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PARTE ELENA
He tenido una mala noche. El maldito malestar del pecho no me dejo conciliar el sueño. Me dispuse mejor a planear el gran golpe para con los Grey.
Desde muy temprano baje al pequeño gimnasio que tengo en el sótano. Estaré moribunda pero no por eso debo perder el glamour. Y los sábados suelo ejercitarme.
Me ejercito un poco haciendo bicicleta pero enseguida pierdo energía. ¡MALDITO CANCER!
Siento un nudo de emociones en la garganta, pero no me permito llorar. Soy de carácter fuerte y ni siquiera esta maldita enfermedad me hará caer.
Desayuno solo fruta y jugo, y me dirijo al cuarto de baño para darme una ducha.
Cuando me estoy lavando el cabello noto que comienza a caerse. No me puede estar pasando esto. ¿Por qué a mí? ¿Por qué no a la estúpida de Anastasia? La vida es muy injusta.
Yo una mujer talentosa, inteligente, guapa… enferma. ¡No! Me niego a morir. No quiero morir.
Se me escapan algunas lágrimas y con mi puño cerrado golpeo la pared. Mierda. Me he roto una uña.
Me limpio las lágrimas y termino de ducharme. Me he pongo un vestido rojo, zapatillas altas y mis joyas. Maquillaje y perfume. Al menos esto ayuda a cubrir las ojeras y la mala facha interna que tengo.
Y si quiero que mi plan funcione debo vivir. Marco a mi oncólogo. Éste contesta enseguida.
-Josep –dice.
-Dr. Josep, buenos días. Habla Elena Lincoln.
-Buenos días Sra. Lincoln. ¿En qué puedo ayudarla?
-Llame a su oficina para hacer una cita –miento –Pero su secretaria parece que no ha llegado ¿o yo he madrugado demasiado?
-Me parece que usted ha madrugado –se ríe –Y también tomando en cuenta que es sábado querida Sra. Lincoln. La secretaria no trabaja el día de hoy.
¡Estúpida!
El doctor se burla de mí. Claro puedo tener mala relación con los días pero que no podría yo enseñarle en la cama. Lo castigaría por reírse así de mí. Lo azotaría hasta que se me cansara la mano.
Solo pensarlo me hierve la sangre de deseo. Extraño tanto enseñar BDSM. Perdí a Isaac hace un tiempo. Se enamoró de una chiquilla tonta y decidió irse tras ella.
La mierda del amor es para tontos ¿Por qué nadie lo entiende?
-¿Sra. Lincoln, sigue ahí?
-Disculpe Dr. Solo quería avisarle que he decidido tomar el tratamiento.
-Me parece una excelente idea. La vida solo es una y hay que aprovecharla. Usted aun es joven y si lo lleva tal como es, puede vencerlo.
-Créame que quiero aprovechar mi vida, al menos lo que me queda.
-Yo no tengo mi agenda, esa la lleva mi secretaria. Si gusta llamar el día lunes a primera hora, ella le dará el día de su cita y la hora ¿le parece? Yo en un momento le llamo para decirle que le haga un espacio para lo más pronto posible.
-Muy bien. Yo le llamo el lunes. Gracias Dr. Josep.
-Para servirle Elena –cuelga.
Elena. ¿Quién le autorizo a llamarme por mi nombre de pila? Viejo ridículo.
Me siento en uno de los sofás a revisar mis cuentas. Para lo que planeo, debo tener el dinero listo y boletos de avión también. Al menos para despistar a Christian. Porque seguramente me buscara en cuanto le quite lo más preciado.
El sonido del teléfono me desconcentra. Miro el número y le respondo a Estefanie.
-¿Quieres joderme desde temprano? –le digo.
-Elena debes tomar precauciones. Christian te está investigando y parece que te vigilan.
¿Cómo es posible?
-¿De qué me hablas? Es imposible. No he dado ningún paso en falso ¿acaso tu dijiste algo? Juro que si me delataste te mato ¿me oíste?
-¡Claro que no! Estamos en esto juntas. Yo tampoco quiero a Christian y Ana juntos. Son una farsa, Ana ni siquiera lo quiere.
-No los subestimes. Ana lo adora. De eso no tengo la menor duda.
-Como sea –chasquea –Debes salir de tu casa. Nos vemos donde esta Leila.
-Si salgo en mi coche me van a seguir. Saldré por la puerta del servicio, recógeme en la avenida.
-Te veo entonces.
Maldita sea. Esto no puede salirme mal.
Corro y me asomo por la ventana. Con sumo cuidado de que no me vean. Efectivamente, hay un coche con los vidrios ahumados estacionado frente a mi casa.
En una pequeña maleta meto alguna de mi ropa y me cambio lo que traigo puesto.
Unos pantalones deportivos, sudadera y zapatillas de correr será más cómodo. Aunque menos glamuroso. Me pongo una gorra y salgo por la puerta de la cocina en la parte trasera.
Como puedo doy grandes zancadas hasta llegar a donde me veré con Estefanie.
Miro a todos lados pero no veo el coche de su mamá. Maldita Estefanie, solo la necesito para llevar a cabo mi venganza, después de eso no pienso cargar con ella.
Unas luces parpadean y es donde la veo acercarse.
-Sube.
Enseguida me doblo y entro en el asiento del copiloto. Aviento la maleta a la parte trasera.
-¿Nadie te vio salir?
-No. Ahora explícame ¿Cómo es que me investigan?
-No lo sé. Hace un momento fui a ver a mi tía, me pediste que me querías cerca y menos mal que fui. Todos han salido de la gran casa y se han ido con toda su seguridad. Christian dijo algo así como “Están vigilando a Elena”
-Mierda.
-Sí, mierda. Eso pensé. No sé a dónde habrán ido. Pero es seguro que no confían en ti y con toda la seguridad que se cargan no podrás acercarte a ellos ni un centímetro. ¿Qué haremos ahora?
Me resulta buena pregunta la de Estefanie. Con Taylor y los demás guarros de Christian, me será más difícil acercarme a ellos.
-Mi plan resultara. Me interesa saber porque de pronto han decidido vigilarme. Leila no les dijo nada. Tú la has vigilado.
-No estoy con ella todo el día, pero no puede salir de donde esta y no tiene ninguna forma de comunicarse con nadie.
Estefanie busca entre sus bolsillos de los vaqueros.
-¿Qué buscas? –le cuestiono.
-Hay mierda ¡MIERDA!
-¡¿Qué?! ¿Que buscas?
-Olvide el celular ayer que fui a verla –sus ojos se abren demasiado –Te llame y olvide volver a guardarlo. Elena te juro que fue un accidente.
Lanzo mi mano sobre su rostro y logro darle un buen puñetazo. Tendré que aguatar hasta que estacione para romperle la cara por estúpida.
-Elena perdóname…
-Cállate y conduce. Ya lo arreglaremos llegando.
Estefanie solloza y su nariz sangra. Menudo golpe le he dado. Y es poco con lo que se merece, esto puedo echar a perder todo. Aun la necesito, solo por eso la soporto a ella y sus estupideces. Solo debo esperar para deshacerme de ella y de Leila.
Estefanie me tiene miedo. Juega a ser altanera pero sabe que conmigo no se juega y para conseguir lo que quiero no me tiento el corazón.
Tengo a Leila en una pequeña casa abandonada. Era de los padres de Isaac pero él no quiso venderla ni tirarla. Se ha quedado sin ningún cuidado y se cae de vieja. El escondite perfecto. Y aún más alejado de Seattle.
Cuando llegamos bajo del coche enseguida y espero a que Estefanie también lo haga. La vieja casa cuenta con cochera así que ahí guardamos el auto para que nadie pueda verlo.
Abro la pequeña puerta que da a la cocina -Entra a la casa –le ordeno.
-Elena yo… perdóname no me mates por favor –me suplica dejándose caer de rodillas.
-Estefanie… entra a la maldita casa.
Enseguida se pone de pie y entra corriendo.
Yo la sigo. Y cuando me acerco a ella le suelto otra bofetada.
-No te matare, aun te necesito. Pero te juro que si esto sale mal por tu culpa ahí sí que me deshago de ti ¿me entendiste?
-Si –murmura.
-¿Si qué? No te escucho.
-Si te entendí.
-Ahora vamos a ver la otra estúpida. Abre el sótano.
Leila se encuentra encadenada y amordazada. ¿Cómo podría ella tomar el celular?
-¿Dónde está el celular? –le pregunto a Estefanie.
-Aquí. Lo olvide en la mesa. No creo que lo haya utilizado, esta encadenada.
-Cállate.
Pero lo que dice suena coherente. No entiendo cómo es que ahora sospechan de mí. Ya averiguare después.
Me acerco a Leila y la tomo por el cabello. Jalándolo de él con fuerza.
-¿Usaste tú el celular para delatarme?
Le quito la mordaza –Contéstame.
-Es ilógico ¿no ves que tengo las manos y el cuerpo atados?
-Claro que lo veo, no soy estúpida –le escupo.
-Permíteme dudarlo –me reta.
-Tienes agallas, querida. Lástima que ni así lograste quedarte con Christian. Te detestaba. Siempre tan desobediente y traviesa. Él no paraba de quejarse de ti.
-¿Y para que quieres hacerle daño, eh? Tu que eras su amiga ¿es que a ti tampoco te hizo caso? –Se burla –Siendo así puedo entender porque estas desquiciada. Jamás entendí que hubo entre ustedes pero no me es difícil pensarlo.
-Tú no sabes nada –le abofeteo con todas mis fuerzas una y otra vez.
-No importa cuánto tiempo me tengas aquí, ni cuantas veces me pegues. No me harás cambiar de opinión. Eres una enferma desquiciada. Solterona.
Vuelvo a aterrizar mi mano en su boca y ella escupe sangre.
-Puedo matarte a golpes. Puedo azotarte hasta que sangres maldita sumisa de mierda. ¿Qué me dices tú? Tú que decepcionaste a Christian con tu desobediencia, se te murió el hombre del que te enamoraste, acosaste a Christian y ni así él se interesó en ti. Te mando a refundir a un psiquiátrico.
-Pierdes tu tiempo –me sonríe –Solo es cuestión de esperar y Christian te va a refundir a ti pero en la cárcel o peor aún, te refundirá a metros bajo la tierra ¿Cuánto tiempo te queda de vida? Me imagino que no mucho.
Me voy a abalanzar sobre ella pero Estefanie me detiene.
-No vale la pena –me susurra.
La alejo dándole un empujón y me dirijo a Leila.
-Solo espero que tu novio el fotógrafo sea tan fuerte como tú. ¿Qué pensara si se entera de tu pasado? Tengo muchas fotos. Tus antiguos Amos me las han facilitado ¿Qué pensara tu novio si las ve? Seguro que deja de buscarte, él no querrá a una zorra ¿o sí?
-Déjalo tranquilo. Él no se ha metido contigo.
-Ya veremos –le pongo la mordaza de nuevo –Ahora calladita.
Me doy media vuelta y subo los escalones.
-Estefanie.
-Ya voy –y ella me sigue.
Cierra de nuevo la puerta y nos sentamos en el sofá.
-¿Qué piensas hacer?
-No puedo estar aquí por mucho tiempo.
-Puedes llamar a tu jefe… quizá él te diga que hacer.
-La jefa soy yo.
-Pero tú dijiste que te presionaban…
-No te metas donde no te llaman Estefanie.
-Está bien. ¿Me quedo aquí contigo?
-No. Alguien podría sospechar. Debes buscar a tu tía y enterarte que es lo que piensan hacer Ana y Christian. Además quiero a Ted y la niña, y tú puedes acercarte a ellos.
-¿Sus hijos?
-Sí.
-Pero… ¿para qué quieres al niño, a Phoebe? Ellos no tienen la culpa de nada.
Estefanie me hace dudar de ella. Su reacción me confirma que no querrá hacer nada contra los niños.
Maldita sea Estefanie y sus sentimientos.
-Solo quiero conocerlos. Pero si no quieres está bien, no me acercare a ellos pero si quiero a Ana.
Estefanie me mira dudosa pero finalmente accede.
-Cuenta conmigo. Solo debes decirme que hacer y aquí tendrás a esa zorra de Ana.
-Ahora quiero que vallas por algo de comer. Cuidadito con traicionarme Estefanie, aún no sabes de lo que soy capaz.
-No te traicionare, lo juro.
Su miedo me hace creerle. Pero debo ser precavida y ver segundas opciones.
El dolor del cuerpo me empieza a atormentar. Así que voy al coche y saco mi maleta. Me tomo el medicamento que me dio mi oncólogo.
Saco mi celular y llamo a ese cabrón. Afortunadamente sigue en contacto y me responde.
-¿Sí?
-No querrás que piense que el dinero que gaste en tu fianza no valió la pena ¿verdad?
-Elena ¿Qué deseas? Tu misma me mandaste a ocultar ¿no lo recuerdas? Solo espero me confirmes cuales son los planes.
-No confió en Estefanie.
-Dijiste que te sería útil ¿Qué hizo?
-Se me ocurrió… algo, algo para poder ocuparme en mi futuro –él no sabe que tengo cáncer –Pero Estefanie no creo que acepte ayudarme en eso. Sería bueno que regreses a Seattle, tu puedes ayudarme.
-Pueden capturarnos a todos y entonces sí que no tendremos posibilidad de vengarnos. No seas tonta cariñito.
Que repugnante es. Pero tiene razón.
-Aún si no vienes, necesito que me consigas donde esconderme para cuando lleve a cabo lo que planee.
-Ya tengo un lugar tu no dudes. Mantenme informado.
Gaste una fortuna en él. Tiene una deuda conmigo, no me puede dejar sola en esto.
Cuanto antes debo tener conmigo a Theodore y Phoebe, solo así tendré a Christian.-LUNA<3
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"Los Grey" Cincuenta Sombras Liberadas continua... FANFIC
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