V: El estimulo y la respuesta

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Es una teoría bien fundamentada y argumentada que el ser humano es un animal de costumbre. Que si se le expone a ciertos estímulos durante un período prolongado de tiempo, adquirirá respuestas condicionadas. Stiles Stilinski era un ejemplo de ello. Su estimulo era Derek y su respuesta condicionada; Bueno, eso se vería más adelante.

Ese día cumplían dos meses en North Collan y ya se había adaptado a su estadía no tan
temporal en la cárcel. Sus días transcurrían en un antagonismo de sosiego y adrenalina; por una parte se centraba en su trabajo como ayudante en la unidad médica y por otro lado, en su dueño.

Derek, su desequilibrado e insensato dueño.
Stiles ya había perdido la cuenta de las veces que estuvieron a punto de follar, pero siempre era él quien se acobardaba y por alguna razón, que científicamente no tenía explicación, Hale se detenía. El ojiverde gruñía, pateaba cosas y maldecía, quebraba unos cuantos huesos debido a la frustración y amenazaba a Stiles con ofrecerlo a cada recluso de North Collan para que lo violaran; pero eso no ocurría.

Dios, no. El médico incluso podía apostar que Derek había impuesto alguna clase de barrera invisible a su alrededor y es que absolutamente nadie, además de su grupo de amistades, se acercaba a él. Hasta su amigo el toro mutante le quitó los ojos de encima después de cabrear a Derek y que este le fracturara todos los dedos de ambas manos, le botara unos cuantos dientes y amenazara con castrarlo; Se lo merecía, había intentado acorralar a Stiles en el patio.

Jackson era quien más disfrutaba de la situación, incluso se pavoneaba como una loca histérica diciendo que él y Stiles eran como las cortesanas de la realeza, protegidas por la corte imperial. ¿Demente? Sí, Stiles ya se había resignado a eso.

Por su parte, él intentaba mantener un perfil bajo, no incitar problemas y mantenerse al margen de situaciones que podrían cabrear a su dueño; el problema era que Derek se cabreaba por todo.Y por alguna razón los problemas perseguían a Stiles.

Como la vez que aceptó una cajetilla de cigarrillos de un convicto al que curó en la unidad médica. Sí, Stiles en ese entonces no sabía la cantidad de problemas que podría traerle algo tan simple como aceptar un regalo. Y ese era el problema, que en North Collan nadie regalaba nada. Por lo que los rumores esparcidos distaban bastante de la verdad y a los oídos de Derek llegó algo bastante distinto; algo que Stiles jamás sería capaz de hacer, prostituirse.

Y aún cuando su dueño supo la verdad, en castigo, lo echó de su celda esa noche. Stiles tuvo que esconderse de los gendarmes, quienes lo molerían a golpes si lo pillaban fuera, en los baños viejos, unas instalaciones putrefactas que ya nadie usaba y que lo dejaron con un dolor de estómago por una semana. Sí, ese día comprendió que su labor como médico debía limitarse a sus escuetas horas en la unidad médica.

O la vez en que Stiles le reprochó a Hale por Francesco y su dueño se llevó al puto a la celda de ambos, donde se lo folló toda la noche en la cama de Stiles. El médico se negó tres días completos a dirigirle la palabra al emperador y terminó con un labio roto cuando Derek lo abofeteó, luego de que el ojimiel se negara a corresponderle un beso.

Así mismo, ocurrieron más situaciones que colocaron a Hale como una bestia y que fustigaron a Stilinski. Pero, maldita fuera la debilidad del médico, siempre terminaba perdonando, mentalmente, a su siniestro dueño. Y es que Derek seguía haciendo cosas que le impedían a Stiles odiarlo del todo.
Como cuando mandó a cambiar el colchón de la cama de este y le consiguió un juego de sábanas nuevas limpias y suavecitas. Stiles podría jurar que fue su manera de remendar lo que ocurrió con Francesco. ¿Qué no era mucho? ¡Vamos! Era un colchón nuevo, sabanas nuevas.

Incluso Jackson había gritado cuando Stiles le contó. Es decir, un colchón real, uno en el cual Stiles había encontrado su pasatiempo favorito. Acurrucarse y fingir dormir mientras Derek peleaba con el saco de boxeo.
O cuando Stilinski se resfrió y Derek lo cuidó durante tres días con la excusa de que no quería salir de la celda, por lo que se quedó ahí. Haciéndole compañía y asegurándose de que el desventurado corderito tomara sus medicamentos y comiera como correspondía. Incluso consiguió un hervidor de agua eléctrico para hacerle sus tazas de té herbales; según Whittmore, fue una petición que le hizo a su mecenas y eso era decir mucho. Derek odiaba pedirle cosas a su mecenas.

Prisionero (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora