I: El pirata y el tesoro

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-Stiles Stilinski, esta corte lo encuentra culpable de la muerte del menor Jasón Moore y lo sentencia a cinco años de prisión en la penitenciaria North Collan-.

El martillazo del juez hizo un eco sordo en su cabeza y una silenciosa lágrima descendió de sus orbes, rojas e hinchadas.

-Lo siento. -Susurró su mejor amigo y abogado, Isaac Lahey, mientras lo abrazaba, aguantando las lágrimas.-Hice todo lo que pude-

Stiles veía a su alrededor, sintiéndose ajeno a esa caliginosa situación. El llanto de su padre y amigos, la sonrisa cruel de quienes lo inculparon, los murmullos de los presentes. Se sentía deleznable, como si en cualquier momento su piel fuese a agrietarse, transformándose en tierra seca que caería a pedazos hasta no dejar más que un rastro de polvo.

Miró de reojo a su antiguo novio, al culpable de que estuviese ahí. Siendo sepultado en vida por un crimen que no cometió. Todo por un nimio error, una infidelidad que desembocó en una amenaza sobre hundirlo; que arrogante fue al pensar que solo eran palabras fatuas.
Aún recordaba cómo se había mofado de su exnovio cuando este le dijo que lo aplastaría, que lo destrozaría. A sus ojos, Scott solamente estaba despotricando debido a la ira; patético. Poco le importó que el padre de este fuera el director del hospital donde trabajaba. Y es que jamás pensó que ese hombre, serio y razonable, se dejaría llevar por las malsanas palabras de su hijo,
incriminando a Stiles sobre la muerte de uno de sus pacientes.

Sí. Stiles había pecado de soberbio e ingenuo. Acostumbrado a una vida donde todos a su
alrededor celebraban cada cosa que hacía o decía. Destacado en su trabajo como pediatra, de facciones sensuales y hermosas; con una labia digna de envidia y anhelo.
Pensó que su aventura de unas cuantas noches con el lindo enfermero de la planta de cirugía no tendría importancia y cuando Scott su novio de un año, lo descubrió, con el chico montándolo como un profesional, imaginó que simplemente significaría el término de su relación sentimental. Nada que realmente le importase. Ahora vivía en carne el alcance de su error.

-Stiles, haremos todo lo posible para sacarte cuanto antes.- Isaac lo apretó en un abrazo, no queriéndolo dejar ir. -Esto es una maldita injusticia. Buscaré una solución, te lo prometo.

-Isaac -Musitó con la voz quebrada. Sus ojos fijos en su pobre y agotado padre.- Necesito pedirte un favor.

-Lo que sea. Pídeme lo que sea

-No quiero que Noah vaya a verme a prisión. No lo soportaría

¿Cómo permitir que su padre sufriera yendo a verlo a prisión? No podía ser tan egoísta.
Isaac retuvo las lágrimas y asintió con un movimiento de cabeza.

-De acuerdo.

-Bien. Gracias.

Dos guardias se colocaron tras Stiles y Isaac, al notar la presencia de los hombres, rompió su abrazo. No dejaban de mirarse y Stiles limpió con sus dedos pulgares las mejillas húmedas de su mejor amigo; era como su hermano.

-Stiles Stilinski, debe acompañarnos.

-Debo irme.

Un tirón de la comisura de sus labios fue lo mayor que logró esbozar en similitud a una sonrisa alentadora.

-Iré a verte. Sé fuerte.

-Lo sé. Cuídate y cuida a mi papá, por favor.

Contó los pasos que retrocedió, fueron tres.
Miró a su padre por última vez y cuando el se levantó, apretando su húmedo pañuelo debido a las lágrimas, Stiles le indicó con un movimiento de cabeza que no se acercara. Se dijeron todo con los ojos. El era la persona más importante en su vida y quien más sufriría por lo que a él iba a ocurrirle, lo sabía.

Prisionero (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora