Capítulo #29 (maratón 1/2)

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Mis ojos no ven la luz ni el final del túnel.

Alex se acerca a mí con el vaso de agua y me mira hasta que no dejo una sola gota. Entonces el hombre con aspecto cansado de acerca a nosotros. Mi ahora novio, se interpone en su camino en un acto de protección.

― ¿Me permites? Necesito hablar con mi hija.
―Usted no es el padre de Verónica―respondió Alex entre dientes.
―No, no soy su padre. Soy su papá o como ella prefiere llamarme, soy su maldito donante de esperma.
― ¡Maldita sea!―brinco de la encimera, tambaleando sobre mis pies― ¿Qué diablos haces aquí?

Alex me mira con un enorme signo de interrogación en su frente.

―Es tu cumpleaños, merezco felicitar a mi niña―pongo mi mano en su pecho cuando se acerca demasiado.
―Y eso no tiene nada que ver con la fortuna que acabo de heredar, ¿verdad?

Un gesto de sorpresa aparece en su rostro, pero lo conozco tan bien que sé, es fingido. Luego una sonrisa cínica sustituye la expresión anterior.

―Después de todo, saliste de mis bolas. Compartimos ADN, Angelita.
― ¡Cállate! ―golpeo su pecho con el puño cerrado ― ¿Por qué mi padre te dejó quedarte?
―Porque yo soy tu papá y debes compartir tu fortuna conmigo.
―No seas imbécil, Drew. Tú dejaste de ser mi papá en el momento que me regalaste a cambio de saldar tu deuda.
―Detalles…―se encoje de hombros.
―Y una mierda. No puedes hacer nada porque soy mayor de edad y yo decido quedarme con mi padre legal y no con mi maldito donante de esperma.

―Diosa… cálmate por favor―Alex coloca sus manos en mis tensos hombros.
― ¿Diosa? Qué bonito mote, muy apropiado. Hasta combina con tu nombre.
―Cállate Drew―lo miro con ojos amenazadores.
―Así que él no sabe tu nombre―chasquea la lengua―mal, muy mal. Sobre todo después que vi como se metían la lengua hasta la campanilla.

Sin siquiera pensarlo, asesto un puño en su nariz que lo hace doblarse. Entonces aprovecho y con el codo golpeo su cabeza, lo que termina por derribarlo. Me siento encima de él, cojo su cabeza y la reboto incontables veces contra el suelo, hasta que unos enormes brazos me separan de él.

― ¡Baste Verónica!
― ¿Verónica?―dice Drew con una sonrisa ensangrentada, aún moribundo en el piso― ¿Así es como se supone que te llaman ahora?
― ¡Morgan! ―grito― ¡Ven aquí en este instante!

La puerta de la cocina se abre de golpe, revelando a un cansado Morgan en su posición defensiva, apuntando con el arma al hombre en el suelo y colocándose en frente de mí.

― ¿Está bien señorita?
―Saca a este malnacido de mi edificio y asegúrate que no vuelva. O lo haré yo―ordeno, con voz amenazante.
―Sí, señorita.

Guarda el arma, ayuda a levantar a Drew y lo lleva fuera del edificio. Estoy segura que lo llevará a algún lugar en su auto, no sin antes dejarlo herido. Más de lo que yo lo hice.

―Alex, realmente lamento que tuvieras que ver eso…

Mientras intento disculparme, siento que todo me da vueltas y de repente, negro.

Un extraño ruido me hace abrir los ojos. Todo está oscuro, estoy en una cama solo en ropa interior.

Luego siento una pesada mano en mi cintura seguido de un fuerte ronquido y me sobresalto de tal manera que me caigo de la cama.

― ¡Joder! ―escucho la voz ―Diosa, ¿estás bien?

Pronto está a mi lado ayudándome a ponerme en pie.

―Sí, sí. Bien. Joder, qué dolor de cabeza.

Me siento en la cama y presiono mis sienes. Consciente de mi grado de desnudez, tiro de la manta y me enrollo en ella.

Dulce Mentirosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora