Perdido

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Era un día de esos en los que no encuentras el sentido a nada y todo te parece inútil, incluso tú mismo. 

Un día en el cual despiertas con desconcierto sin poder dar respuestas a las preguntas que golpean en tu cabeza sin piedad.

Ese día en donde no sabes quién eres, quién quieres ser, qué buscas y cuál es la verdadera razón por la cual aún sigues de pie en ese mundo que en ese momento se siente tan temeroso frente a nosotros.

Era uno de esos días en donde los pensamientos negativos se acumulaban en una gran magnitud para derribar cualquier pequeño sentimiento optimista que había en nosotros.

Ese día, TaeHyung se sentía la persona más inútil e insignificante que alguna vez hubiese existido. 

Se había despertado hace apenas unos minutos y ya sus ojos se habían llenado de lagrimas, dando en un primer aviso de que ese día no sería el mejor.

Se preparó con pocas ganas para poder verse al menos presentable antes de bajar y encontrarse con su madre. La misma al verlo con un expresión totalmente nueva y preocupante se acercó alertante.

--¿Estas bien?-- tocó su rostro en busca de algún síntoma de posible enfermedad, sin embargo no encontró nada allí--. ¿No tuviste una buena noche?--volvió a preguntar sin dejar de mirar al menor con una expresión intranquila.

--Estoy bien-- tomó con suavidad las manos de su madre y las acarició con parsimonia--.Solo duele un poco aquí-- con uno de sus dedos indicó penosamente el lado derecho de su pecho--, pero pasará. Tal vez sea por lo que cene anoche.

La mayor tomó distancia de su hijo, para posteriormente mirarlo desde los pies hasta la cabeza cual escáner corporal que utilizan en los aeropuertos. Suspiró angustiada cuando no pudo dar con algo que la pudiese ayudar a entender un poco más a su hijo.

--¿Estas enamorado?--preguntó de repente, pudiendo notar los ojos sobresaltados de su hijo por su pregunta.

--¿Qué te llevó a preguntar tal cosa?-- respondió con otro pregunta, con la intención de tener más tiempo para procesar la pregunta anterior.

La mujer camino hasta la cocina, volviendo de allí unos pocos segundos después con su bolso colgando en su brazo.--Bien-- respondió. 

--¿Bien?-- preguntó ahora más confundido el menor. Miró a su madre con desconcierto cuando esta se dirigió hasta la mesita cerca de la puerta en busca de sus llaves.

--Me contarás en el auto-- afirmó la mujer. Abrió la puerta e indicó con una seña a su hijo que se dirigiera al auto.

--Me duele el pecho-- avisó nuevamente el rubio--.Ojala sea un infarto en vez de un enamoramiento.

--¡TaeHyung!--reprochó la mujer. Sin embargo, el nombrado se limitó a encogerse de hombros antes de marcharse de la sala para dirigirse hasta el auto.  

El camino hasta la universidad, ese día le había parecido demasiado corto. Realmente, había sido corto, ni siquiera pudo respirar el aire fresco que ingresaba por la ventanilla del auto porque su madre no le permitió abrirla para evitar un futuro resfriado.

Por eso ahora, luego de haber sido dejado frente a su universidad, se dirigía a cualquier lugar donde no abundarán personas, no se escuchará ningún sonido irritante y que se encontrará fuera de ese lugar que sentía que cada día lo exprimía más.

Tan desconfiado en sí mismo, camino por las calles para llegar a ese lugar. Él sabía de su existencia, pero jamás tuvo la oportunidad de visitarlo.

Con sus ojos brillosos por lo grande y reconfortante que se veía aquel puente hecho de tablones que se veían desgastados y tal vez siendo eso lo que más le llenaba el alma, de alguna forma podía verse en las mismas condiciones que ese puente.

Se acercó a pasos lentos, sin despegar en ningún momento sus ojos de aquella baranda que a la vista aparentaba ser segura sin embargo siendo cuando al fin pudo acercarse a tocarla, sintió que su vida podía ser arrebatada ante cualquier pequeño descuido de su parte.

La baranda que a la lejanía se veía segura, fuerte, confiable, terminó siendo todo lo contrarió a lo que uno podía ver. Su madera ya gastada, parecía poder quebrarse con cualquier golpe sorpresivo, la confianza y seguridad que en algún momento había brindado la misma, ahora no quedaba ni rastro de ello, siendo solo una baranda deteriorada por los años y circunstancias pasadas.

 Inhaló con fuerza, en busca del aire que no sabía estaba conteniendo. Tan temeroso a lo que podría ocurrirle al estar arriba de ese puente, pero a la vez sintiéndose miserable por no tener ningún pensamiento que le gritará que saliera de ahí. 

Su respiración se aceleró cuando se dio cuenta que no entendía. No entendía qué quería, qué buscaba, qué necesitaba, qué le apasionaba, qué era aquello que realmente le haría feliz.

Miró hacia el cielo en busca de una respuesta, su respiración calmándose un poco más cada que veía una nube pasar por sobre él. Entonces, se dio cuenta.

Tomando aire hasta llenar su pulmones con ese aire fresco que le brindaba ese día tan brillante, se bajó del puente y seguidamente se sentó en una banca que se encontraba a pocos metros del mismo.

Observó el puente con algo de pena. Pues, el mismo, se veía tan ajeno a todo aquello que tenía a su alrededor. Los arboles se encontraban floreciendo y las flores ya mostrando sus bellos pétalos coloridos a un lado de ese puente que ahora ya no se veía tan fuera de lugar como lo había creído en un principio.

Sonrió, perdido en sus pensamientos. Ese día lo pudo comprender. Los pensamientos negativos que se van formando en nuestra mente afecta en un instante nuestro forma de ver el mundo, de vernos a nosotros mismos. Nubla nuestro juicio a tal punto que tememos por esos cinco minutos de locura que nos sostiene por los brazos y piernas, sin poder liberarnos de nosotros mismos.

Ese día lo entendió, tal cual nosotros somos aquella persona que nos conoce completamente; podemos levantarnos el animo sin mucho trabajo como también podemos ser la misma persona que nos destruye en mente y corazón sin compasión en menos de un minuto.

Entonces, ¿Qué podemos esperar de los otros, si ni siquiera podemos estar seguros con nuestra propia persona?. 

Se levantó de la banca y volvió por el mismo camino en que había llegado hasta allí, permitiéndose perdonarse por haber subestimado y criticado tan duramente aquel día y asegurando que buscaría que ese día no sea un horrendo, sino todo lo contrario. Después de todo, sabía como lograr aquello.

¡Hola!, dije que volvería para el cumpleaños de SeokJin :c. Aquí aún es, aunque estoy a una hora de terminar el día xd.

Espero se encuentren bien y perdonen la tardanza.

P/d: ¿Les interesa un nuevo fics 100% comedia y 100% TaeKook?. ¡Díganmelo en los comentarios!

Gracias por leer :3
Nos leemos pronto ^^
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¡Ya deja de sonreír! KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora