Capítulo Uno: Davy Se Había Ido

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La primera vez fue así:

- Tú eres el hombre más terco que he conocido.

La última discusión de esta realidad se inició poco después en una pastelería sobre la calle Sullivan, Nueva York. Su primera respuesta fue ligera.

- Probablemente no deberías haberte casado conmigo, entonces.

Ella lo fulminó con la mirada.

-No puedo evitarlo. Es lo que siento. Por lo menos sé cómo me siento. Eso es mejor

de lo que solía ser.

Ella lo observó mientras recogía las migajas de la mesa, amontonándolas. El

ayudante de camarero estaba apoyado contra la pared, observando. Eran los

últimos clientes en el lugar y eran casi las 11:00pm, en la costa este.

- Vamos a salir de aquí-, dijo.

Caminaron hacia el aire frío de la calle. Era la primera semana de marzo. Fuera de vista, en un portal protegido con un olor débil de orina, puso su brazo alrededor

de su cintura y saltó, a una zona horaria diferente, al oeste, al pequeño condominio de dos dormitorios, cerca de su clínica, en Stillwater, Oklahoma.

Sus oídos se taparon y tragó por reflejo, tan acostumbrada a ello que apenas se dio cuenta. Estaba intensamente frustrada. ¿Cómo puedes amar a alguien y querer darle patadas en el trasero al mismo tiempo?

- Pero, ¿cómo me siento? Tengo treinta y un años. ¡Me gustaría tener hijos, mientras que todavía soy joven para cuidar de ellos!

Las esquinas de su boca se apretaron.

- Mira mi padre, no exactamente tienen el modelo del mejor padre.

Nunca lo sabrás hasta que lo intentes.

- Y ahí está el Fozo. No es exactamente un lugar seguro para niños.

- Podemos vivir aquí. Podemos vivir en otros lugares si es necesario. No es que

nosotros no tengamos los recursos.

- ¿Y cuando los niños empiecen el cole? ¿Tomó el autobús hoy pequeña Millie?, No, mi papá me teletransportó.

Ella lo miró, pero no podía encontrar una respuesta para eso. ¿Le pediría que

dejara de saltar? Saltar, ¿mentiría sobre ello a su hijo? ¿Dejaría que el niño lo sepa pero a qué precio, mintiendo?

Ella lo sabía muy bien. Había estado mintiendo acerca de Davy durante diez años.

Miró su reloj.

- Tengo una reunión con Brian en Washington DC en diez minutos. Él quiere

vender otra obra.

¡Oh, eso es conveniente! Luego recordó su cita del día anterior y se sentía culpable

por el pensamiento.

- ¿Quieres esperar aquí?- , él preguntó.

- ¿Cuánto tiempo crees que vas a demorar?

Se encogió de hombros.

- No mucho, creo yo.

Aún estaba molesta.

- Tengo clientes a las siete y media. Necesito mi sueño. Es mejor que vaya a la cama, en primer lugar. Aunque prefiero saltar a la cama.

- Muy bien.

Reflex - Steven GouldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora