13 Jeongin

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Cansado, asi se podía definir aquel pobre chico que con la mano sobre la correa del perro se esfuerza en seguirle el paso. Casi corriendo con el can, paran en una esquina cuando su mascota se digna a descansar después de haber recorrido tres cuadras enteras.

Suspira más que agotado, buscando de oxígeno obligado a doblar un poco sus rodillas y poder sostenerse de estas mismas. El animal se encuentra tranquilo, esperando a que su dueño con poco estado físico se recupere para poder correr las quince cuadras que le faltan para llegar a casa. 

—Espera ahí, Max. — murmura Yang como puede, el perro insistiendo en seguir el camino de la misma forma y el solo podía declararse hombre muerto.

Caminando unos pocos metros para poder sentarse en una de las bancas de aquel parque reconocido. Por fin puede sentirse relajado apenas estira las piernas, cierra los ojos y el viento fresco de ese jueves en la tarde le azota de la mejor manera, otorgando tranquilidad y paz a su ser. Simplemente perfecto. 

Su tranquilidad y descanso duró muy poco apenas siente como su mascota ladra con fuerza, obligado a abrir sus ojos y como instinto agarrar la correa del perro que a pesar de estar amarrada aun así  prefiere evitar un posible desastre y multa. 

—Woah, tranquilo chico. — Un sudado Chris se agacha a la altura del perro, sonriendo de la manera más bonita que Jeongin haya podido ver, cayendo a sus pies a pesar de que aquel gesto no estaba dirigido a el. Como si fuera todo un experto Bang logra calmarlo a los pocos segundos, acariciando el suave pelaje de aquel dálmata que al principio parecía ser agresivo. 

—Chris... — Yang se queda admirando tal perfección enfrente suyo. Realmente no existía algo que le desagrade de Christopher. —Es impresionante, Max  es muy agresivo con cualquier persona, pensé que te morderia. 

—He tratado con todo tipo, es muy fácil lograr calmarlos, si no muestras una actitud agresiva o que le pueda dar a entender al perro que eres peligroso o sospechoso probablemente no te ataque. —Contesta el mayor dejando aun lado las caricias dadas en el pelaje del animal para sentarse al lado del castaño.

Jeongin podía estar todo el día solo mirando a tremendo ser humano que tiene al lado, y sus expresiones lo confirman, en la forma como sus ojos no se despejan de aquellos brazos definidos y aquel rostro tallado por los mismos dioses con algo de sudor y cabello pegado en su frente. La octava maravilla del mundo.

—¿Que hacías por este vecindario?. — pregunta Bang. Sacando casi completamente de sus pensamientos al de brackets para buscar una respuesta coherente.

—Estaba buscando comida para perro por... Tus brazos y tu rostro, Dios mío. — Yang otra vez cayó en los encantos ajenos, sin darse cuenta de la tremenda estupidez que ha dicho.

—Wow, que gran lugar para buscar comida. — chan ríe y Jeongin se avergüenza haciendo algunos gestos con sus manos para poder arreglar sus palabras.

—Digo, digo, estaba comprando comida a max en el supermercado de la otra calle. — Dice, pasando una mano por su oreja, gesto que acostumbra a hacer cuando se encuentra nervioso. —¿Y tú?.

—Estaba corriendo un poco, vivo en aquella esquina. — Chris señala con su dedo el pequeño apartamento situado a un extremo de la calle.

—Oh.

Jeongin calló, no quería arruinar más el pequeño silencio con algunas de sus idioteces, sin embargo, Christopher parecía ser una persona con buena plática y eso podía confirmarlo.

Desde el incidente pasado en ese mismo parque no se habían encontrado más, solo algunos ligeros encuentros en los pasillos de la escuela o Yang se dignaba a espiar al de rizos en los recesos. Lo normal.

Siete Minutos En El Paraíso - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora