CAPITULO 37

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PARTE ELENA

¡Malditos sean los Grey! ¿Podría odiarlos más? No lo creo posible. Todas mis carencias son culpa de ellos.

No llevo ni un día entero en esta casa vieja y ya la odio. Detesto estar aquí escondida y me sigue torturando la duda ¿Cómo es que me investigan a mí? He cuidado de todos mis pasos, no me explico cómo es que dudan de mí. Piensa Elena piensa.
¡Demonios! Casi los tenía de nuevo en mis manos. Christian aceptaba verme aunque sea casualmente, Grace se conmovió con mi enfermedad y de nuevo podía ganarme su confianza. Ahora ya nada importa. Solo quiero vengarme.

Estefanie ya no me causa mucha confianza. Después de su reacción, no sé si será capaz de ayudarme con mi venganza. Quiero darles a Christian y Ana donde más les duele. Sus hijos.

Debo apresurarme o no podrá salir como lo planeo. También debo salir pronto de Seattle, ese cabrón me ayudará para que nadie logre encontrarme.

Estefanie regresa con una caja de pizza.

-¿En serio haz traído pizza? –le pregunto groseramente.

-No supe que más comprar –se disculpa bajando la mirada –Pero para ti, traje una ensalada, está muy bien preparada. La compre en el Fairmont Olympic.

-Ya está bien, comeré la ensalada. Baja y dale una rebanada de pizza a estúpida esa. No quiero que se muera… no aún.

Me quedo sentada en uno de los sofás. Cuando traje a Leila aquí, Estefanie se encargó de comprar lo necesario para cuando estuviéramos aquí, aún así, detesto este viejo lugar.

Oigo los gritos desesperados de Estefanie y bajo enseguida al sótano.
Cuando llego abajo, veo que Leila y Estefanie se golpean una a otra ¿Cómo diablos se zafo de las cadenas?

Oh maldita estúpida. Christian ya me contaba de ella, su desobediencia y su habilidad con las cuerdas y demás. El Bondage simplemente no funcionaba con ella. Su pequeño cuerpo lograba zafarse de él.

Con la fuerza que me es posible, tomo del cabello a Leila para alejarla de Estefanie. Le amarro con las cadenas las manos y uso la misma cadena para jalarla y dejarla casi colgada.

-Amarra esto en aquel clavo –le digo a Estefanie, y enseguida lo hace.

-Listo.

-Se van a arrepentir de esto que hacen ¡se los juro! –grita Leila.

-Ya me tienes harta –la golpeo en la cara –ahora no me queda duda de que tú avisaste a los Grey de mis planes. Lo pagaras muy caro.

-Jamás vas a separar a Christian y Anastasia, ellos se aman, tanto como a ti nunca te amara nadie.

Subo rápidamente a una de las habitaciones y tomo la caja que deje guardada.
Me queda muy claro que Ana y Christian se quieren, ella no lo busco por su dinero, no es la caza fortunas que yo creía. Pero no me importa, la quiero lejos de él. Él es mío, es de mi propiedad. Yo le enseñe todo lo que sé, me lo debe.
De no ser por mí, hubiera terminado refundido en una cárcel o muerto quizá. Ahora es uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos.

Tomo la caja y bajo de nuevo al sótano.
-Esto te gustara querida –le escupo a Leila.

-¿Qué es?

-Míralo tu misma.

Saco algunas fotos de la caja y se las muestro. Leila abre demasiado los ojos y comienza a llorar.

-¿Qué harás con esas fotos?

-Al fotógrafo pueden gustarle, quizá hasta quiera exponerlas en alguna galería. Debo reconocer que sales bien en ellas… eres tan zorra… oh mira esta foto… que gran culo te cargas.

-No por favor, no le mandes nada a José ¡Por favor!

Me divierte ver como Leila suplica y llora, realmente ese hombre le importa. Pero conmigo nadie juega.

-Te advertí lo que haría si no obedecías mis órdenes. Me has dado muchos dolores de cabeza y no pienso correr riesgos.

-Hare… -balbucea –Hare lo que me pidas… pero por favor no mandes esas fotos. Yo lo amo.

-Le haremos un gran favor, él no querrá una zorra por novia. Esta no es tu vida Leila, tú eres una sumisa, no una muchachita estúpida como para creer en el amor.

Tomo las fotos y comienzo a guardarlas de nuevo. Tengo fotos de ella con sus antiguos Amos, excepto de Christian.
Leila solloza y trata de zafarse de las cadenas pero no puede.

Estefanie me mira ceñuda. Hace poco le conté sobre lo que yo era -una dominante- Y Leila era una sumisa, goza con ser azotada y follada por los hombres.

-¿Qué esperas? –Le digo –Ayúdame a subir esta caja al coche.

-¿A mi coche?

-Claro ¿Cuál otro? Date prisa, debo entregarlo hoy mismo –le sonrio a Leila.

-Yo puedo irme lejos, te juro que no contare nada de lo que sucedió aquí. No le diré a nadie que estas tras de Christian y su familia… por favor no entregues esas fotos –suplica.

Oh Leila que tarde has reaccionado.

-Ya no puedo hacer nada –le digo –Ahora será mejor que dejes de darme molestias o simplemente lo lamentaras aún más –sentencio.

Voy a la sala, no sin antes amordazar a Leila.

-¿En verdad entregaras esta caja al fotógrafo?

-Por supuesto que sí. Antes de irme, quiero que la vigiles bien, espero no tardarme demasiado.

-¿Qué hago?

-Ya te lo he dicho, no pierdas de vista a Leila. En cuanto regrese te iras a tu casa, no podemos levantar sospechas y quiero que me investigues donde estarán Ana y sus hijos.

-¿Sigues pensando en los niños? No creo que ellos tengan que ver en tu venganza.

-No les haré daño, solo quiero hacer que Ana vea que conmigo nadie debe meterse… porque lo puede lamentar toda su vida.

Estefanie traga saliva y enseguida se le ve en su rostro el miedo. Definitivamente no puedo contar con ella.

-Ya quita esa cara. Préstame las llaves de tu coche.

Me entrega las llaves y salgo de la casa. Al menos debo esperar una semana para llevar a cabo mi plan. Esos días me servirán para que mi médico me diga en que consiste mi tratamiento y así llevarlo a cabo cuando me valla de Seattle. Debo recuperarme, debo volver a ser la misma de antes. Mi futuro alumno deberá tener una maestra ejemplar.

En mi bolsa cargo una peluca, así que me la coloco y me pongo la gorra de mi sudadera.
A Estefanie le costó mucho trabajo conseguir el número del fotógrafo en la Galería donde trabaja. Pero finalmente lo tengo ya bien registrado.

Dejo la caja en la puerta del edificio donde vive y espero a que alguien la reciba.
Pocos minutos después, sale el vigilante del edificio y toma la caja ahí mismo lo llamo.

-¿Hola? ¿Leila eres tú? –dice él con voz esperanzada.

-Lamento decepcionarte pero no soy Leila… debes ir a tu casa ahora mismo, un paquete te espera.

-¿Quién llama? –grita.

-Apresúrate –le cuelgo.

Espero aproximadamente media hora hasta que llega un Audi y estaciona frente al edificio.

¡Mierda! José debía venir solo ¿Qué hace Taylor con él?

Me será más difícil entrar y ver como recibe mi regalo. Tendré que esperar a fuera.

Camino por los alrededores esperando ver movimiento pero nada.
De pronto sale Taylor seguido por el fotógrafo. Parece que discuten yo me escondo tras un árbol y solo observo. No logro escuchar lo que dicen, así que me acerco un poco más.

-¡Dame esa caja Taylor!

-Ya vio su contenido, no quiso esperar a que alguien más la revisara primero. Pudo haber sido peligroso y el señor Grey ordeno…

-Yo no sigo órdenes de Grey.

El fotógrafo tiene carácter. Si no fuera amigo de Anastasia bien podría yo educarlo, después de todo no esta tan mal el hombre.

-Además –continua –No pasó nada grave, devuélveme la caja.

Yo me oculto en la entrada de una joyería que hay cerca de ellos. Taylor es astuto y si me ve podría sospechar rápidamente.

-El Sr. Grey debería ver el contenido de este paquete.

-Y una mierda, el paquete iba dirigido hacia mí. Dámelo. Yo hablare con Christian y le hare saber que no tiene por qué entrometerse.

-Si así lo quiere.

Taylor le regresa la caja y se sube al coche para irse pisando el acelerador.

-¿Por qué me engañaste Leila? –escucho decir a José.

El fotógrafo se va al interior del edificio y listo. Aquí termina por hoy mi tarea.

De regreso a la vieja casa, ya es noche. Solo debo esperar unos días. Unos pocos días para llevar a cabo mi gran venganza. Solo decir esa palabra se me dispara el corazón de alegría.

-LUNA<3

&quot;Los Grey&quot; Cincuenta Sombras Liberadas continua... FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora