Felix reprimió con todas sus fuerzas las terribles náuseas que estaba experimentando después de comer. Decidió entonces, sentarse frente al brillante balcón iluminado por el sol y mirar por horas el anillo de plata ennegrecido y oxidado que se mantenía todavía en su dedo.
Comenzó a lagrimear un poco. La esquina de sus ojos ardía.
¿Todos los sentimientos en estos catorce años realmente fueron rebajados a esto? ¿O es que es más fácil hacerse rico que lograr que una relación permanezca unida?
Felix nunca ha sido tan consciente de que se está autocompadeciendo. No se puede decir que lamente las décadas de amor ni que se arrepienta de sus sentimientos... Pero se siente tonto por abandonarse a un amor sin retorno como ese. Sabe que no tendría que bajar la guardia, no debería de rendirse solo por el huracán en su vida ocasionado por un hombre. Pero lo hace.
Hwang Hyunjin se despertó un día, salió de la habitación y se fue de la casa. Dijo que su supervisor lo llamó para decirle que tenía problemas con una lista de ventas.
—En cuanto lo resuelva, volveré.
Felix le envolvió en el cuello una delgada bufanda de cachemir de seda azul, y luego se despidió de él agitando la mano con una sonrisa:
—Sé que no tienes miedo del frío, pero tú cuerpo no puede soportarlo.
Hyunjin sonrió también, le besó en la frente y le ayudó a las manos de lixie, terminando de hacer un nudo con la bufanda.
—Mi amorosa esposa.
En cuanto Hyunjin se perdió de vista, suspiró un poco y llamó a Minho. Él, al contrario de Hwang, respondió de inmediato:
—¿Hola?
—Doctor Lee. ¿Está bien si lo veo ahora?
—Ven, hoy estoy de guardia. Hay una cirugía programada para la tarde así que sería bueno que llegaras temprano.
—Bueno, puedo intentarlo.
Felix deslizó unos largos y aplastados pelillos por su frente. Pensó entonces, que cuando regresara podía ir y cortar su cabello hasta dejarlo casi pegado a su cabeza.
Lee hizo una pausa. No encontraba más que decirle, pero no quería romper la conexión:
—Trata de venir fresco hoy. Abrígate, pero ponte ropa cómoda abajo.
Lee reaccionó con una sonrisa y dijo gracias. Lee Minho estaba decidido a impactar en su vida de alguna manera.
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Hacía mucho viento afuera, y el aire frío le entró de golpe por la nariz y viajó hacía el interior de su tracto respiratorio. Sabe que es un mal hábito, el no gustar de usar cubrebocas. Pero cuando algo no le gusta, no le gusta y se acabó.