-Hermes, entiendo tu deseo de protegerme, pero sabes muy bien que ahora no hay lugar seguro ni en la Tierra ni el Cielo. Esta es nuestra única oportunidad de vencer. Ahora, permíteme curar tus heridas. Glauco y los Emisarios luchan por conseguirnos un poco de tiempo.-¡Por los Dioses! ¡Siempre eres tan terca! ¡Debes irte! ¡Mi hijo no tiene pecado alguno!
-No he luchado hasta este punto, para rehuir a mi destino y volver las espaldas al enemigo.
-Amada mía, eres una Deidad Bélica y tu convicción innata es pelear y morir como una guerrera -en ese instante, Hermes oprimió los ojos al escuchar los desgarradores gritos de sus soldados agonizantes al ser golpeados con la fuerza del Dios del Rayo-, pero existe algo que es tan importante como tu orgullo y honor, y eso es, el amor que siento por ti. Si dices que me amas, debes irte.
Como respuesta, la joven tomó las mejillas de su amado, uniendo sus labios en un beso amoroso. El fulgor de su Cosmo recorrió el cuerpo del Dios restableciendo sus energías y sanando cada herida.
-Insensato- Prosiguió la bella Athena descansando la frente sobre la de Hermes, al mismo tiempo que contemplaba sus ojos con extrema ternura- me pides que te abandone y que te entregue a la muerte. Pero yo... te amo tanto, con tal fuerza, que destruiría este mundo si se volcase en tu contra.
El varón sonrió inevitablemente al escuchar las palabras de su amante. En el fondo de sus ojos podía vislumbrar el poder y coraje de la Diosa de la que se había enamorado. Athena poseía un semblante repleto de convicción en el que no existía rasgo alguno de temor o duda. Aquello le infundió el poderoso sentimiento de esperanza que consiguió disipar todas sus preocupaciones y lo colmó de una fuerza infinita.
Después de derrotar a los guerreros, Zeus alcanzó a contemplar la escena. Sus ojos se encendieron encolerizados, lanzando un mortal ataque en dirección a sus hijos.
Advirtiendo tal acción, la sabia Lechuza se interpuso recibiendo una poderosa descarga que su armadura no logro mitigar. De esta forma, cayó bruscamente al suelo. Parecía que el agudo dolor en su cuerpo no surtía efecto, pues con sus últimas fuerzas sonreía complacida por haber protegido a su Señora. Al cabo de pocos instantes su cuerpo volvió a la forma de la sacra ave mitológica, disipándose totalmente entre cientos de plumas luminosas.
-Gracias... Glauco -musitaba la Diosa Athena al tiempo que se reincorporaba y encaminaba sus pasos hacia su Padre- Mi Señor, tus palabras siempre fueron sagradas para mí y hubiese preferido morir antes que avergonzarte. Llegado el día de tu juicio, pensé en asumir el castigo, aunque todo este tiempo albergué la esperanza de contar con tu comprensión y ser honrada con la bendición de tu aprobación. Durante siglos nosotros, tus hijos predilectos, te hemos servido fiel e incondicionalmente, pero ahora, que sólo puedes vernos como enemigos y estás dispuesto a privarnos de nuestras vidas, debes saber que no tengo intenciones de ser vencida, pelearé con todas las potencias de mi espíritu para derrotarte.
-...Athena, mi amada hija. Aquella que se enorgullecía por su lealtad hacia su Rey...ahora no es más que una impía traidora. Esperaba que te arrodillaras ante mí apelando misericordia e implorando por mi perdón. Pero finalmente has declarado la guerra. Prepárate para morir.
Zeus azotó la tierra con deslumbrantes rayos que provocaban ensordecedores estruendos al chocar en la superficie. La Diosa blandió fuertemente su escudo repeliendo una serie de aquellas violentas agresiones, hasta que la enhiesta pieza de metal se despedazó sin remedió alguno.
En todo ese tiempo los hermanos se habían ocupado simplemente en evadir los golpes sin lanzar ningún contraataque hacia su progenitor.
Una nueva descarga fue dirigida a ambos y como recurso final para contenerla, Athena extendió el báculo Niké, que por escasos segundos logró detener el colosal relámpago.
ESTÁS LEYENDO
Reminiscences of the Stars
RomanceQue pasarías si las estrellas hablarán contarían las historias más bellas de la creación. "Existe una gran potencial que rige la vida de este mundo desde tiempos inmemoriales, una potencia cuyo poder incluso doblega hasta el corazón de los mismos di...