CAPITULO 45

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SI LO TOMAS DA CRÉDITOS POR FAVOR, RESPETA MI TRABAJO. ESPERO LES GUSTE Y DEJEN SU SÚPER VOTO. Y YA SABEN QUE ESPERO SUS COMENTARIOS PARA SABER QUE LES PARECE

Después de marcarle a Estefanie, me quedo sentada en la cama. No puedo creer que tenga tan mal corazón, creí que de verdad apreciaba a mis hijos.
Francamente me siento impactada, desesperada…muerta en vida. ¿De verdad esto está sucediendo? Dios mío… ¿Cómo encontrare a mis hijos? Necesito espacio y tengo que pensar.

Voy por la pequeña maleta y me busco unos vaqueros, blusa de manga corta color lima y unos converse. Sigo esperando a que Christian venga a reclamarme sobre la llamada que le hice a Estefanie, pero nada ¿Es que no lo sabe aún?
Espero y espero. Miro el reloj y ya son las siete y media de la tarde. No puedo seguir aquí sin hacer nada. Justo ahora necesito salir, buscar yo misma a mis hijos, así sea por debajo de las piedras.

Cuando salgo de la habitación escucho voces en un piso inferior. Me quedo helada al reconocer la voz de Ray. ¿Quién lo ha llamado? Yo no quise hacerlo, por no preocuparlo y porque estando frente a él, entre sus brazos, seré más vulnerable y ya no sé si tengo fuerzas para llorar. Las pocas fuerzas que me quedan son para recorrer todo Seattle en busca de mi Ted y Phoebe.
Antes de bajar escucho lo que platican Christian y mi padre. En este momento no me siento tranquila. Miro a mi alrededor para ver un lugar por donde pueda escapar pero nada. Me quedo recargada en la pared y escucho.

-¿Cómo está? –pregunta Ray.

-Fatal. Ya puedes imaginártelo, no ha querido comer y me preocupa.

Me siento intranquila por saber que Christian la pasa aún peor y es por mi culpa. Pero realmente no es mi intención, solo la comida no me pasa.

-Debemos encontrar a mis nietos –continua Ray –No me explico cómo esa maldita mujer quiere dañarlos tanto.

Eso puedo entenderlo, Ray no tiene ni idea de lo que hubo entre Christian y la maldita pedófila. Si él estuviera enterado, jamás me habría permitido casarme con él.

-Te prometo que los voy a encontrar Ray –le asegura Christian –Sabes que lo más importante para mí, son Anastasia y nuestros hijos.

-Yo te ayudare Christian. Ahora quiero ver a mi hija.

-Claro, me imagino que está en la habitación.

Oh no. No quiero verlo, no aún. El corazón me late muy deprisa. Siento la tensión recorrer mi cuerpo y como lagrimas ruedan por mis mejillas.
Cuando se escuchan los pasos de Christian y Ray hacia el piso donde estoy, Taylor lo llama.

-Sr. Grey.

-¿Has traído noticias? Tiene mucho tiempo que andas investigando ¿dime que has conseguido?

Justo ahora quiero bajar y enterarme de lo que le tenga que informar Taylor, pero mi padre interviene y en silencio se lo agradezco. Taylor da sus informes y yo puedo escucharlo todo.

-Me ha llamado Barney –dice –Han interceptado una llamada al móvil de la señorita Estefanie… no tienen grabada la llamada, pero saben con quién hablo.

Doble mierda. Como desearía tener una vía de escape. Estoy atrapada aquí y ahora debo realmente enfrentar a Christian. Me siento como una polilla junto a una llama, ahora no es momento de llorar como una niña pequeña. Me limpio las lágrimas con un pañuelo y bajo los escalones hasta estar frente a Christian, mi padre y Taylor; éste baja la mirada y se ruboriza.

Yo entiendo perfectamente que debe mantener informado a Christian, y realmente no estoy molesta con él. Solo hace su trabajo.

-Fui yo quien llamo a Estefanie.

Christian alza las cejas y me mira. Su mirada es fría y está llena de reclamaciones -cosa para la cual no tengo tiempo-. La sangre me truena por todo el cuerpo y mi corazón rebota. Espero callada mirando hacia mis dedos, espero su reacción. Pero parece que la presencia de Ray hace que Christian lo piense dos veces y no dice nada –aún-.

Mi padre me acuna en sus brazos y plata un beso en mi frente. Cuanto me hacía falta tenerlo junto a mí, que me diera de su fuerza para seguir adelante. Es mi Ray, mi papá.

-Annie, cuanto lo siento cariño –su voz tiembla.

Me aferro a sus brazos ocultando mi cara entre su pecho. Ahora el llanto no cesa y me tiembla el cuerpo completamente.

-Papá… ya no puedo más. No sé qué hacer –balbuceo.

Estoy destrozada. A pesar del gran apoyo que toda la familia y mi esposo me brindan, yo no puedo. Este es un momento devastador y ya no sé cómo sobrellevarlo.

Ray sigue estrechándome en sus brazos y meciéndome, diciéndome palabras de aliento, quiere hacerme sentir protegida ¿pero quién protege a mis hijos? Me encuentro jadeando y con los ojos cerrados. Solo siento como me invade el miedo y de nuevo me cuesta respirar.

Veo a José que ha subido las escaleras y se encuentra a un lado de Taylor.

-¿Por qué papá? ¿Por qué mis niños, porque? –le pregunto sin poder disimular mi temor.

-Annie, me parte el corazón verte así –susurra Ray pegado a mi cabello –Cariño debes tranquilizarte, veras que los encontraran.

-¿Pero cómo? –Levanto la vista –Ya es de noche y no tenemos ninguna maldita noticia.

Observo a Christian. Me mira con los ojos muy abiertos, está lleno de furia y sé que no es conmigo del todo, debe sentirse igual de impotente que yo.

-No pierdas las esperanzas –me alienta José –Pronto darán con ellos, Ana no llores más.

Al menos José no oculta sus sentimientos y también llora, siento su gran comprensión y su apoyo. Pero no es suficiente, solo me interesa estar de nuevo con mis bebés. Han pasado horas desde que esa bruja se los llevo, y seguramente en sus planes no está regresármelos. Este sentimiento en mí es tan grande que me perturba.

Christian me observa perdido, está muy ido. Se ha quedado en silencio desde que baje con ellos. Pero sacude un poco la cabeza y me clava su mirada de un intenso gris.

-Deberías bajar a cenar, puede hacerte daño tener el estómago vacío.

¿Lo dice enserio? ¿Por qué nadie entiende que no tengo apetito?
Ray me ayuda a levantar de las escaleras, aun sin soltarme. Me tiene con un brazo agarrado a mi cintura y con la otra limpia mi rostro usando un pañuelo.

-No tengo hambre –le digo mientras bajo los escalones.

Los cuatro hombres me siguen y al llegar a la planta baja, Christian me toma de la mano y tira de mí.

-Estas helada nena, por favor, come algo.

-¡He dicho que no! Por favor no insistas.

-¡Bien! –Me grita –Entonces dime ¿Qué hacías tú llamándole a Estefanie?

-Por favor muchachos, traten de tranquilizarse –nos dice en tono serio Ray.

-Discúlpame Ray, pero es muy importante que Anastasia me dé una explicación. Esa mujer puede estar envuelta en este problema de mis hijos.

-Aun así, no creo conveniente que le estés gritando. Ana no tiene la culpa de la mierda que tienes por seguridad. –explota José.

Christian lo ignora y lo agradezco. No es momento para una pelea –otra pelea –Entre ellos.

Continua haciéndome preguntas y yo me siento en trance. Maldita sea, no es momento para perder el conocimiento.
El resto de la familia se reúne dónde estamos nosotros y cuestionan por qué de los gritos.

-Déjenme solo con mi esposa. Maldición que solo quiero encontrar a mis hijos y saber que ella está bien.

Me percato de que estoy siendo muy egoísta. Christian es el padre de mis hijos y no tenerlos con nosotros es una completa incertidumbre.

-Te diré lo que quieres saber –le digo – ¿Pueden dejarnos solos?

-Lo haremos me acaricia la mejilla mi padre -¿estarás bien?

Ray se acerca a i oído y me susurra –No seas tan dura con tu esposo. Él esta tan jodido como tú con esta situación.

Le digo que si con la cabeza y me las arreglo para sacar una pequeña sonrisa. Una sonrisa fingida porque no tengo ánimos para sonreír.

-¿Y bien? –me pregunta Christian cuando todos se han alejado.

-Perdón –le digo.

Su mirada se suaviza y se acerca a mí, peor no me toca.

-¿Por qué te disculpas Anastasia? –esta furioso, yo soy “Anastasia” cuando lo está.

-Por la forma en que te hable, sé que solo tratas de quererme hacer sentir mejor. Pero deja de intentarlo, sin mis hijos, esos resulta imposible.

-Te entiendo, así me siento yo. –se le escapa una lagrima.

Ahora voy directa al tema –Llame a Estefanie porque estoy completamente segura que ella sabe algo de Elena. Podría jurar que de verdad ella la apoya.

-¿Y qué te ha dicho?

¿Qué? ¿No me reclamara por ello? Excelente, sí que mi esposo hace un gran esfuerzo por no perder la paciencia conmigo.

-No quiso decirme nada –sollozo –Nos odia –lo pienso mejor –Me odia y no hará nada por ayudarnos. ¿En manos de quien dejábamos a mis hijos?

Soy una completa estúpida por haberla captado en nuestra casa. Desde el primer momento que note que estaba interesada en Christian, debí correrla. Pero claro, soy una torpe y no pude tomar medidas extremas. La noble y estúpida de Anastasia Steele.

-Ven acá –me abraza –Cariño si no quieres comer, me cuesta aceptarlo, pero al menos has un intento y trata de dormir un poco.

Quiero gritarle que no puedo. Pero me pesan los ojos de tanto llorar y necesito recuperar fuerzas para seguir despierta. Quizá una taza de té y algún bocadillo no sean mala idea para seguir activa.

Kate se acerca nosotros, tiene los ojos lloroso e hinchados. Y rojos, muy rojos. Mia viene con ella y en sus manos sostiene una taza de té –seguro es para mí.

-¿Te encuentras mejor? –me pregunta Mia.

-Un poco, gracias. ¿Y ese té?

-Oh es para ti.

Justo cuando lo estoy sosteniendo, alguien entra y me sobresalta.

-¡Sr. Grey perdimos a Estefanie!

Sawyer llega corriendo hacia nosotros y yo dejo caer la taza al piso. Se hace una gran mancha de té y se esparcen los trozos de porcelana.

-¿Cómo es eso posible? Demonios se les paga una fuerte suma de dinero y nada pueden hacer bien –explota Christian.

-Sánchez necesitaba acudir a… tenía una emergencia. La ha seguido, pero le perdió el rastro.

¡NO! Era mi única esperanza. Intentaría convencerla para que me diera alguna pista de Elena. Maldita sea, no.

-¿Es que ahora todo mundo se empeña en perder cualquier prueba que nos lleve a mis hijos? –Les grito -¡Son unos niños! Unos bebés que no tienen culpa de nada, y ustedes simplemente dejan ir a quienes pueden guiarnos a ellos.

Kate me toma de la mano pero yo me zafo de ella bruscamente. No estoy para consuelos, estoy para sacar de mí todos estos nervios. Sé que no tienen esa intención pero ya no puedo para de hablar. No puedo para de gritar y expresar lo mal que me siento. Estoy desesperada.

-Sra. Grey, acepto toda la culpa… -Sawyer parece no saber que decir.

Me pongo colorada. Estoy siendo muy injusta. Madre mía, estoy perdiendo los estribos. Contrólate Ana Steele. CONTROLATE.
Me repito mentalmente una y mil veces.

-Mia por favor, trae otra taza de té –pide Christian.

-A la mierda el té –grito –NO QUIERO NINGUNA TAZA DE TÉ. Quiero a mis hijos aquí conmigo ¡ya! Por favor.

Voy desvaneciendo en los brazos de Christian y voy quedándome en la oscuridad. No. No puedo desmayarme. Trato de reincorporarme pero es inútil, sigo consiente en los brazos de mi esposo.

-Sostenla, le pondré un calmante.

No me di cuenta en que momento llego Grace con una jeringa en la mano. Mi padre ayuda a sostenerme las piernas. Tampoco pude notar el momento en que comencé a patalear desesperadamente.

-No, no quiero calmantes –grito.

Pero mi voz ha perdido fuerza y siento que me quedo afónica.

-Christian no, por favor –susurro.

Siento como un líquido caliente me recorre por el brazo. Grace me ha inyectado en el brazo, cerca del hombro. Christian besa mi frente.

-Todo estará bien nena –me dice.

Y mis ojos comienzan a cerrarse. ¡NO!
Oscuridad. Silencio.

PARTE CHRISTIAN

Me siento muy jodido. NO he podido mantener a salvo a mi familia. Ana tiene razón al molestarse con la seguridad. Yo personalmente despediré a Sánchez. Y en cuanto tenga a García en manos, no sé de lo que sería capaz.

Ahora tomo en mis brazos a mi hermosa esposa y la llevo al dormitorio. Siento como si cargara una suave pluma. Anastasia ha perdido la paciencia y han tenido que sedarla.

-Cuanto lo siento hijo –me dice mi madre –Pero era necesario, a sí podrá descansar.

Esto es una jodida pesadilla. Son más de cincuenta sombras, todas dispuestas a romper el equilibrio de mi familia.

-¿Cuánto tiempo estará dormida? –pregunto y la voz me flaquea.

-Al menos hasta mañana temprano. Tranquilo, esto no la afectara, al contrario.

-No me moveré ni un segundo de su lado –me dice Ray.

Quisiera decirle que no, pero entiendo que es su hija. Todos estamos preocupados por mis pequeños y ahora por Ana.
Llego a la habitación y Ray se apresura para levantar el edredón y las sabanas. Deposito a mi esposa sobre la cama con sumo cuidado. Se ve tan frágil, su piel se nota más banca de lo habitual. Su respiración va recuperándose y ahora es más suave, mas calmada.

Me odio por haber permitido que esto sucediera. No tome las suficientes precauciones. Y ahora Ana sufre por ello. Mil dulce Anastasia.

-Nunca la había visto así –comenta Ray.

-Tienes razón. Es la primera vez que también la veo así. Te juro que será la última.

-Deja de culparte –me mira –No tienes la culpa, el que seas rico no quiere decir que seas invencible, intocable ¿me explico?

Agradezco su buena fe en mí, pero él no sabe todo lo que esto lleva. Elena –esa hija de puta –Tiene un propósito y lo está cumpliendo. Yo debo impedírselo.

La puerta de la habitación sigue abierta y escucho a José chasquear la lengua, se da media vuelta y baja los escalones. Necesito hablar con él. Kate se limpia las lágrimas y abraza a mi hermana.

-Vallamos abajo, Ana estará bien –Ethan se las lleva con él. Con un movimiento de cabeza, le agradezco.

-Bajare un momento ¿tú puedes cuidarla? –le pregunto a Ray.

-Claro que sí, yo cuido de mi niña.

No quisiera dejarla sola pero debo saber más detalles y hablar con el fotógrafo. Me gustaría romperle los dientes por hablar –quizá tenga razón en lo que dice –Pero nadie le autorizo a meter su puta lengua.

En estos momentos él también la está pasando mal, su novia debe estar desangrándose en manos de Elena. Porque estoy seguro que también ella la tiene.

Lo encuentro en el jardín tomando una cerveza. Me acerco a él y cuando me mira no me dedica su mejor semblante.

-¿Qué quieres? ¿Reclamarme por gritar en tu casa?

-No –digo secamente.

-¿Entonces?

-Agradecerte por el apoyo que le brindas a mi esposa. Sé que ella te necesita, así como necesita de Katherine.

-¿Hablas enserio? –alza las cejas, sorprendido –Demonios Grey, creí que venas a golpearme de nuevo.

Me gustaría, pero seguro no es lo más correcto –pienso.

-Ya ves lo equivocado que estas. Me tienes en mal concepto.

-Puede que me haya equivocado. –acepta.

Pasamos al menos unos minutos charlando, realmente no es mal hombre y me he convencido de que tiene un cariño muy especial por Anastasia, pero ya no es amor, y eso en cierta forma me tranquiliza. Ama a Leila –según me dice –Pero ve muy difícil que pueda perdonar su antigua vida. Vida en la que yo tuve cabida y de lo cual me arrepiento. ¿Pero que puedo hacer? Es cosa del pasado y solo nos queda olvidarlo.
Aunque justo en este momento mi pasado vuelve a atormentarme. Y pero aun, perjudica a lo que más amo en la vida. Mi esposa y mis hijos.

-Tengo que recibir el informe de Sawyer –digo a modo de explicación ¿Por qué debo explicarle?

-Entiendo.

Doy dos pasos y escucho que el móvil de José suena, lo oigo hablar y enseguida me grita. No demasiadas confianzas fotógrafo.

-¡Grey! Es Leila, debo ir por ella. Ha logrado escapar.

¿Qué mierda? ¿Qué hay de mis hijos?

-LUNA<3

&quot;Los Grey&quot; Cincuenta Sombras Liberadas continua... FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora