Capítulo 2

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   TAEHYUNG llamó a Yerin desde la tienda a la mañana siguiente.

—Mi hermana quiere el vestido —dijo—. Puedo pasar a recogerlo cuando te venga bien. En enero no hay demasiado movimiento en la tienda.

—Y que lo digas —replicó Yerin—. Este mes no he hecho más que enviar flores a hospitales y funerarias.

—Oh —la visión de ataúdes y camas con enfermos no encajaba con el recuerdo que tenía Taehyung de las largas pestañas y las mejillas ruborizadas de Yerin.

—Trabajo en una floristería —explicó ella—. Ahora tengo que irme a trabajar. Ven a por el vestido cuando quieras a partir de las seis.

—Tu casa está camino de la mía. Pasaré poco después de las seis.

Un minuto después de las seis, Taehyung llamó al apartamento y se identificó. La voz de Yerin sonó como la de Minnie Mouse en el interfono, cosa que estaba bien. Su «sube» fue reconfortante; era una chica agradable, pero él nunca podría tomársela en serio.

En esa ocasión, Yerin abrió la puerta del todo nada más verlo.

—He dejado el vestido fuera por si querías volver a verlo —dijo, señalando el sofá. Las mesas de los extremos, pintadas en un agradable color verde musgo, se parecían a unas que Taehyung vendía en la tienda.

—Bonitas mesas —dijo él, preguntándose por qué no se habría fijado en ellas la primera vez. Las mejillas de Yerin se cubrieron de rubor.

—Gracias. Las compré en una tienda de muebles que estaban terminando de montar y las pinté yo misma.

—¿En la tienda que hay en Seobu?

—Sí contestó Yerin, sorprendida—. ¿Cómo lo sabías?

—Esa es mi tienda. Hiciste un buen trabajo. La mayoría de la gente pinta sin molestarse en lijar, y luego se extrañan de que les quede mal —Taehyung pensó que aquello no tenía nada que ver con el vestido, y que era absurdo sentirse tan complacido por el hecho de que Yerin hubiera comprado un par de sus mesas—. Supongo que te las vendió alguno de mis dependientes —añadió, preguntándose si la habría visto antes y lo había olvidado.

—Se las compré a una mujer mayor. Recuerdo a la gente bastante bien.

—Mi madre echa una mano a veces.

—Era muy agradable —Yerin sonrió.

—¿Qué te hace sonreír?

—No debería decírtelo.

—Ya no me puede sorprender nada de lo que haga mi madre.

—Mencionó algo sobre desear que su hijo encontrara una chica buena y agradable.

Taehyung gruñó y Yerin volvió a reír.

—No debería habértelo dicho —dijo—. Supongo que debí mencionar que quería las mesas para un nuevo apartamento después de la...

—Respecto al vestido —Taehyung no iba a darle la oportunidad de hablar de nuevo sobre la boda que no fue—. Te pagaré en efectivo para que no tengas que preocuparte por un cheque.

—No pareces un tipo capaz de dar un cheque sin fondos.

—Gracias —dijo él con burlona seriedad—. Me alegra que mi honradez resplandezca.

—Pondré el vestido en la bolsa de plástico en que venía.

—Gracias —dijo Taehyung, pero lo que realmente le habría gustado habría sido que Yerin se hubiera ofrecido a ponérselo para que pudiera comprobar el efecto. O, mejor aún, que le hubiera dejado ver cómo se lo ponía. Llevaba una falda corta y verde de lana que confirmaba lo que había imaginado: tenía un fantástico trasero. Se preguntó si llevaría braguitas de encaje. Sería bonito que también llevara un sostén a juego; teniendo en cuenta cómo lo rellenaría, resultaría sumamente agradable verlo.

Vestido de Novia - TAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora