Pero no era esto lo que Lan WangJi estaba realmente observando, sino que reparó en aquel comportamiento insinuante hacia su compañero, y molesto, habló con voz firme:

- Los platillos

- ¿Ah? ¿Qué platillos? ¡Ah! Sí, tenemos algunos muy buenos que a los jóvenes amos les podría gustar pero – miró a Wei WuXian – es mejor si me dice qué le gustaría para el almuerzo y podemos ofrecérselo de inmediato.

- ¿Es así? – Wei WuXian levantó las comisuras de sus labios – ¿Escuchaste HanGuang-Jun? Puedo pedir cualquier cosa – volvió a apoyar su mentón en su puño y observó a la joven – Pero creo que lo mejor sería que nos trajeras la especialidad de la casa.

- El pollo marinado es muy bueno y nuestro estofado es de los mejores. – Levantó la mano – soy la que mejor lo prepara. Así que si el joven amo quiere probar mí comida solo tiene que pedírmelo. Puede acompañarlo con un suave licor...

El Amante del Cultivador [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora