33: Los Dioses En La Tormenta

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Willy

Mis patas se hundía sutilmente en el manto nevado que cubría a todo karmaland

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Mis patas se hundía sutilmente en el manto nevado que cubría a todo karmaland.

Corrí en dirección al oeste, donde creía que escuchaba aquel sonido de mis sueños. Atravesé casi todo el poblado, tuve que ir saltando por los techos para no causar disturbios en los pequeños mercaderes.

Me detuve unos segundos al notar que ya había pasado la última casa, frente mío se alzaban imponentes los salvaje robles del bosque. Respire aliviado al reconocer que los mismos no pertenecen a la trampa natural de los árboles malditos.

El característico sonido que apareció en mis sueños volvió, sabía que se trataba de una instrumento antiguo. En algún lado, escondido en el  bosque estaban ocultos los secretos que revelarán algo que desconocía.

Retome el galope adentrándome a las entrañas de lo desconocido.

Mis pasos elegantes y rápidos apenas levantaban la nieve por la que pasaba, la tormenta lejos de impedir mi andar parecía colocarse sobre mis hombros generando un manto digno de un antiguo rey. Todo esto se sentía tan familiar.

Un recuerdo producido por ese sonido que perseguía volvió a mi mente, memorias que sólo eran producto de mi imaginación.

Siento entre mis manos el mango de una larga, fina y curva espada plateada, giro el metal en un poderoso movimiento contra un oponente desconocido derramando un poco del veneno que cubría el metal antes de que el filo mordiera el cuello ajeno y cercenará separando la cabeza del cuerpo.

Recuerdo soltar un fuerte grito, no..., recuerdo soltar un rugido, sonido indicando a mis tropas que no dejaran superviviente alguno, estoy enmedio de una gran guerra sangrienta, no malgastaría mi ventaja en plegarias.

Persibo como en esa misma batalla había un hombre conocido, no sabría decir si atacaba a los míos o sólo se defendía de ellos. Choque armas con aquella extraña figura, a pesar de estar cansado de todo el combate librado con cientos de soldados rivales algo en esa persona me hizo dudar de mis siguientes movimientos.

Podía sentir como en mi rostro llevaba una máscara, y apesar de eso el extraño supo distinguirme entre mis bestias entrenadas.

Por mi duda aquel hombre podía arrancar el arma de mis manos y darme una estocada del final de mis días, pero lejos de eso, movió circularmente su arma para hacer que ambas espadas quedarán apuntando al suelo.

Di un par de pasos hacia atrás y el lo hizo al unísono, como si nuestros pensamientos estuvieran conectados.

Fui cuando pude observarlo con atención, un alto caballero de armadura negra con toques morados y violetas, una ligera capa emergía de su hombro derecho cubriendo su lado izquierdo. Aquello que más distinguía su figura era su yelmo, un elaborado casco de trabajos finos asemejándose a la cabeza de un lobo negro de ojos morados.

Demonio de Fuego [Fargexby] Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora