capitulo 31

55 17 2
                                    

— ¿Qué te sucedió? —preguntó expectante viéndome de arriba hacia abajo cerciorándose que estuviese bien.

Estaba agitada y no podía hablar, debía pensar en que decirle porque ni loca le contaría lo que paso con La Bestia.

—No me pasa nada —intente zafarme de sus brazos pero él era más fuerte. —Joder que no tengo nada —pero el imbécil no me soltó.

—Sí que te pasa y me lo dirás quieras o no —me cargó y me llevó en dirección a su casa, —Eres muy terca, te conozco de hace años y a mí no vas a mentirme.

—Que me bajes Serpiente yo puedo caminar —en realidad no podía pero tampoco se lo iba a decir. —Tampoco quiero hablar —decía mientras lo golpeaba.

—Aunque no quieras hablar debemos ver cómo está tu pierna, sabes que no puedes correr mucho...

Él tenía razón pero debía huir de La Bestia, odie su actitud y no quería seguir viéndolo para nada. Es una persona completamente diferente a la que conocí y por lo acontecido no puedo pensar con claridad y menos estando en los brazos de Serpiente que al parecer no se cansa porque aún faltan varias calles para llegar a su casa y esta como si nada cargándome, de paso la gente nos mira como si fuésemos una pareja enamorada.

—Bájame que todo el mundo nos está viendo —le dije mientras me zarandeaba para que me soltera.

— ¡Que no! Compórtate como la mujer madura que eres y deja el show que ya estamos por llegar.

¿Me ha dicho inmadura? Que se estará creyendo este idiota si él es igual o peor que yo.

No quería seguir discutiendo, guardé silencio y me mantuve así hasta que llegamos a su casa la cual es muy linda tiene pérgolas al estilo griego de color dorado que hacen una combinación perfecta con la pared pintada de un hermoso azul rey.

Él me bajó con cuidado y pude notar como las venas sobresalen de sus brazos por todo el esfuerzo que hizo y cómo sus músculos se veían más hinchado de lo normal, se veía muy bien esa camisa gris que llevaba puesta se asentaba muy bien a su cuerpo.

No sé qué hago mirándolo pero debo admitir que es muy atractivo, cuando llegó a su rostro me doy cuenta que me está mirando muy fijamente. —Notó que yo lo estaba viendo pero no me dijo nada y ahora me siento en una situación incómoda, Serpiente es muy guapo pero nunca lo he visto como un hombre siempre ha sido mi mejor amigo, como un hermano y hasta ahí. Para acabar con la tensión del momento entró a su casa que prácticamente es como la mía tratando de disimular el dolor de mi pierna.

Al entrar puedo visualizar la sala de estar y la cocina, su casa es de concepto abierto y es muy amplia, es más grande que la mía y tiene mucha decoración griega. La mamá de Serpiente está obsesionada con la mitología y todo lo que tenga que ver con Grecia, acá todo es pulcro y de mármol me da miedo tocar las cosas con lo torpe que soy seguro rompo algo,  y todo está en colores dorados azul y blanco.

— ¿Dónde está tu madre? —es raro no ver a la señora Catalina en la cocina ella se dedica a cocinar es una Chef muy reconocida en la ciudad.

—Está en el hospital quedó con tu madre en llevarles comida a los niños — mi madre y la señora Catalina son muy buenas amigas con la única diferencia de que mi madre es un ogro y ella un pan de Dios. —Mejor subamos para verte la pierna —hizo el amague de cargarme de nuevo pero no se lo permití, fui más rápida y subí las escaleras aunque seguía sintiendo dolor.

Entre en su habitación el clima allí estaba muy frío debido al aire acondicionando y mis vestido veraniego no ayudaba mucho, me quite las sandalias y me acosté en la cama tapando mi cara con una almohada, la verdad es que no quería hablar. Escuché a Serpiente cerrar la puerta y sentarse al lado mío, acarició la pierna que tengo afectada y no sé si fue el frio o su toque pero sentí como mi piel se erizaba por completo.

Superando el DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora