Me levante con un dolor de cabeza sentía como si me taladraran el cerebro fui a verme en el espejo y el golpe estaba más hinchado que el día anterior.
Salí de mi habitación después de hacer mis necesidades y bañarme me dirigí directo a la cocina, tenía un hambre voraz, en ella me encontré a mi mamá.
—Madre que tus estés aquí es un milagro.
—Ningún milagro Sofia, ¿se puede saber que paso ayer? Esmeralda me llamó y me comentó que no podía asistir al hospital esta semana por un accidente que tuvieron las dos — preguntó haciendo chocar sus dedos con la mesa.
Le resumí a ella también todo lo que había sucedió con Paulina omitiendo muchas cosas que no tenía que saber.
—Pobre Esmeralda —exclamó con preocupación, una preocupación que nunca le he visto conmigo.
—Eso era todo mamá —exprese triste.
—Te agradezco que no involucres más a Esmeralda en tus problemas, me parece bien que te hayas defendido pero no tienes porqué meter a más gente resuelve tus asuntos sola. La voy a llamar para decirle que no se preocupe y que vaya a hospital para que la atiendan.
No podía creer lo que ella estaba diciendo.
—¿Y yo que mamá? —le reproche.
—¿Tú qué? —me miró como un bicho raro.
—¿Por mí no te vas a preocupar? Tengo un golpe en la frente, ¿siquiera lo notaste? —golpee la mesa.
—Primero no golpees la mesa, segundo ese golpe con hiele se te quita, no seas dramática.
—¿Sabes qué mamá? Estoy cansada de ti, estoy cansada de que minimices todo cuando se trata de mí, me canse de intentar tener una buena relación contigo e intentar comprenderte pero ya no puedo no lo soporto, eres mi madre pero ya basta contigo ¡no me merezco esto! —grité con mucho dolor.
—Vuelves hacer este show y te me vas de mi casa —advirtió —. Pensé que eras fuertes pero sigues siendo una niña débil e inmadura, no necesitas la compasión y el apoyo de nadie entiéndelo eres mucho para eso pero quieres sentirte tan poquito. Ya me causaste un terrible dolor de cabeza, no te quiero ver mejor me voy y espero que cuando regrese estés más tranquila —habló de una manera tan fría y calmada que me molestó pero no valía la pena decirle algo más.
Ya lo decidí nuestra relación no se puede acomodar ya no voy a seguir intentando prefiero no hablarle más y evitarla, ya basta de tanto sufrimiento y preocupación por una persona que conmigo es más fría que el Himalaya.
Ella se fue y me dejo sola en la cocina a los minutos entró mi papá y coloco un té frente de mí.
—Hablaré con ella porque te terminará perdiendo —sostuvo mi mano.
—Ya es tarde papá, ya me perdió — sentencie dando un sorbo al té que era de manzanilla.
—Nunca es tarde hija, tu madre tiene una visión contigo distinta a tu hermano pero esta herrada creyendo que ella sola puede llevar las riendas de su relación.
—No me importa su visión ya que no permitiré que más nunca me afecte —termine de tomarme la bebida y volví a mi cuarto para dormir un rato más.
No sé por cuánto tiempo dormí pero sentía un peso al lado de mí que me alertó y me desperté de inmediato percatándome de quien estaba junto a mí.
—¿Ay por Dios mija! No me despiertes así que me asustas —era Teresa pero ¿en qué momento llegó?
—¿Qué haces aquí? ¿desde cuándo? A veces pienso que eres un fantasma —chillé.
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Superando el Dolor
Teen FictionÁngeles Sarmiento ha sufrido desde su nacimiento, en cada paso que da, siente que retrocede dos, se considera una chica, luchadora, soñadora, y que a pesar de las adversidades cree que cada trago amargo que vive es una oportunidad para volverse más...