Minho abrió la tapa de un pesado termo cromado. El ligero aroma a limón acompañado por un toque de hierbas, flotó e impregnó todo el lugar.
—Es un producto naturista, mi amigo trabaja en la farmacia y lo consiguió para mí. Debería saber bien —dijo el médico.
Felix va a recoger los platos cuando escucha:
—Pruébalo por favor, no esperes hasta que se caliente.
El pecoso se echó a reír y bromeó:
—¿Qué tan alto es el salario de un médico ahora como para conseguir algo así? ¿Está relacionado con el estado de ánimo del paciente?
El castaño no dijo nada. Firmó un informe médico que tenía a la mano, tomó un taburete y se sentó junto a Felix:
—Vamos a comer juntos entonces.
Felix abrió la boca, aunque no pudo salir nada de ella. Minho se mostraba algo angustiado también. Cuando le entregó los palillos al rubio, murmuró dos frases más:
—No tengo familia y quiero que alguien me acompañe a cenar. No esperaba que te avergonzara tanto.
Se da cuenta de que Lix está moviendo la cabeza:
—Hay médicos que no son tan buenos, así que me siento halagado. —Se rio apresurado. Minho también curvó levemente los labios y de repente quiso tocar las largas pestañas que sobresalían de los párpados de Felix. Su nariz y esas hermosas mejillas repletas de preciosas manchitas.
Lee Minho es en realidad una persona muy decidida, supone que es debido a su trabajo. Si quiere algo, hace lo necesario para obtenerlo... Hoy, sin embargo, solo le basta con permanecer en el corazón de Felix por una noche.
Le cuesta mucho concentrarse en su trabajo porque piensa en él. Tal vez es estúpido por esperar tanto, y mientras piensa en eso revuelve el tazón de su sopa.
—¿No tienes hambre? —preguntó Minho con un tono bajo. Vio que Felix solo había movido sus palillos una y otra vez y no estaba sosteniendo nada con ellos. Cree que esos palillos son más afortunados que él.
Felix negó con la cabeza.
—No, es así en casa también. No logro tener apetito.
—Estoy buscando a alguien que sea compatible contigo lo antes posible. Ya sabes, hablo de la médula ósea.
Minho cree que la enfermedad de Felix puede curarse. Lo que, es más, cree que puede sobrevivir porque está hablando precisamente de Lee Felix, y la situación es naturalmente más personal.
La quimioterapia del rubio no le está ayudando. El tratamiento actual no es una mejora en absoluto, pero se está esforzando y está decidido a que el otro se esfuerce también.
—Gracias.
Felix no tiene ningún rastro de alegría en su expresión.
—Tu enfermedad... ¿Él lo sabe?
Minho continúa luchando con sus emociones e intencional o tal vez involuntariamente, hace preguntas sobre su relación.
Quizá es su imaginación, pero Lee Minho sintió que la cara de Lee Felix estaba más pálida que antes. Sus cejas estaban aplastadas por un gran cansancio. Luego habló, y no hubo ni siquiera una leve oleada de dolor en su voz cuando dijo:
—No quiero decirle.
Minho no preguntó mucho. Él sabe que Felix debe tener dificultades indescriptibles, y la relación que ellos tienen no da como para indagar todavía tanto.
Pero Minho no tiene sentimientos de culpa por involucrarse. Rara vez quiere a alguien. Tendría vergüenza de sí mismo si no trata de perseguirlo.
—Si te resulta difícil, solo dale pequeños sorbos a la comida de ahora en adelante. Te recogeré mañana para ir a traer la medicina. — Minho no quería dejar que Felix se sintiera apenado por eso. Se lavó las manos y tomó la ropa del menor—: Bueno, vamos. Te llevaré a casa.
El rubio sabe cuántos problemas le está dando a Minho. Básicamente lo molesta todo el tiempo desde que comenzó su tratamiento, y su corazón no está tan tranquilo. Minho es muy atento, amable con todo. Al final, se lamenta de no regresarle nada.
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Cuando estaba en el asiento del copiloto, volteó y le dijo entre risas:
—Las chicas quieren casarse con un médico como tú, ¿cierto? Debes ser muy popular.
—Mmm... A las mujeres les gusta. Lo admito.
Felix se sorprendió y miró a Minho, esperaba que continuara hablando, pero descubrió que no era un tema que le interesara. De todas maneras, no parece el tipo de hombre que juguetea con mujeres en su tiempo libre.
—¿Dejas que me burle de ti un poco más?
Felix sonrió. El mayor también se rio y no dijo nada.
No fue hasta que el pecoso bajó del auto que Minho volvió a hablar, bajó la ventanilla y gritó:
—¡Espera Lee!
Felix dio un paso adelante y se volvió en su dirección:
—¿Doctor?
Minho bajó del Ferrari y se quitó la bufanda de sobre sus hombros. Se inclinó, le sujetó y la envolvió con cuidado alrededor de su cuello. Lee Felix aguantó la respiración.
—Sube a casa, te recogeré a las dos de la tarde.
Hasta que el automóvil deportivo se fue, Lee fue consciente de que sus sentidos se ralentizaron. La bufanda en su cuello tiene la temperatura de otra persona. Tiene su olor...
Lee no quiere sacar conclusiones. No cree que a Minho le gusten las personas de su mismo sexo. Tal vez, el médico simplemente es una persona muy buena.