Adam.
Me sentía muy mal, estaba perdido y no sabía que hacer, llegué a casa de Lucy y cuando ella me abrazó mientras lloraba supe que ese era el lugar donde quería estar siempre, en sus brazos. Después de ducharme salí y la observé pensativa, aún no se percataba de que había salido del baño, me sentí muy mal por causarle preocupaciones y cuando alzó la vista hacia mi sonreí.
—Hola —susurro y entendí que lo hacía porque su padre podría escuchar, me senté a su lado y ella acarició mi espalda—. ¿Como te sientes? —beso mi hombro y me sentí muy afortunado de tenerla, siempre había anhelado tener alguien con quien contar.
—Estoy mejor —suspire—. Gracias a ti —ella se sonrojo y se acomodó para quedar frente a mi.
—Adam... yo... Escucha, se que tal vez no quieras contarme —pensé en que si quería hacerlo, confiaba en ella.
—Mi padre no es mi verdadero padre —dije, ella entorno los ojos y luego hundió sus cejas, obviamente estaba confundida.
—¿Que? —rei por su expresión, así debio verse mi rostro cuando me lo contaron a los doce años.
—Cuando Gabriela conoció a Carlos, ya estaba embarazada —ella apretó los labios sin saber que decir, tampoco esperaba que dijera mucho, solo quería que me escuchara.
—Yo... lo siento... —la interrumpi.
—Lose desde hace tiempo, siempre lo he sabido, y Carlos es mi padre lo quiero como tal, es el mejor padre que pudo tocarme —siento las lágrimas en mis ojos y los aprieto con fuerza, Lucy sostiene mi mano y yo largo un suspiro.
—A mamá la dejó este hombre supongo, yo no lose, pero papá la amó y me amó a mí sin importarle que no fuera su hijo, y para mi es mi padre y... —mi voz se quiebra, me duele mucho porque sin importar que, quiero a mi madre—. Ella... ella a veces actúa con resentimiento, esta mal Lucy, nunca ha podido superarlo —trago el nudo en mi garganta y pienso en lo desastrozo que fui al enterarme, y en lo mucho que me afectó su desapego y desprecio hacia mi—. A veces, incluso llega a aborrecerme, porque le recuerdo a ese hombre —rio amargamente mientras sorbo por mi nariz. El silencio es lo único que recibo y no la culpo, ¿Que podría decir Lucy que hiciera mejorar las cosas? Me bastaba solo con tenerla a mi lado.
—No puedo imaginar tu dolor —su tono suave me hace pensar que dirá algo motivador y filosófico y vuelvo a reir por eso—. Pero no estas solo, me tienes a mí y también esta tu padre, no tienes que huir y sufrir por ello Adam —sus manos acarician mi rostro y se siente muy bien escuchar aquellas palabras—. Quizá tu madre tiene ese rencor y tal vez algún día pueda sanar pero no dejes que tu corazón se resienta con ella —sé que Lucy tiene razón—. No pases tu vida huyendo de eso —recuerdo tantas veces que hui de casa y las otras veces que descargue mi ira en el instituto, he estado huyendo de ese dolor y temo que algún día me alcancé y me termine carcomiendo.
—No puedo perdonarla, no puedo ir allí y decirle que la perdonó porque no es así, ella me ha hecho daño y a papá —Lucy deja un beso en mi mejilla y sonrie.
—El perdón llega con el tiempo, y el tiempo sana las heridas —es extraño pero al final sus palabras filosóficas tenían bastante sentido, me transmite paz, siento que puede tener razón y me da esperanzas.
Esta chica cada día me cautiva más, la observo por varios segundos y no imagino a otra persona en el lugar de Lucy, ella podía causar sensaciones agradables haciendo gestos tan simples, y eran esos mismos gestos los que tenían un gran significado era como el arte y yo la admiraba.
Hace días había hablado con mi padre y ver la posibilidad de que a mamá la viera un psicólogo, no estaba loca, pero si afectada no era normal verla con sus constantes cambios de humor y de un día a otro escuchar como nos hechaba en cara que yo no era hijo de Carlos y que el no era mi padre, me dolía ver a papá sufrir por eso pero también me dolía ver a mi madre destruirse de aquella manera.
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Eres Arte, Lucy (COMPLETA)
RomanceEl destino suele tener sus momentos trágicos y accidentalmente afortunados, cuando Adam estaba a unas cuántas cuadras de la ruidosa fiesta de una chica de su instituto, un golpe fuerte en su pecho lo dejo desconcertado. Lo que el no sabía era que aq...