XXIV: La carta y el favor.

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Esa noche el cuerpo de Stiles fue expiado con besos dulces y bañado con lágrimas amargas. Su alma fue cercenada, escindido, y dolió sin sangrar.

No era una historia de amor digna de ser contada, era sucia y dolorosa. Lo de ellos era peligroso, los hacía vulnerables y débiles.

Quizás no era amor, quizás Derek tenía razón y solo era un síntoma de la irrevocable demencia en la que ambos habían caído.

Una enfermedad, una leucemia de sentimientos demasiado propagada para poder ser detenida. De ser así, no habría enfermedad más dulce en el universo, ni muerte más esperada.

Stiles recordó, un paseo tenue por su memoria, cada momento vivido con Derek. Lo bueno y lo malo, las lágrimas derramadas y cada muro derrumbado. Las peleas, las risas, las palabras hirientes y los arrullos. El placer que encontraban en el cuerpo del otro, los besos que se demandaban mutuamente; había tanto.

Sus primeros meses en North Collan, como Derek intentaba apartarlo de él, como Stiles se negaba a ser apartado. Como se dejaba herir por su dueño y le exigía al mismo que lamiera sus heridas, sanándolo hasta que aprendiera a tocarlo sin lastimar.

Los ojos de Stiles pesaban, más sus parpados se negaban a caer. Ambos recostados de costado sobre la dura superficie llamada cama, mirándose sin tener nada más que decir puesto que habían vertido toda emoción en el otro cuando hicieron el amor, cuando encontraron la libertad una vez más.

Con ojos hinchados y brillantes, producto de las lágrimas derramadas. Cuerpos desnudos y el sudor de ambos mezclados en un suave aroma, uno que Derek sentía en su paladar; había besado y degustado cada recoveco del cuerpo de Stiles.

La poca luz le impedía a Stiles vislumbrar algo más que la silueta de Derek, pero no necesitaba más. Había memorizado cada aspecto de su dueño, cada imperfección, cada cicatriz.

Deslizó una mano vacilante hasta la quijada de Derek y arrastró sus dedos por toda la perfecta extensión de esta.

-Amor- suspiró Derek sobre los labios de Stiles. Ronco y lento, con su voz gastada.

-¿Hm?.

-Amor.. mierda, quiero decirte así cada día.

-Lo harás...- Contestó en un arrullo suave.

Stiles sabía que Derek estaba sonriendo. Eso dolía.

-Mi amor... mi amor. E-eres mi amor, solo mío. Aquí estamos y... tú eres eso, eres mi amor. Nadie más lo fue, nadie más lo será, corderito. Solo tú.

-¿Me dirás que me amas?.

-¿Necesitas que te lo diga?.

-No.

-¿De verdad?.

-Sé que lo haces. Sé que me amas.

-Le dije a Theo lo que siento por ti. Él dice que es amor, yo digo que es algo distinto...- Derek dejó un beso en los labios de Stiles, estaban afiebrados. Seguramente rojos por las mordidas y lamidas. -Que no puede ser amor, que tú me amas, eso, lo que tu sientes es hermoso. Es como, es así, limpio. Es brillante.. como tú.

-Derek, ¿Por qué piensas que solo hay una manera de amar?

-¿Qué? No lo sé. No... No tengo idea, corderito. Antes de ti, ni siquiera podía imaginarme
pronunciando esa palabra. Solo te tengo a ti de ejemplo.

Y Stiles jamás podría encontrar a otro ser humano más hermoso que Derek.

Tan roto y hermoso, tan ingenuo y cruel. Su dueño era una antítesis en su existencia, Stiles amaba eso. Él amaba todo.

Prisionero (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora