Lee Felix suspiró, riéndose de la estúpida costumbre que tenía por ayudarle a Hyunjin en absolutamente todo.
Ahora estaba empacándole la maleta.
Los cuatro gatitos están más animados después de haber bebido su leche. Sus patas son tan cortas que todavía no pueden saltar con facilidad, pero se las ingenian para pedirle que juegue con ellos.
Suben a la maleta y comienzan a prepararse para dormir.
A Lee le gusta que se sientan cómodos. Le hace feliz que sean felices.
—Está bien, salgan ya. —El rubio utiliza las yemas de sus dedos para acariciar suavemente sus frentes—: Esperen, tengo que doblar un par de cosas más y después, podemos dormir los cinco juntos.
Hyunjin se encuentra parado junto a la puerta, pero no se atreve a hablar. Le gusta la gentileza de Lee y le llama la atención verlo hablándoles como si pudieran entenderle. Recordó que cuando era más joven, tenía unos Husky siberianos muy torpes en su casa. No podía cuidarlos bien, pero podía soportarlos. Después de todo, no era como si fuera un sujeto completamente insensible...
No le gustan los pelos, sin embargo, la primera vez que vio su abrigo de gamuza repleto de pelos de perro, supo que no quería tener nada que ver con ellos otra vez. Estaba harto y los regaló a un amigo cercano un par de días después. Los ojos de los perros le suplicaban, pero su desesperación no llegó al corazón de Hwang Hyunjin en absoluto.
Pero ahora, mientras veía a Felix y a los cuatro gatitos jugar juntos, una cálida sensación de armonía y tranquilidad le embargó por unos momentos. En ese instante, a Hyunjin ni siquiera le importó el pelo de gato que podría pegarse al traje o a las camisas.
Hwang Hyunjin nunca será tan feliz como al lado de Lee Felix. Incluso si está lo suficientemente cansado de los días por culpa de su tratamiento, él continúa acompañándole por el camino. No podrá ser capaz de reemplazarlo. Hwang Hyunjin lo entenderá tarde o temprano, porque no lo hace ahora. La gente siempre tiene una gran confianza en que las cosas no cambiarán, en que lo que tienen en el momento siempre estará al alcance de sus manos. Creen inconscientemente que las personas les pertenecen y las tratan como propiedades... Pero el corazón humano es una variable gigantesca. Especialmente cuando Lee Felix forma parte de esa ecuación.
A Hyunjin no le gusta usar una bufanda. Tiene una alta confianza en su cuerpo y la tiene también en su sistema inmune. Cuando sale, siempre es Felix el que se encarga de cubrirlo. Lo reprende, le anuda la tela de cachemir y le sonríe. Hwang miró hacia abajo. Se rio y dijo como en otras veces:
—Mi amorosa esposa.
Lix lo miró y palmeó la bufanda como si estuviera orgulloso de como la había colocado esta vez.
—Ten un buen viaje.
Hyunjin extendió la mano. Tocó las delgadas y pecosas mejillas de Felix para finalmente suspirar:
—Comamos juntos cuando regrese. Estás demasiado delgado. Incluso puedo ir y acompañarte a hacerte una revisión.
Lee teme que realmente cumpla con su palabra. Teme que tenga tiempo y teme que se entere de todo lo que hasta el momento le ha estado ocultando. ¿Puede ser posible que lo haga de verdad?
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Felix mira con atención la partida de Hwang. Su espalda le parece infinitamente más ancha que de costumbre. Su cintura es recta, y cuando camina, lo hace de un modo diferente, fluido y elegante. Se queda en la entrada y se despide con un movimiento de su mano... Incluso si esa persona no mira hacia atrás en ningún momento.
Cierra la puerta, se sienta en la mesa y come medio tazón de Topokki ya fríos.
Durante los viajes de negocios de Hwang, rara vez le contesta el teléfono. Tal vez está realmente ocupado, tal vez Lee es un mero inconveniente. El pecoso no revisará sus publicaciones y tampoco le pondrá atención a sus estados por el siguiente mes y medio... Siempre tiene miedo de descubrir algo que no le guste.
Y a esas alturas, es imposible evitar ya nada.
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Después de la quimioterapia, Felix no tuvo una reacción tan grave del tratamiento, y el cabello no se le cayó tanto como lo esperaba. De todas maneras, el rubio no se atreve a tomárselo a la ligera. Sabe que desde que decidió comenzar con el tratamiento para la enfermedad, las cosas solo pueden ir empeorando.
Siempre es mejor pensar en el peor resultado. Así no se ilusiona tanto.
Lee Minho parece tener mucho corazón para Lee Felix, y lo demuestra llamándole por teléfono incluso más veces de las que lo hace Hwang Hyunjin. Él le llama durante las tardes y Felix encuentra divertido molestarle con eso. Lo toma como un juego entre los dos.
—Doctor, hablar por teléfono durante el trabajo es una falta grave. Qué irresponsable.
Minho contesta:
—También llamé a otros pacientes. No te creas mucho.
Lix está descubriendo lentamente, que Minho usa palabras absurdas con bastante frecuencia. Ríe mucho, habla de todo y se llena de una infinita tristeza cada vez que le ve. Como si él fuera el enfermo.
Después de tantas interacciones, piensa que esta persona es particularmente interesante. Su boca es más rápida que su cerebro y no se da cuenta cuando murmura:
—Es igual a Hyunjin.
Felix se rasca el cuello y siente de inmediato que es realmente malo comparar a Minho con Hwang.
