Capítulo 18

212 33 2
                                    


   ¿CÓMO era posible qué, después de cómo la había besado, Taehyung no la llamara?

Yerin pasó el martes como pudo, sintiéndose apenas capaz de contar una docena de rosas sin pincharse los dedos. Estaba en un continuo estado de agitación, esperando ver a Taehyung entrando en la tienda cada vez que se abría la puerta.

Después del trabajo volvió rápidamente a casa. ¿Debía llamarlo? Su último consejo había sido que fuera ella misma, y la verdadera Jung Yerin era demasiado cobarde como para llamar a un hombre y decirle que estaba loca por él. ¿Pero cómo podía saberlo Taehyung si no se lo decía? Él aún pensaba que estaba totalmente centrada en la idea del matrimonio, y ella sabía que él no quería saber nada al respecto.

Sin embargo, la noche pasada la había deseado y ella le había correspondido. Estuvieron tan cerca que Yerin aún podía sentir las chispas. Lo que Taehyung no quería era comprometerse, y no podía saber que ella estaba dispuesta a conformarse con lo que quisiera darle.

«¡Olvida las invitaciones de boda!», se dijo. Ya las había elegido una vez con el hombre equivocado. ¿Cómo podía decirle a Taehyung que él era el adecuado sin hacer que saliera corriendo en dirección contraria? No hacía falta que fueran a por anillos de compromiso se conformaba con hacer manitas en el cine o con que se llamaran por teléfono simplemente para charlar.

La luz de su contestador parpadeaba cuando entró en el apartamento. Deseaba con tal desesperación que fuera Taehyung que temía escuchar el mensaje.

Finalmente, apretó el botón.

Era Taehyung. Yerin deseó abrazar a alguien, pero se tuvo que conformar con un almohadón del sofá.

—Anoche estuviste muy bien —dijo la voz grabada de Taehyung. Algo en su tono de voz hizo pensar a Yerin en un profesor entregando un aprobado. No era aquello lo que quería oír—. El entrenamiento ha finalizado... no puedo enseñarte nada más. Puede que alguna vez volvamos a vernos.

¿Cómo podía haber dejado un mensaje como ése en el contestador? Yerin sintió que el corazón le iba a estallar en mil pedazos. ¿Cómo podía besarla de aquella manera para luego echarla de su vida?

Permaneció varios minutos quieta donde estaba, más aturdida que enfadada. No podía decirse que Taehyung la hubiera dejado, porque ni siguiera habían llegado a tener una relación sentimental. Él sólo le prometió ayudarla para buscar al señor Perfecto. No era culpa suya que ella se hubiera enamorado del señor No Interesado.

—No comprendo —dijo en voz alta.

La noche pasada, Taehyung quiso hacer el amor con ella. No necesitaba lecciones para saber eso. Probablemente pensó que, renunciando a lo que ambos querían, estaba siendo noble. Ahora era demasiado tarde para hacerle saber que ya no estaba obsesionada con el matrimonio.

Nunca sería una auténtica «chica mala». El mismo Taehyung se lo había dicho. ¿Significaba eso que nunca haría el amor con un hombre al que realmente amara?

Ignorando las lágrimas que rodaron por sus mejillas, se prometió una cosa si alguna vez tenía la oportunidad, experimentaría todo lo que una mujer debía experimentar. Taehyung había sido la segunda gran decepción sentimental de su vida, y ésta vez era su corazón el que había resultado herido, no su orgullo.

MinHyuk la llamó el jueves para decirle que ese fin de semana debía dar un seminario sobre ventas en Incheon, y que no podría verla el sábado. Yerin no supo si sentir alivio o decepción.

—Esas son las malas noticias —dijo MinHyuk, entusiasmado—. La buena es que he sido el máximo vendedor de éste último trimestre y he ganado un fin de semana con los gastos pagados en Las Vegas.

—Felicidades, MinHyuk. Me alegro por ti.

—Aún hay más. El viaje es para dos. ¿Qué te parecería venir conmigo?

—No sé...

—Espectáculos, juego, diversión... Será fantástico.

—Yo no...

—No rechaces mi propuesta ahora mismo. Sin ataduras. Si quieres, podemos pedir habitaciones separadas. En serio.

Cuando, finalmente, Yerin colgó, tuvo que admitir que MinHyuk era realmente un buen vendedor. Ella no había dicho sí, pero él la había convencido para que se lo pensara. Y lo cierto era que le gustaba aquel tipo. Lo pasaban bien juntos. Él no tenía la culpa de no ser Taehyung.

*****

Las ventas de la tienda de muebles marcharon muy bien en marzo, tanto, que Taehyung decidió tener abierto hasta tarde durante una semana. Él mismo trabajó las horas extras, y, tras jornadas de doce y catorce horas, acababa demasiado agotado como para hacer algo más que caer rendido en la cama por las noches. Eso era mejor que estar solo en su apartamento echando de menos a Yerin.

Durante las tres semanas pasadas había descolgado el teléfono para llamarla al menos una docena de veces, pero ¿qué podía haberle dicho? Hizo lo correcto, aunque cobardemente, dejándole un mensaje en el contestador.

Estaría bien cuando el dolor pasara. Entretanto, no podía arriesgarse a volver a ver a Yerin ni siquiera a hablar por teléfono con ella.

También hizo lo posible por evitar a JeongHan y sus informes sobre los progresos que hacía MinHyuk con Yerin.

Estaba solo en la parte delantera de la tienda cuando, la puerta se abrió. Cuando se volvió para saludar al cliente, vio que se trataba de su hermana. TaeHee tenía un aspecto magnífico y sus ojos relucían.

—Hola, nena —saludó— estás muy guapa. Sólo te sobra un poco de trasero, pero a algunos les gusta eso.

—Si alguna vez dijeras algo agradable sin añadir "nada a continuación..."

Taehyung sonrió cariñosamente.

—Sólo bromeaba. ¿Qué te trae por aquí? Mamá se ha ido a las dos.

—No he venido a verla a ella.

—Eso resulta amenazador.

—Quería arrinconarte personalmente, ya que últimamente pareces estar desarrollando ciertas tendencias antisociales.

—Se llama adicción al trabajo.

—Nunca has sido un adicto al trabajo. Siempre has sabido encontrar tiempo para divertirte.

Taehyung se encogió de hombros, sin molestarse en buscar argumentos para discutir con una mujer con la que había compartido la bañera... más de veinticinco años atrás.

—JeongHan y yo vamos a dar una fiesta el sábado. Nos gustaría que vinieras.

—¿Una gran fiesta?

—Tanto como permita nuestro apartamento. Algunas de mis compañeras de vuelo tienen un puente este fin de semana.

—¿También... a..?

—¿Dayeon? No, no va a venir. No la impresionaste demasiado.

Taehyung podía comprenderlo.

—¿Y Yerin?

—No la he invitado. ¿Podemos contar contigo?

—Sí, claro —Taehyung sabía que tenía que volver a ponerse en circulación en algún momento, y las amigas de TaeHee eran una oportunidad ideal—. Llevaré cerveza y patatas fritas.

—Ven hacia las ocho. JeongHan se alegrará de verte.

—¿El león enjaulado recordando sus días de libertad?

—Tú caerás en la trampa cualquier día de estos.

TaeHee se fue. A Taehyung nunca le había gustado que su hermana siempre tuviera la última palabra. 









*Capítulo corto. Se acerca el final.

Vestido de Novia - TAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora