Capitulo 11: Una Nueva Oportunidad

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A la mañana siguiente, el entusiasmado Argento con sus energías totalmente renovadas y mientras Athena se encargaba de resolver sus diferencias con sus vasallos, decidió explorar el lugar que desde el cenit de los cielos había visto sólo de reojo.

—Así que este es el templo de Hermes en la Tierra. —pronunció al encontrarse con el centro dedicado a su adoración— ¡bah! ¡humanos! bien pudieron crear un recinto de mayor escala. ¿Será esta una digna morada para una princesa? —cuestionaba en voz alta para sí mismo, su distracción fue tal que no logró divisar a una mujer que tendida sobre sus rodillas, elevaba al cielo una plegaria al Dios de los viajeros ante la partida de su marido.

La encarnación del Dios se inclinó para contemplar los ojos de la mujer que había quedado petrificada por la presencia de quien parecía ser Hermes en persona, y este, al notar que entre sus ofrendas llevaba un ánfora con leche fresca cuestionó —¿Es para mí?

La mujer asintió y Hermes tomó el recipiente para satisfacer su sed mientras contemplaba la estructura del templo, planificando una remodelación de su arquitectura.

Anda mujer —añadió— no colmes mi paciencia. Vuelve a tu hogar, que durante su jornada tu esposo será favorecido.  

En la fortaleza Ateniense, un ambiente de tensión gobernaba la atmosfera mientras la Deidad cuestionaba al general de sus tropas.

—Los soldados y aprendices, ¿cómo se encuentran?

—Se recuperan favorablemente. —respondió el Sumo Pontífice.

Athena cerró los ojos y exhaló un triste suspiro —Somos compañeros de armas, les entregué mi entera confianza y con todo eso, fueron capaces de cometer un acto desalmado.

—¡Señorita! —exclamó Aglauro claramente afligida— ¡Nosotros intentamos protegerte de ese Dios que ha ganado la fama de ser un diestro embaucador!

—¡Basta! ¡Es suficiente! —para sorpresa de sus subalternos, la siempre dúctil y gentil Deidad exteriorizó una fuerte expresión de enfado— ¡He sido demasiado condescendiente con ustedes y este ha sido el resultado!

Creí firmemente en la bondad de los seres humanos y pensé, que al conocer el dolor y la impotencia de la injusticia en poder de los más fuertes, le tenderían la mano al desafortunado. Ahora veo con tristeza, que incluso si no es bajo el dominio de los númenes, el hombre, gobernará al hombre y lo someterá sin piedad a sus fines egoístas. No se necesitan las artes de un profeta, para intuir el fatal destino que le espera a una raza que no conoce la conmiseración. La decisión ha sido tomada señores, a partir de este momento están solos — al concluir dichas palabras, Athena salió del lugar.

Un sentimiento de desolación inundó la cámara; Aglauro se cubrió los labios con una mano y el Gran Patriarca, ahogado en la vergüenza, inclinó la vista hacia el suelo.

Buscando en quien verter la culpa de lo acaecido, la instructora manifestó —Barbicane, mis instrucciones fueron precisas, has cometido un grave error ¡ahora la Tierra se encuentra en un gran peligro!

—Hasta ahora sabemos que Hermes reencarnó como un ser humano, sin embargo, en el momento de su captura no teníamos conocimiento sobre el estado en el que había descendido en esta era. Debíamos considerar el hecho de que aquel se tratase de un simple envase utilizado para manifestarse en este mundo. Asesinar a su Yorishiro, únicamente hubiese desatado la furia del Dios sobre nosotros —respondió el conmocionado Sacerdote—. Nuestro Santuario sufre las consecuencias de la guerra, en estas condiciones, nos resultaría imposible contener un ataque de semejante magnitud.

Aglauro sufría un ataque de ansiedad y daba vueltas de un lado a otro a través del recinto.
 
—Pero ahora hemos perdido el favor de la señorita Athena, estamos indefensos, ¿qué será de las futuras generaciones, si es que las hay? ¡Esto es terrible!

Reminiscences of the StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora