Capítulo #27

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Nunca me había pesado tanto firmar un documento. Con cada letra que iba escribiendo, sentía a Carter más lejos de mí, cada letra eran miles de kilómetros.

Entonces sentí que mi vida no tenía sentido.

Hasta hoy, que lograron levantarme de la cama y mi constante depresión.

Es mi cumpleaños, por ende, el de Victoria, así que estamos en la mansión porque hoy es el día que nuestros looks serán similares.

Mel hace un increíble trabajo con ella, su cabello es rosa chicle pero a la vez brillante y le han asignado una nana y una habitación para que se sienta cómoda. Su nana le describe distintos atuendos hasta que uno le parece agradable.

Entonces es mi turno, Mel asegura que me va a sorprender, pero yo lo único que quiero es borrar el último año de mi vida, ser Roney de nuevo y permanecer ignorante de todo, menos de mi hermana.

―Sus amigos desean verla, señorita―anuncia Morgan.
―No.

Se retira del salón con un asentimiento de cabeza, luego escucho murmullos tras la puerta.

Un par de horas más tarde, Mel termina conmigo y realmente me gusta lo que veo en el espejo.

Mi cabello tiene forma de “V” y es rubio, no demasiado rubio, mis raíces permanecen castañas, pero un tono más claro dando un efecto natural.

―Es precioso, Mel. Iré con Victoria al taller para probarnos los vestidos. Y por favor, las máscaras que sean idénticas.

Vuelvo a mi habitación, donde me espera Carter con mi hermana.

»Hola―saludo.
―Querida, estaba conociendo a tu hermana.
―Tu padre es un caballero―dice Vicky, no hago más que rodar los ojos.
―Tu hermana está enojada conmigo.

Y tenemos una reunión los tres por un buen rato donde hubo lágrimas, gritos, reproches y abrazos con dolor.

Entonces pienso en algo que puede hacerme feliz en este momento.

―Megan…―murmuro con la voz un poco ronca.
―Está arreglándose, ¿qué con ella?
―El bebé que espera, no es tuyo. Lo escuché antes de la cena de Acción de Gracias. Lo puedes verificar en la cámara 37B-C. Afina el audio, pues hablaba por el celular y es probable que se escuche muy bajo.
―Ángeles―me reprende.
―No juego con eso, nada me hizo más feliz que escuchar esa conversación, verifica.

El semblante de Carter cambia drásticamente, pero nos abraza antes de marcharse, seguramente a la habitación de las cámaras.

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Nadie nos ha visto a Victoria ni a mí, a excepción de Carter y Mel y estamos una frente a la otra, aunque Vicky no puede ver, yo admiro su belleza.

―Estás increíblemente preciosa―la halago.
― ¿Crees que esto sea una buena idea?
―No, pero no soy muy buena con esto de las buenas ideas. Sin embargo, trata de permanecer en un perfil bajo. Ian estará por ahí, le diré que esté contigo. Seguro Carter también te cuidará.

»Tú tranquila, pronto seremos una familia normal. Algunas personas ya saben que existes, solo no les expliques cosas…
― ¿Y si me preguntan dónde estaba? ―me interrumpe.
―Diles que en un campamento especial, inventa algo.
―Estoy nerviosa, Angelita―coge mis manos y las suyas están frías y temblorosas.
―No es para menos, no se cumplen 18 años todos los días, hermanita.

Le doy un afectuoso abrazo que dura varios minutos.

»No te muevas.

Busco en el tocador nuestras máscaras, son idénticas y un diseño exclusivo de Mel. También pedí que me hicieran dos cadenitas, una con la letra A y una con la letra V, yo llevaré la segunda y Vicky la primera.

Es nuestra primera alianza de hermanas.

El vestido de mi hermana no pudo ser igual por falta de tiempo, pero es despampanante, color champán, hasta los pies en caída, aunque tiene un escote en forma de corazón, el cuello, los brazos y los brazos son cubiertos por un bonito encaje del mismo color, muy recatado.

Yo en cambio llevo mi vestido dorado con escotes más pronunciados en el pecho y la espalda, eso gracias a que puedo cubrir mis tatuajes con el maquillaje especial en el que comenzó a trabajar Mel cuando le pedí ayuda.

Cojo la careta de Victoria y se la coloco con cuidado de no arruinar su peinado, ella la toca para sentir las diferentes texturas.

―Es preciosa.
―Tú te ves preciosa―le digo―ahora extiende tu mano, voy a darte tu primer regalo de cumpleaños.
―Mi Angelita, no tienes que regalarme nada.
―Sip, sí tengo.
―Pero yo no tengo nada para ti.
― ¿Estás bromeando? Tengo una hermana gemela. Esas cosas no le pasan a todo el mundo, eres mi mejor regalo.

Busco las cajitas que había dejado encima de la cama, saco su collar y se lo coloco en la mano.

― ¡Cielos!―dice mientras detalla cada centímetro de la letra― ¡Me encanta!
―Me alegra escuchar eso, yo también llevaré tu letra colgando de mi cuello, que acompañará un bonito delfín que me regaló Alex.
―Te gusta mucho ese chico, ¿verdad?
―Más de lo que imaginas―sonrío al pensar las pocas veces que nos hemos besado.

Luego de unos minutos más hablando y abrazos interminables, Mel nos apura porque nos esperan en el salón. Nos colocamos nuestros respectivos abrigos y corremos en dirección al garaje. No es sencillo, pues todavía no me acostumbro a que mi hermana se invidente, sin embargo, espero que Carter pueda resolver eso pronto.

Una limusina nos lleva súper rápido, al llegar Morgan queda un poco confundido cuando salen dos personas iguales del auto, a excepción del color del cabello.

―Larga historia, Morgan. Ya te pondrán al día.

Entramos por la parte trasera, asegurándonos que nadie nos viera. Pronto Mel se hace cargo de Victoria y me indica donde debo salir. Me guía hasta las escaleras, entrego mi abrigo y de ahí sigo mi camino por el salón ambientado con un fondo musical tranquilo.

Una luz se posa en mi cuerpo y sigue mi camino escaleras abajo, llama la atención de los invitados, que rozan las doscientas personas.

―Y con ustedes, la reina de la noche ¡Verónica!―se escucha en los parlantes.

La gente estalla en aplausos y Carter me espera al final de la escalera.

―Estás deslumbrante―me halaga con una sutil reverencia.
―Gracias.
―Espero que disfrutes mucho, hoy comienza una nueva etapa en tu vida―extiende su mano y yo se la cojo.

La música cambia y sé que es el momento de bailar con mi padre.

Caminamos hacia el centro del salón tomados de la mano, hace una nueva reverencia y cuando la música marca el ritmo, iniciamos el vals.

Los flashes no se hacen esperar, así como los murmullos por mi nuevo look. Creo que este será el definitivo, me gusta mucho como me sienta ser rubia. Solo me falta no tener que usar lentillas y no ocultar mis tatuajes.

Como si eso fuera tan fácil.

Carter me hace dar unas vueltas improvisadas, pero le cojo el ritmo rápido, hasta que la música cambia y no entiendo nada. Las luces se apagan, Carter desaparece, la música deja de sonar y  quedo desorientada.

― ¿Hola?

Un reflector que viene de algún lado arriba, ilumina el centro de la pista donde milagrosamente hay una silla.

―Reina de la noche, esperamos que estés preparada para los regalos que te esperan―suena en los parlantes―. Por favor su majestad, tome asiento y disfrute del espectáculo.

Obedezco a la voz y tomo asiento mirando a la nada, pero entonces se ilumina una enorme pantalla como en el cine y comienzan a reproducirse vídeos cortos en blanco y negro de cuando era pequeña.

El día que Carter me llevó a la mansión por primera vez, momentos en el Ático, yo corriendo por los pasillos, yo golpeando a Morgan por no llevarme a caballito. La música de fondo la desconozco, pero es lo de menos a traer todos estos recuerdos a mi mente.

La música deja de sonar y me veo a los siete años en blanco y negro, en un salón con espejos.

― ¡Padre, padre! No me grabes. No me sale el estúpido Petite no sé qué.

Luego me arranco el tutú, lo tiro al piso y lo pateo. Sí, ese es mi estilo. Después de un par de vídeos más tirando la mezcla de galletas al piso, rayando las paredes, tirando las pinturas en los óleos de los demás niños se escuchan las risas de los invitados.

Las pantalla se apagada de nuevo, dejando el salón entero en oscuridad y silencio. Aparece un fondo color rosa y se garabatean palabras en una bonita cursiva negra.

“Desde el primer día que te vi, la magia en tus ojos me hechizó y entonces no quise más que mirarlos por la eternidad”

Después la pantalla se apaga y comienzan a aparecer fotos en blanco y negro, en la mayoría salgo de espaldas y no se me ve muy bien el rostro, pero en todas estoy con Jamie, así como fotos de los regalos que me ha hecho desde que nos conocimos.

El peluche que está en mi habitación, cientos de joyas, cartas, nuestras manos, nosotros brindando, una foto de nuestros labios unidos, una foto mía corriendo en la playa, foto de nuestras alianzas, de nuestros tatuajes y la melodía del Titanic de fondo, solo la melodía.

Las demás pasan demasiado rápido o no les doy la suficiente atención.

Cuando la pantalla se apaga, la gente estalla en aplausos y vítores, por supuesto, de forma educada. Nada que ver con los escándalos que podría haber en una fiesta de facultad.

Entonces vuelve a iluminarse la pantalla y suena Perfect de Ed Sheeran. Ruedan fotos de mí con el cabello blanco, anteojos y los ojos marrones.

Los murmullos no se hacen esperar.

“Diosa”―comienzan las palabras―“Llegaste a mi vida para regalarme un pedacito de cielo aquí en la Tierra.”―nuevas fotos, esas las recuerdo. Cuando fuimos al café y me hizo posar para su celular.

“Invadiste mis sueños incluso antes de saber que existías. Viniste a redimirme de mis pecados, a enseñarme que sí existen personas dulces y honestas más allá de los cuentos”

Aparecen fotos mías dormida en la cama de Alex, los invitados ahogan una exclamación. No se me ve en ninguna situación comprometedora, solo acostada en una posición fetal bajo las sábanas blancas.

Luego siguen más y más fotos que no sabía que existían, en todas salgo desprevenida, pero parecen arte. Como si hubiese nacido para ser modelo y la cámara me adorara.

“Aquel puñetazo que me diste en la cafetería”―eso hizo reír a las personas―“sirvió para darme cuenta de muchas cosas. Claro, ahora sé que tienes un gancho derecho increíble.”

Vienen fotos de cuando tenía la pierna enyesada, en la cafetería de la facultad, viendo películas en el sofá, estudiando en mi sillón del dormitorio. Muchas, muchas fotos.

“Y si de algo estoy seguro, es que quiero cuidarte por el resto de la eternidad”

Continúan fotos donde salgo con mis amigos, con Trevor, con Stephanie y con Alex. Me da un poco de nostalgia pensar en Stephie, ella ya no es mi amiga. No merece estar en ese vídeo.

“Con el respeto que te mereces, sé que no puedo darte más de lo que tienes. Pero me gustaría hacerte  una pregunta…”

La pantalla se apaga, los murmullos no se hacen esperar, mi corazón late extremadamente rápido. Miro a todos lados en busca de una respuesta, pero la respuesta llega a mí como una luz. Literalmente, un reflector ilumina las escaleras por las que llegué. De ellas, baja una figura masculina en un traje color crema.

Parece que trae el cabello húmedo y revuelto, como si hubiese dejado arreglarse para última hora y no le hubiese dado tiempo de peinarse, así que solo se pasó las manos por él, como suele hacerlo al salir de ducharse.

Sigo su caminar hasta que se para en frente de mí.

―Estás hermosa―luego mira alrededor―. Wow, no pensé que hubiese tanta gente.

No me había dado cuenta que las luces habían comenzado a iluminar la sala de una forma muy tenue.

»No imaginas lo asustado que estoy―murmura con una sonrisa y se arrodilla.

Joder.

―Alex…―advierto, esto comienza a preocuparme.
―Diosa, ¿me concedes el honor―saca algo del bolsillo de su traje, es una cajita negra de terciopelo―de convertirme en el pecador más feliz de la tierra?

Lo miro con una sonrisa y a la vez cara de circunstancias.

» ¿Vuoi essere la mia ragazza?―abre la cajita y hay un pequeño anillo con un bonito y sutil diamante.

Siento el reflejo de las personas inclinarse hacia adelante para escuchar mi respuesta.

Jesucristo, ¿estás ahí?

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Hola mis bellezas, espero que se encuentren muy bien física y emocionalmente. Me reconforta saber que me tendrán paciencia con las actualizaciones, gracias por su preciosa humanidad💕 ¿Qué les pareció el capítulo de hoy? La guerra silenciosa entre Jamie y Alex me pone los pelos de punta, ¿quién creen que ganará? ¿Que le responderá nuestra querida mentirosa a nuestro galán divino?

Espero que les haya gustado, les quiero un montón

Dulce Mentirosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora