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Aunque desde un inicio sabemos que la flama de una vela quema nuestra piel, hay veces en las que es tanta nuestra fascinación que tenemos por ella que ponemos nuestro dedo en el calor e incluso jugamos con ella.

¿Sadismo?

¿Necesidad de romper las reglas?

¿Trastorno?

Sabía desde el inicio que estaba mal, que no debía ni podía gustarme un hombre tan adulto. En realidad, era más como alguna clase de amor platónico que tenía desde hace años, pero que con el paso del tiempo fue creciendo y en algún punto terminó como un enamoramiento de la idea de él y de mí juntos. Claro que es patético dado que hablábamos de un desconocido que ni conocía ni me conocía, que no me notaba, pero la atracción estaba en mi interior latente.

-Charlotte, apúrate o llegarás tarde -gritó mi mamá sacándome completamente de mis pensamientos.

Alcé la mirada hacia enfrente mirando del otro lado de la calle la casa de mi misterioso vecino, la luz de su sala de estar, como cada mañana, se veía encendida por medio de las cortinas de sus ventanas. Suspiré guardando mi libreta sin despegar los ojos del lugar, pero finalmente suspiré, cerré mi mochila y la tomé para salir de mi habitación.

Bajé a la cocina donde encontré a mi mamá cerrando su termo con el café dentro y al verme me extendió la tarjeta y entonces le pregunté:

-¿Vas a tener turno de 32 o 48?

-Treinta y dos -respondió.

Mi mamá era cirujana cardiotorácica por lo que a veces tenía turnos largos y no llegaba a la casa, mi papá, por otro lado, era arquitecto, pero él viajaba la mayor parte del tiempo dado que la empresa donde trabajaba era asiática y lo mandaban mucho para allá.

-Está bien -la miré y la tomé con una sonrisa.

Salimos de la casa y entramos a la camioneta para que me llevara a la escuela, era de esas pocas veces donde podía llevarme y debíamos aprovecharlo. Miré un segundo al frente deseando que el vecino saliera, quería verlo ya que eran contadas las veces que coincidíamos, pero cuando mi mamá encendió el carro y salió, deje esas esperanzas y me centré en mi realidad.

Llegué a la casa como a las tres, bajé del Uber y fui a la entrada mientras tarareaba la canción que escuchaba por mis Airpods, subí sin prisa las escaleras hasta la puerta y entonces entré dejando la mochila a un lado y me encerré en la casa. Me fui a mi habitación para cambiarme el uniforme, me quité la blusa de botones y la falda quedando en ropa interior, me puse una blusa de tirantes blanca de tela muy ligera, un short de pijama y me quité las calcetas largas rojas. Tomé mi celular para ver qué pediría de comer cuando el timbre de mi casa sonó por toda la casa y entonces maldije y echando la cabeza hacia atrás bajé.

Estaba casi segura de que sería la señora Jones, siempre le encantaba venir a vigilar a mis padres y a mí, cosa que no entendía, y algunas veces me daba postres, pero aún así no eran lo suficientemente buenos como para soportar sus preguntas. Abrí la puerta sin mirar quien era y dije:

-¿Sí?

La puerta se abrió por completo y pude mirar quien era y en efecto era la señora Jones, cuando me vio, sonrió dejando ver esos dientes blancos y entrecerrando sus ojos azules.

-Lottie, - me saludó y miró por encima de mi hombro- ¿Interrumpo algo?

En mi interior suspiré para tranquilizarme y prepararme para lo que fuera y le contesté:

-Señora Jones, -sonreí- qué tal.

-Hija, necesito que me ayudes con algo -me dijo observándome con cara de pena- Richard se me escapó y el muy loco se ha subido a mi árbol.

Richard era su gato.

Alcé las cejas al ver que se volteaba y señalaba el árbol a un lado de su casa y pregunté:

-¡¿Se ha trepado al árbol?!

-¡Sí! -dijo preocupada- Y el tonto no puede bajar. Ayúdame a bajarlo, Lottie, no tengo a nadie más que me ayude.

-Claro, -tomé mis llaves del bowl en la mesa a un lado de la puerta- vamos.

Salimos de mi casa y atravesamos para llegar a su casa, caminé hasta el alto árbol y vi entonces a Richard en la rama y maullando asustado.

-¡Richard, gato tonto! -le gritó su dueña- ¡Espero que estés pensando en tus acciones!

-¿Tiene alguna escalera? -le pregunté entonces llamando su atención.

- ¡Tengo una aquí! -me dijo rápidamente- Ven.

Fuimos hacia el pasillo para ir a su patio trasero y vi la escalera recargada, entre ambas la llevamos al árbol y la colocamos recargada en el tronco.

-Subiré por Richard -avisé.

-Sólo ten cuidado, Lottie, que ya es vieja, ¿Sí? -me vio asustada- Si te pasa algo tu madre me mata.

- Tranquila, ella no se enterará -respondí mientras comenzaba a subir.

Subí por la escalera con cuidado y la maldita escalera rechinaba un poco, cuando estaba llegando a la rama, le grité a Richard:

-¡No te muevas, Richie!

El gato maullaba, subí hasta el lugar y entonces me estiré para tomarlo, pero el maldito Richard se movió para alejarse.

-¿A dónde vas? -le dije molesta.

-¡Richard, no te muevas! -gritó desde abajo la señora Jones-. ¡Ten cuidado, Lottie!

Vi a Richard y me estiré un poco más para tomarlo, con cuidado calculé como agarrarlo y cuando pensé: Te tengo, Richard brincó, yo grité, la señora Jones gritó y nerviosa me cubrí provocando que la escalera se balanceara.

-¡Lottie! -gritó la señora Jones y cerré los ojos esperando caer y el golpe en seco.

Pero nada de eso, abrí los ojos tras unos segundos del impacto y salto de Richard y cuando volteé hacia abajo y me vi intacta, pude ver que desde el inicio de la escalera alguien la había detenido y evitado mi caída segura.

-¡Charlotte -dijo la otra emocionada desde abajo- ¿Estás bien?!

Miré hacia enfrente y grité de regreso:

-Lo estoy, bajaré.

Comencé a bajar poco a poco y mientras menos era lo alto que estaba, más podía ver al que detenía la escalera, pero cuando logré llegar a los últimos escalones y vi al responsable de mi salvación, casi me caigo, pero de la sorpresa.

Era el vecino.

Casi me daba un paro cardiaco, el hombre del que me había enamorado me había rescatado, y por primera vez no sólo escuchaba su voz, sino que lo tenía cerca, tan cerca que podía olerlo. Del sobresalto, mi pie se resbaló e iba a volver a caer, pero entonces me sostuvo sorprendido y quedamos cuerpo contra cuerpo y lo miré estupefacta.

Lo tenía a centímetros, podía olerlo claramente y sobre todo mirarlo a detalle como siempre había soñado.

Castaño, su cabello era castaño y precioso, cara de Dios griego con nariz afilada y envidiable, voz tan sexy y me miraba con un par de ojos verdes y una hermosa sonrisa.

-Te tengo -me dijo divertido. 

Como pueden ver le cambié un poco para que no sea lo mismo. 

Espero que voten y por favor comenten <3 

oh my daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora