Capítulo veintiuno.

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A los minutos de salir del departamento, el hombre botó una risa que le calo el oído a Chanyeol del otro lado de la puerta y antes de tomar el ascensor sonrío y marco un número telefónico y entró hablando al cubículo y las puertas cerraron después de un estruendo.

Sentía un fuerte ardor en la cara, sentía fresco el puño intimidando su rostro. El dolor se acumulado en la zona de la boca, haciendo que sintiera pequeñas puntadas o cristales que constantemente lastimaban su labio; tenía un malestar en la columna vertebral que le impidió levantarse inmediatamente sin antes botar un ronco gemido de sufrimiento y arrugar la alfombro, pero eso no era lo peor; sentía un dolor general permanente en todo el cuerpo y en el alma.

Si antes estaba roto emocionalmente, ahora también lo estaba físicamente, estaba totalmente destruido, tanto así que ni siquiera podía arrastrar los pies por la fría cerámica de su hogar sin callar un gemido que gesticulaban sus labios, sus rotos labios.

Inconscientemente el primer destino que tuvieron sus pies fue el baño y abrió la manilla con cuidado, para que el esfuerzo no provocara algún dolor innecesario. Cuando el reflejo expuso ante sus ojos las moradas marcas en su rostro y la sangre seca, chasqueo la lengua en reflejo de indignación y volvió a gemir, porque el dolor hizo que la punzada se agudizará provocando un fuerte dolor.

Con el leve tiritar de sus manos cogió algo de gaza y alcohol. Impregno la tela en el líquido y titubeo unos segundos si aplicarla o no, pero  sus dedos se dirigieron igualmente al lugar y las heridas ardieron, mientras la mezcla de la sustancia y la sangre escurrían por su cara al igual que las primeras lágrimas que estuvieron acumuladas más de media hora sus párpados inferiores.

Luego de un trago de alcohol y de sus heridas algo sanadas, camino con la misma lentitud y se dirigió a su cama y luego de botar unos cuatro o cinco gritos de dolor, del contacto entre las sábanas y sus heridas, comenzó a llorar, lentamente, mientras hipaba en entre lágrimas y lágrimas, hasta que cayó rendido a los brazos de Morfeo, mucho antes de lo que él esperaba.

El día siguiente sería extenso, sería agotador, sería sufrido, sería hiriente, sería despechado, sería todo lo agónico que la vida podía entregarte, una especie de respuesta del Karma, una especie de doblar la mano del adversario. Chanyeol sinceramente no quiere que llegue el día siguiente y desea, pide morir en el sueño, una especie de salida rápida a sus problemas, un beneficio para cada una de todas las personas que se cruzaron en su camino y les hizo mal.

Esa noche sueña que está en los brazos de Baekhyun llorando, mientras el pelinegro le besa la frente y sus labios están tibios, puede sentirlos, mientras con sus dedos largos y finos acariciaba su espalda y sentía que ésta ya no dolía. Estaba en paz, era el paraíso.

A pesar de que concibió el sueño mucho más rápido de lo que esperaba, no se prolongo por mucho tiempo y cuando su reloj marcaba las cinco con siete minutos de la mañana, se despertó con el mismo ardor en el cuerpo que la noche anterior y lentamente se levanto hasta quedar sentado en un costado de la cama mirando sus pies.

Cuando logro ponerse de pie, sin botar un sonido acorde al dolor, saco una maleta del ropero y miro a su alrededor mientras bota un suspiro largo e intenso: Era hora de empacar.

Cogió un poco de ropa de invierno, tres abrigos, dos suéteres de cuello largo, una bufanda, dos pantalones de tela gruesa; para verano sólo cogió pantalones a media pierna, camisas y unas cuantas poleras de manga corta. A diferencias de las prendas de vestir, en éste caso, Chanyeol coge todos sus zapatos, sus tenis y algunas pantuflas.

Luego de unos minutos, acomoda un par de cosas más y cierra la maleta. Cuando mira la hora en su celular indican las seis con dos minutos de la mañana y coge la maleta de la manilla y la arrastra junto a sus pies hasta que llegan al comedor.

Caos (Baekyeol/Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora