Demonio de Fuego [Fargexby] Omegaverse

19: Historias Perdidas

Años atrás...

...

El fuego invadió mis pulmones, la cólera de mi padre arrasó con todo, se escuchaban los rugidos de la gran bestia.

Mi madre me alaba con todas sus fuerzas, momentos atrás me tenía en brazos, pero el cansancio y el humo le obligaron a bajarme.

Sus lágrimas caían corriendo el maquillaje y las cenizas de su rostro. Le dolía el pueblo, escuchar sus gritos de agonía, las espadas chocando y los edificios cayendo ante el infierno desatado. Pero lo que más le rasgaba el corazón eran los rígidos y quejidos de mi padre, a ambos nos dolía.

- ¡Ahí están! - grito el enemigo.

Entre el fuego se vieron nuestros soldados caídos por las armaduras negras con blanco junto a otras plateadas. Todos aquellos infelices nos rodearon con sus espadas en mano, dispuestos a asesinarnos sin ningún tipo de reparo, dos escudos diferentes, dos reinos se habían entrelazado para destruir el que con tanto amor y cuidado forjaron mis padres, los estandartes del fénix y el sol se unieron en aquella legítima guerra para acabar con mi familia.

Mi madre rugió con fuerza dándoles la advertencia, algunos de ellos retrocedieron al notar de quien se trataba.

- ¡es la reina! - grito uno de los soldados.

Fue cuando lo vi, uno igual a nosotros, enorme de pelaje tan rojo como la sangre y dientes tar afilados semejantes a espadas albas, el único tipo de bestia que tendría oportunidad en una pelea contra alguno de mis padres. La bestia se nos aventó sin dudar, mi padre surgió destrozando la brigada de caballeros, atacando directamente al rojizo monstruo.

Aprovechando nuestra habilidad heredada mi madre me halo hacia el fuego, los soldados enemigos no pudieron seguir nuestros pasos por las ardientes muestras del sol por las que pisabamos.

- quédate aquí - me susurró mientras me ponía debajo de una carretilla que ella misma levantó sin mucho esfuerzo - tengo que ir a ayudar a tu padre -

- pero mamá -

- regresaré cariño, solo quédate ahí quieres - sus lágrimas florecieron viborosas en el jardín de sus ojos azules.

Supe lo que pasaba, mi pequeño cuerpo abrazo el delicado de mi madre, sabía que posiblemente sería la última vez que podría percibir su precioso aroma, olor que con los años el tiempo arrebataría de mi memoria.

- cariño, sin importar que pase, quiero que seas buen chico - su cuerpo tembló entre mis brazos, mi madre era muy poderosa, fuerte y temida, pero aún tenía esa caracteriza natural de la sensibilidad y el miedo, la última omega entre nosotros - no dejes que las injusticias te dominen, y sin importar nada, recuerda, tu eres el rey -

- pero mamá, para ser rey, padre tiene que morir primero - a pesar del dolor solté la última broma que tanto me caracterizaban, la última risa que escuché y di a mi progenitora.

Se separó de mi para verme a los ojos y soltar sus últimas palabras antes de dejar fluir su magia animal y mostrar al enemigo como lucia la fuerza del cielo, su pelaje plateado con plumas claras y unas cuantas oscuras, híbrido de lechuza, una verdadera reina en medio del campo de batalla.