XVII: El primer amor

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Stiles se encontraba apoyado en el marco de la ventana de la unidad médica. Con un cigarrillo entre sus dedos y una expresión de cansancio que seguramente tenía algo que ver con los muchos miserables heridos que había atendido ese día.

El personal de turno le había pedido que se quedara a cargo por algunos minutos mientras iban por algo de comer y café.
Stiles no pudo reusarse cuando le prometieron una taza de aquel brebaje marrón amargo.

Vio hacía abajo, a los guardias de la prisión que parecían personas pequeñas. Cargando los cadáveres de los caídos entre las paredes de North Collan. Aquella deprimente escena hizo que se le dificultara pasar el aire por su garganta.

Recordaba su plática con José, el novio de Liam. Como de su propia boca salió la horrible veracidad de que North Collan solo era una de las tantas prisiones abandonadas y sin Ley aparente. Quienes tenían suerte podían pedir su traslado a aquellos reformatorios donde el cumplimiento del orden era indispensable; sin embargo pocos lo hacían. Acostumbrados al salvajismo y a la ley del más fuerte, no eran muchos quienes estaban dispuestos a cambiar de ambiente.

Stiles se hubiera burlado en su rostro de no haber sido porque él mismo formaba parte de esos que no estaban dispuestos a dejar North Collan por otro recinto, sin importar cuan bueno fuese.

-¿Cansado, vago inútil?-. Giró su rostro y vio a Derek y Norman.

Le dio una calada a su cigarrillo y lo apagó contra el suelo ya que de normas sanitarias no había muchos protocolos vigentes..

-¿Qué pasó? Tuvimos unos diez heridos de gravedad. Tuve que lidiar con toda tu porquería, Derek.

Con sus brazos cruzados y el viento acariciándole la nuca, se quedó en su lugar. No estaba de buen humor, sabía que Derek algo había tenido que ver y no le gustaba.

-Traficantes y sus peleas de territorio. Sabes que no los soporto- Stiles llevó sus ojos al techo y suspiró. -Además, no entiendo tu maldito problema. No es tu obligación estar aquí.

-Soy médico- Intentó justificarse.

Aquella era un tema sensible para Hale. Oh su egoísta, muy egoísta dueño. Nunca iba a comprender la vocación de Stiles ni como ejercer esa labor era lo único que mantenía de su vida fuera de prisión. Su cable a tierra.

-Y una mierda. Estás aquí porque quieres, así que no vengas con tus quejas de nena maricona.

-Ya está. No pienso seguir escuchándote lanzar tanta basura. Cuando dejes de ser un gilipollas, búscame- Stiles intentó pasar por el lado de Derek, sin embargo Norman se colocó delante de él. Con una expresión firme y seca que lo hizo sentir pequeño. -Derek.

-No he dicho que puedes irte.

-¿Y para que quieres que me quede? ¿Para seguir insultando mi trabajo?- El ojiverde tensó su postura estoica y erguida. Tomó a Stiles con aquella fiereza que lo caracterizaba y le alzó el mentón con su mano. -Suéltame, Derek.

Los esmeralda se enfrentaban con los miel en una batalla de amantes que ambos habían
aprendido a lidiar. El agarre de Derek era castigado y tosco, con sus dedos enterrándose en la frágil contextura de Stiles.

-¿Me estás dando una orden, bastardo altanero?.

-No. Pero me estás lastimando.. Y duele- Stiles supo que la situación iba por mal camino cuando Derek lo soltó, ladeando aquella sonrisa que precedía al caos. -Der-Derek, yo..-

-Norman- Lo interrumpió. -Necesito que hagas algo por mí. Al parecer, mi corderito está molesto porque llené su santuario con sucias ratas.

-Derek...-

Prisionero (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora