Hwang Hyunjin arrojó a Lee Félix sobre la cama al día siguiente y, nuevamente, justo como un perro grande, olfateó al pecoso.
—¿Qué es ese olor?
El cuello del Rubio es muy sensible, no le resulta fácil ser golpeado de improviso por su cálido aliento.
—¿Olor?
Hyunjin le mordió la clavícula:
—Hueles a gato.
Felix sostiene el rostro de Hwang entre sus manos y sonríe antes de besarle la frente:
—Entonces, puedes imaginar que estás abrazando a uno.
—¿Vas a bañarte verdad?
El pelinegro llenó de besos la cara del pequeño Lix y luego, repitió lo mismo con su vientre. Los sonidos bajos y las respiraciones entrecortadas de Felix tienen, inconscientemente, un poco de excitación impregnada.
El sonido de la necesidad de Lee es muy placentero... Hyunjin lo admitiría mil veces si se lo pidieran: Suena incluso mejor que su amante.
Le gusta porque es tímido... Y cuando los tímidos se entregan, lo hacen a profundidad. De buena manera.
—No... No me dejes marcas. Fui al hospital el otro día y cuando me quité el abrigo...
Hyunjin se mueve muy agresivamente sobre el cuerpo de Felix e interrumpe sus palabras. Le corta la respiración, le entumece los dedos. Sus ojos arden, están inundados en lágrimas:
—... Hyun... Lento ... Que sea lento...
—Voy a ir lo suficientemente lento. — Hwang lo acaricia con suavidad entre las piernas. La acción hace que su cuerpo se curve, empieza a salivar a medida que le besa ahora por los muslos—. ¿Cortaste tu cabello?
Lee se muerde los labios. Las acciones sobre él son tan intensas que apenas puede formular una respuesta.
—Sí... Lo... Lo corté... ¡AH…!
Hyunjin se levanta, se inclina y le ataca el cuello una vez más. Lo hace porque sabe que a Felix le gusta sentir sus labios bajo su oreja. Le gusta sentir su barba de un día... Le gusta cuando succiona su garganta. Le encanta tanto que le sostiene, le araña y le pide por más.
Hwang Hyunjin rara vez ve la iniciativa de Lee Felix, y por esa razón su corazón comienza a temblar. El jadeo que suelta cuando le muerde, es sin embargo repentinamente confuso. No puede evitarlo y termina tomándole del cabello. Lo sostiene con fuerza y le pide de nuevo que vaya más despacio. Hyunjin le sostiene de las piernas, las flexiona y se arrodilla sobre la cama. El pecoso no puede soportarlo más. Casi pide clemencia gritando:
—Hyunjin... Hyunjin Hyung... ¡Más lento! ¡Te lo ruego! ¡Más lento!
Al final, Hyunjin no puede evitar sentirse absolutamente feliz con sus súplicas. Se siente más renovado de lo que ha estado en mucho tiempo. Cuando Hwang estira sus articulaciones, sostiene todo el cuerpo de Felix entre sus brazos. Le acaricia la espalda, la cadera y sus pequeños glúteos, todo de poco en poco.
Después de un largo tiempo, susurró:
—Dios ¿Por qué repentinamente estás tan delgado?
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Al día siguiente, cuándo Felix se despertó, Hyunjin ya se había ido. Nevaba nuevamente y hacía mucho frío. Lee se sienta en silencio por un tiempo. Intenta no dejar caer todo su peso, se mueve un poco y se queja porque tiene la cintura adolorida y las piernas no le responden...
Tiene una sesión de quimioterapia hoy.
Al salir de la habitación, se sorprende demasiado al ver que los platos de comida de los gatos están llenos de alimento y rebosantes de agua limpia. No puede creer que Hyunjin le ayudara a hacer eso. Todavía queda pasta, cerdo y arroz en la mesa. Se puede comer después de calentarlo en el microondas, piensa.
Felix se estira, sacude la cabeza, sonríe y toma las cuatro bolitas pequeñas y peludas del suelo entre sus brazos. Da una vuelta con ellas por todo el departamento y después de beber su medicamento, se cambia de ropa, los deja en su cama y se va al hospital.
Lee se miró en el espejo antes, por lo que ahora camina sin necesidad de una bufanda por la banqueta desierta. Afortunadamente, Hwang escuchó sus palabras durante la noche y no dejó ninguna marca en algún lugar visible... Aunque, bueno, los lugares que están cubiertos por su ropa son un desastre.
Cuándo va por la carretera, su estado de ánimo continúa siendo muy tranquilo... Sin embargo, cuanto más cerca está del hospital, más lento comienza a moverse. Lee Minho le había dicho claramente que tenía que ser hospitalizado durante la quimioterapia, pero Felix se negó sin dudarlo ni siquiera un poco. No quería escuchar sobre las terribles secuelas que tendría, ni de los efectos que aparecerían inevitablemente con el tratamiento.
Porque tiene miedo... De en lo que puede llegar a convertirse.
Lee Felix no lo analizó demasiado, pero sabe que este proceso será muy doloroso y terriblemente largo. La quimioterapia hace que Felix sienta que está muriendo, que lo matan. Es realmente incómodo, el dolor de cabeza es asqueroso, y la quemazón en todo el cuerpo le hace sentir que va a estallar. Siente como si sus vasos sanguíneos se estuvieran llenando de gusanos gigantes que se aplastan y se retuercen bajo su piel. El dolor es el infierno en la tierra. El pecoso le tiene miedo al dolor... No sabe si podrá soportar la próxima oleada de sufrimiento, menos si resistirá a los siguientes días.
Las pálidas y pecosas mejillas de Felix están mojadas por el sudor frío, y los labios que acababan de ser mordidos por sus duros dientes, están goteando de sangre.
Minho le confesó a otros médicos que tomaría un descanso todos los días a la misma hora por un par de semanas para acompañar a un paciente especial que llegaba sin familiares. Aunque había administrado quimioterapia a un número casi exagerado de personas, siente un terrible dolor instalándose en su pecho mientras lo mira a él. Sentado, sufriendo. Se siente sumamente angustiado.
—Sr. Minho...
Minho se siente aturdido mientras le llama.
No sabe si es el sudor o son las lágrimas las que están empapándole la piel. Quiere quitarle la sangre de la boca, sus labios están azules.... Para Minho, sigue siendo, sin embargo, una cara absolutamente preciosa.
—Tú... no me dijiste que dolería así...
El Lee mayor le dio una suave palmadita sobre la espalda:
—Está bien. No pasa nada, se acabará muy rápido. Yo estoy aquí.
Lix le sonrió, y el pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda se dejó ver en todo su esplendor.
El dolor en los ojos del rubio es tan real, le hace sentir tan roto...
—Realmente me duele. Me ha dolido por mucho tiempo.