Capítulo 6

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    TAEHYUNG despertó despacio y de mala gana a la mañana siguiente, parpadeando contra el brillante sol invernal que entraba por la ventana.

El timbre del teléfono penetró su cráneo a la cuarta llamada, pero no pensaba contestar. Se suponía que debería estar en casa de sus padres, viendo cómo abría TaeHee sus regalos de boda... como si un par de recién casados no tuvieran nada mejor que hacer.

—Ridículo —murmuró, alegrándose de saber que nunca sería un recién casado al que sacarían de la cama la primera noche de su luna de miel para arrastrarlo a casa de sus suegros.

No tenía resaca, pero sí se sentía pasmado. ¿Qué diablos había sucedido la noche anterior para que se le ocurriera ponerse a dar clases de baile a Yerin? ¿Y por qué la había besado en la frente? No había hecho una tontería parecida desde el día en que echó un pez de colores dentro de la camisa de una chica, en el colegio.

El teléfono volvió a sonar. Salió de la cama y, temblando, fue al teléfono del mostrador de la cocina. En lugar de contestar, dejó que el contestador tomara el mensaje mientras él se ponía la bata. Luego escuchó los mensajes; una sensual despedida de Dayeon; una invitación de Nayoung para acudir a la fiesta que daba un amigo; MinHyuk pidiendo el teléfono de Yerin.

—Maldita sea —dijo en voz alta. ¿Por qué no se lo pidió personalmente en la fiesta? ¿No había hecho él suficiente llevándola?

Pero iba a llamarlo enseguida para librarse de aquello cuanto antes. Quería que sus amigos fueran a por Yerin. Cuanto antes estuviera ésta fuera de circulación, mejor para su paz mental. Besarla no había sido precisamente un movimiento muy hábil; Yerin era demasiado adorable, demasiado besable... para la seguridad de un soltero que quería seguir siéndolo.

No debía engañarse. No había duda de que, además de dulce y divertida, Yerin era atractiva. Desde luego, no le importaría nada llevársela a la cama, por ejemplo, en ese mismo momento, pero él sólo estaba interesado en el presente, no en el futuro.

Desafortunadamente, Yerin aún necesitaba unos consejos, y él se sentía obligado a hacer más para ganarse los pases para ver a los Bears. Pero en cuanto uno de sus amigos picara el anzuelo, se desligaría de ella.

—Desligarse —probó la palabra en alto y le gustó cómo sonaba.

Mientras mantuviera la perspectiva, al menos él no caería en la trampa de Yerin.

A pesar de sus buenas intenciones no se animó a llamarla con más consejos ese día... ni al siguiente, ni al otro.

El miércoles por la mañana, para celebrar una buena venta en la sección de bricolaje de la tienda, dejó a su asistente a cargo de ésta y fue al gimnasio, donde hizo hora y media de ejercicio. Había tomado la firme decisión de no preguntarse si Jung Yerin habría tenido noticias de MinHyuk o de alguno de los tipos que husmearon a su alrededor durante la fiesta.

De vuelta en su apartamento, escuchó los mensajes. Sólo uno llamó su atención.

—Hola, Tae. ¿Me recuerdas? Soy Dayeon. Probablemente te sorprenderá volver a tener noticias mías tan pronto, pero mis planes de vuelo han cambiado. Mañana salgo para Roma desde Daegu y adivina qué. Esta noche estoy libre... toda la noche. Me encantaría verte.

De manera que tal vez tenía una cita para cenar, pensó Taehyung, ¿pero planearía Dayeon utilizar su apartamento para pasar la noche? No había dejado su número de teléfono; un mal presagio.

Estaba debatiendo si ponerse a hacer una limpieza a fondo cuando sonó el teléfono.

—¿Has escuchado mi mensaje, Tae? —ronroneó Dayeon con la sutileza de una estrella de cine porno.

Vestido de Novia - TAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora