Parte 22

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Hipocresía

Quien dijera que nos disfruta del sexo sería diagnosticado con un grave cuadro de hipocresía. Sentir el calor en el vientre que anuncia el orgasmo y la humedad producida por la euforia, eran unas de las pocas cosas que podría mencionar acerca de lo mucho que disfrutaba coger. Hace más de 4 años no tenía sexo con una persona, cuando estaba de ánimos disfrutaba superficialmente de masturbarse, pero después la sensación de vacío la golpeaba con la realidad.

Ver la respuesta genuina de los dos hombres enfrente suyo le hizo recordar el buen sexo, ya saben ese que no se controla, ese impulsivo, ese natural, ese correspondido, ese sin fachadas, ese sexo honesto... Tan diferente a los encuentros que planeaba con Kakashi. Claro que se excitaba, por eso iba en su búsqueda, pero eran tan superficiales, a pesar de cambiar siempre de compañero sexual se sentía monótono, fingido, animal, era irreal... lejano al tipo de sexo que ella práctica con anterioridad.

Ver nunca le había dado calma, hasta esa ocasión, después de lo sucedido no se sintió culpable o pensó en ella misma como una degenerada. Desde el primer baño ninguno había tenido ningún otro tipo de contacto sexual, tampoco lo habían conversado, no había que aclarar nada.

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Ellos arriesgaron, arriesgan y se arriesgarían por cualquiera de los otros dos individuos que componían el trío del desastre. Habían vivido juntos situaciones de mierda que les había permitido conocerse más rápido y más honestamente que si se conocieran de años, las acciones habían hablado más, no necesitaban palabras. Sabían sus miedos, sus virtudes, sus defectos, habían tenzado los hilos para repartir las cargas, habían sujetado sus manos para sacar a la soledad, como la inmensidad de un paisaje para un ciego, como el grito de victoria de un mudo, como el canto de una sirena para un sordo ... Milagros, eso habían producido entre sí.

¿Sería suficiente para que después conocieran sus sueños, expectativas? ¿Sería suficiente para soñar juntos?

Esa noche Rin no debía ir a la cafetería a trabajar, su jefe le había dado el día después de verla dormir de pie junto a los casilleros el día anterior, no la despertó, así que ella no se enteró del motivo real detrás de su noche libre. Habían pasado tres semanas desde la salida del hospital, cuando se cumplieran las cuatro podrían ir a que retiran todos los yesos de Kakashi, por ese motivo ambos castaños quedaron atónitos cuando lo vieron caminando de la sala a la cocina con tanta tranquilidad

- ¿y el yeso de tu pierna? - dijo Yamato bajando las bosas de mercado que traía

-hola ¿Qué tal las compras? - dijo el peliplateado continuando con su camino

Los castaños se miraron y buscaron con la mirada el yeso, lo encontraron en el centro de la sala junto a un bisturí

- ¿te duele? Debemos ir al hospital- dijo la mujer caminando hacia a él mientras olfateaba el olor que provenía de la cocina

-porque me sentí bien decidí quitármelo- dijo sirviendo comida en platos –siéntense, espero lo disfruten, cocinar con una sola mano fue complicado-

Ninguno refutó, tenían demasiada hambre, se sentaron con gran expectativa. Yamato se había apropiado de esa tarea desde el inicio, además del aseo de la casa. Rin del lavado de ropa y de la losa, compartían el alimentar y duchar a Kakashi además de hacer las compras.

Comer, repetir, reír

La convivencia era cómoda, acogedora y natural. Habían evitado hablar del intento de violación, de antigua y nueva deuda, de los encuentros, de los ataques de pánico, de las misteriosas pastillas, de la fotografía escondida en la cocina y obviamente del hombre en el hospital, y no por cobardía, el motivo era otro, todos sabían que el momento de hacerle frente a todo eso llegaría cuando Kakashi estuviera totalmente recuperado.

DISTURBIA (Kakarin) (Kakayama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora