Empezaba el cuarto día de la semana. Era el ecuador de las vacaciones y Lena solo había conseguido volver prácticamente al punto previo a secuestrar a la rubia. Tenía que ponerse las pilas si no quería volver a la capital con las manos vacías.
Se levantó temprano para preparar el desayuno de ambas. Una vez lo tuvo encima de la mesa fue a despertar a la rubia que dormía en su habitación.
Kara parecía dormir profundamente sobre un costado. Con cualquier otra persona hubiera recurrido a métodos como el zarandeo y llamarla por su nombre, pero era Kara. Se tumbó a su lado mirándola de frente. Primero, le dejó un beso en la frente. Bajó hasta la nariz dejando cortos besos. La rubia solo arrugó un poco la nariz, pero seguía durmiendo. Continuó por su mejilla hasta llegar al límite de su cara. Entonces bajó recorriendo su mandíbula. Nada, la rubia seguía dormida. La morena apartó el cabello rubio de su camino y colocó su mano sobre la cintura de Kara para mantener el equilibrio y siguió bajando por su cuello. Encontró un punto sensible porque la rubia dejó ir un suspiro y la agarró del brazo.
Entonces Kara la soltó y empezó a girarse para quedarse boca arriba. Se llevó la mano a la cara a la vez que empezaba a estirarse.
- Buenos días. - susurró Lena en su oído.
- ¿Por qué no me sorprende que te hayas colado en mi cama? - murmuró Kara con la voz ronca del sueño.
- El desayuno está listo. ¿Vienes?
- Un momento. Por lo menos, déjame abrir los ojos. - se quejó la rubia.
- Todo el tiempo que quieras. - asintió la morena sin moverse de su sitio.
- ¿Sabes que esto forma parte de las tres horas? No estamos ni desayunando, ni almorzando, ni cenando.
- Me parece bien gastar tiempo así. - contestó Lena mirándola fijamente.
- ¿Y tienes que mirarme así mientras me despierto?
- Estás un poco quejica esta mañana.
- Es lo que tiene levantarte con tu secuestradora encima.
- La peor experiencia de tu vida. - rio Lena.
- ¿Puedes ir yendo, por favor? - le rogó Kara. - Ahora vengo yo.
- Está bien, pero solo porque me lo pides por favor.
Lena la dejó sola, cosa que permitió que Kara lograra recuperar la consciencia más o menos. Su mente estaba sumergida en la sensación de despertarse con Lena acariciándola.
Pasaron el desayuno charlando animadamente. Kara entrenaría durante esa mañana. Lena decidió que buscaría un refugio del Sol entre las rocas de la cala para leer.
Kara seguía empeñada en lograr aprender movimientos con las dos espadas. Estaba un poco frustrada por su falta de coordinación. Y para compensarlo, empezó a golpear con más fuerza el árbol. En uno de sus golpes, no calculó bien la distancia y la espada pasó de largo sin golpear el objetivo. Pudo oír perfectamente como crujía su espalda. Intentó volver a la posición inicial y toda su espalda volvió a crujir. Del dolor que la recorrió, le costó coger aire. Prácticamente no podía mover la espalda. Y para acabar de mejorar el conjunto, las dichosas costillas que se rompió también se dolieron del movimiento.
- ¡Rao! - gritó de dolor.
Intentó levantar uno de sus brazos, pero notó fuertes pinchazos en la espalda y no pudo. Rendida volvió a dejar caer el brazo.
- Supongo que esto será todo por hoy. - suspiró la rubia. - Seguro que Lena tiene un remedio de los suyos milagrosos.
Kara soltó tan delicadamente como pudo las espadas en el suelo. Se dirigió a la playa en búsqueda de Lena. Fue toda una aventura bajar por allí con limitación de movimientos y sin poder mirar siquiera el suelo que pisaba.
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Dioses y guerras [Supercorp AU]
RomantizmLa Casa de El se había pasado veinte años luchando contra los rebeldes Luthor que se negaban a cerder ante ellos. Kara, como pincesa, acababa de ser enviada al territorio enemigo para controlar los avances de los rebeldes. Lena había viajado para cu...