Capitulo 13: Rendir Cuentas

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He vuelto!!!!!!

Mis criaturitas del señor, apartir de esta semana publicare cada quince días para hacer más cardíaco el final que está cada vez más cerca.

Vayan a leer mi historia recién publicada del especial de día de muertos "Calaveritas Doradas" y voten.

También publicare la imagen de día de muertos, en la historia de dibujos.

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El Monte Olimpo, la Tierra Sagrada de donde parte y converge todo lo existente.  He aquí la sede de la gloria divina, morada de los inmortales Númenes que sostienen los pilares de la creación. En este lugar de inmaculada perfección, la crueldad se oculta detrás de los rostros más hermosos, las conspiraciones se ciernen con su silenciosa ponzoña entre las marmoladas columnas que lo sustentan y la guerra en nombre del poderío, tiñe las manos de los Dioses con la sangre de sus propios hermanos.

Aquella que arriba al Palacio Imperial a destrozar los muros que separan la frágil concordia de las luchas de poder, por un instante permanece en silencio. Siendo amedrentada por la penetrante mirada de tres pares de ojos, la mujer mortal busca en su pensamiento la manera de hilar su discurso.

El Omnipotente Zeus se encontraba acompañado por su Real esposa y el Dios Hefesto, que previo a la llegada de la humana, presentaba ante su Señor sus más recientes trabajos.

Bastó un ligero, apenas perceptible movimiento impaciente de los dedos del Monarca sobre los descansos de su trono para que la mujer se apresurara a manifestar.

—Hermes y Athena, tus hijos predilectos están coludidos en tu contra. Se han asentado en la Tierra y planean fundar una nueva generación de Dioses en donde ellos rijan como Rey y Reina.

Los ojos de Zeus se encendieron con gran indignación.

—¡Miserable mujer! ¿Cómo osas proferir semejantes calumnias en contra de mis adorados hijos?

—¡Mi Señor! Todos estos siglos tu hija ha buscado la simpatía de los humanos para hacerse de un ejército tan vasto, que sería capaz de cimbrar con sus zafios bramidos los ancestrales muros de tu palacio.
Además, la profecía de la madre Gea no era del todo errónea.  La Diosa de la Guerra está embarazada. Existe la posibilidad de que dé a luz a un varón que desafié tu magnificencia y sea capaz de arrebate el trono.

El Dios Herrero perdió el equilibrio ante la noticia, forzándolo a sostenerse momentáneamente de una columna. Negándose a aceptarlo,  prorrumpió.

—¡Estás mintiendo! El Cosmo de un nuevo Dios no pasaría desapercibido para nosotros.

—En efecto —prosiguió la mortal—. Como ustedes saben, Hades fue sellado tras su derrota frente a la orden Ateniense. Valiéndose de ello el Dios Mensajero que tiene libre acceso al Inframundo, hurtó el yelmo del Emperador. Gracias a sus propiedades místicas de invisibilidad, han logrado ocultar sus propios Cosmos y el de su vástago. De esta forma, incluso para la omnipresente mirada del Rey de los Dioses, encontrarlos sería una labor compleja.

—¡Es imposible! Hermes y Athena jamás me traicionarían, ni faltarían a sus principios.

—Mi Rey —visiblemente consternado, interrumpió el Dios Herrero—¡Esta mujer dice la verdad!

—¿¡Hefesto!?

—Fui testigo de las obscenas artimañas que el Heraldo utilizó para depravar el corazón de la Princesa. Yo mismo y en tu nombre, le hice una grave advertencia para que se alejara de ella.

La indignación se retrató en las facciones del Gran Soberano. Extendió su omnipresente mirada hacia a cada rincón del universo, pero el Cosmos de sus hijos no manifestó señal alguna. 

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