Cuando suena la alarma del móvil, que puse a las siete, tengo la boca pastosa.
El sueño que he tenido ha sido la bomba. Madrecita, qué bien lo he pasado con el vaquero. Pero, de pronto, el sueño se convierte en realidad tan pronto como veo una mano apoyada en mi cintura y comprendo que es la de Sasuke al ver su anillo de plata.
Sin moverme, parpadeo. Ostras..., ostras..., ostras...
De repente, me doy cuenta de que no escucho el viento, de que el silencio no me habla y de que mi corazón me dice que soy lo más tonto que ha parido el ser humano.
Permanezco inmóvil durante una hora. Casi no respiro, mientras las tórridas imágenes de lo ocurrido rondan por mi cabeza y yo no sé si reír o llorar.
El sexo con Sasuke es increíble.
A las ocho, necesito levantarme.
Necesito aclararme las ideas antes de que comience a hacerme un lío.
Con cuidado, levanto su mano. No se mueve, yo repto como una serpiente para salir de la cama y, cuando lo consigo y lo miro, veo que está dormido boca abajo, nuestra ropa está tirada por toda la habitación e, inevitablemente, me fijo en su trasero.
¡Madredelamorhermosoydetodoslosamoresdelmundomundial, qué trasero tiene!
Me apresuro a coger mi móvil y mi camiseta, que está en el suelo, y corro al baño. Cuando entro, cierro la puerta y respiro mientras me miro al espejo y murmuro:
—No fui yo. Esta vez no fui yo.
Como puedo, me siento en el inodoro para pensar. Sin duda, cuando Sasuke se despierte va a tener la misma sensación que yo.
¡La hemos cagado!
Me toco el pelo. Pienso cómo actuar cuando él se despierte y decido llamar a Ino. Miro el reloj: son las ocho y veinte. A esa hora, en Puerto Rico está levantada, ¡seguro! Abro el grifo para que, si Sasuke se despierta, crea que estoy duchándome.
Tras dos timbrazos, como imaginaba, oigo la voz de mi amiga, que dice:
—Hola, cariño, ¡buenos días! Qué alegría recibir tu llamada.
Sin levantar la voz, respondo:
—Ay, madre..., lo que tengo que contarte...
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Qué ocurre?
Sonrío, no puedo remediarlo, y digo:
—¡Viva Wyoming!
—¿Wyoming? ¿Quién es de Wyoming? —pregunta Ino.
Tras levantarme, me miro al espejo y respondo mientras me doy cuenta de mi gran cagada:
—Sasuke, y estoy en Las Vegas con él.
—¿Quéeeeeeeeeeeeee? —oigo que grita ella.
Rápidamente oigo la voz de Temari y de Hinata. Pero ¿qué hacen ellas despiertas también? Y entonces me percato de que Ino ha contestado a mi llamada con el manos libres puesto.
¡Mierda!
—Pero, cuquita..., ¿qué estás diciendo? —dice Temari.
—Que ha hecho una Sakura. Eso es lo que dice —afirma Ino.
—Pero si Sasuke no repite — señala Hinata, que lo conoce muy bien—. Ay, Dios, menuda borrachera debéis de haber pillado los dos. ¡Ya puedes contar qué ha pasado! Dios mío, ¿no os habréis casado?...
Resoplo. ¿Borrachera? ¿Boda? Y rápidamente siseo:
—Mira, reina, ni borrachos, ni casados, ¡que lo sepas!
Las oigo cuchichear. Las tres hablan a la vez cuando de pronto oigo a Ino decir:
—Lo siento..., lo siento..., no pensé que fueras a contar algo así y he conectado el manos libres.
Al otro lado del teléfono, mis amigas no paran de cotorrear. Como siempre nos sucede cuando hablamos de sexo, nos revolucionamos, y esta vez no va a ser menos. Las escucho durante varios minutos, pero cuando ya no puedo más, siseo:
—¿Queréis hacer el favor de cerrar vuestros piquitos de oro y escucharme a mí, que para eso he llamado?
Las tres se callan de golpe y Temari dice:
—Ay, Sakuracita, no te pongas así, porque...
—Vamos a ver, Sakura —la corta Ino—. ¿Me puedes decir qué haces con Sasuke en Las Vegas?
Ahora no se oye ni el caminar de un grillo y, sincerándome totalmente, respondo:
—Yo qué sé. Me propuso que lo acompañara a la boda de su hermano en el rancho de su familia en Hudson...
—¡¿Qué?! —oigo que gritan las tres.
—Decidimos hacer noche aquí y, bueno, una cosa llevó a la otra y, cuando apareció ante mi puerta y me dijo «No sé qué hago aquí, pero no quiero marcharme», mi parte Lobacienta se apoderó de mí y no pude resistirme. Ya sabes, Ino, que es mi debilidad y...
—¿Cómo que es tu debilidad? — pregunta Hinata—. ¡¿Se puede saber por qué eso no lo sabía yo y Ino sí, so tonta?!
—Ay, cuqui..., cuqui. El secretazo que tenías guardado. Verás cuando se entere Azumi.
Resoplo. Siento que tengo que dar muchas explicaciones.
—Chicas... —añado a continuación —, sólo os diré que Sasuke siempre me ha atraído, pero nunca pensé que la noche que tuvimos hace años pudiera repetirse. Sin embargo, ¡se ha repetido!
Y ha sido todavía mejor de lo que recordaba. Y ahora estoy totalmente confundida y no sé qué hacer, pero lo que sí sé es que, cuando se despierte, él...
—Sakura —me corta Ino—. Antes de nada, tranquilízate. Y ahora busquemos opciones. Plan A...
—Ya está doña planecitos —oigo decir a Hinata, e inconscientemente me río.
—Como decía —insiste Ino—, plan A: cuando se despierte, le dices que te atrae desde hace tiempo. Plan B: cuando se despierte, te comportas como haga él, y plan C: sales del hotel a toda leche, te coges un avión y te vienes a Puerto Rico.
—Cuqui, ¡el plan A descártalo! — señala Temari—. Conozco poco a Sasuke, pero no sé por qué me da que es un ligón como lo era mi bichito y se va a asustar.
Asiento. Tiene razón. Ni loca le digo que me gusta.
—Si yo fuera tú, me decantaría por el plan B. Creo que es el más sensato — afirma Hinata—. ¿No te parece?
Pienso acerca de lo que mis amigas me dicen y me doy cuenta de que el plan B es el mejor, aunque estoy tan acojonada que me dan ganas de decidirme por el C.
Durante varios minutos hablo con ellas. Me desahogo y, cuando ya no puedo más, digo:
—Vale, decidido: plan B. Estoy convencida de que, cuando se despierte y vea con quién ha pasado la noche, se le va a venir el mundo encima y voy a tener que tranquilizarlo.
—Mujer..., no seas tan negativa — protesta Ino—. Quizá esté feliz por lo sucedido entre vosotros.
Resoplo: ¡si eso ocurre, me rapo la cabeza al cero!
Me encantaría que sintiera las maripositas que yo siento cuando lo miro pero, por lo poco que lo conozco, intuyo que él no permite que las maripositas entren en su estómago y, cuando sea consciente de lo que ha hecho, no estará muy contento.
De pronto oigo un ruido proveniente de la habitación y me apresuro a decir:
—Os dejo, creo que se ha despertado.
—Llama y tennos al día —contesta Ino.
Sin más, cuelgo el teléfono.
Rápidamente, cierro el grifo de la ducha, cojo mi cepillo de dientes y me los lavo y, antes de que acabe de hacerlo, mi móvil suena y leo un mensaje que dice:
So perra..., qué calladito te lo tenías. Ya hablaremos, y cómetelo enterito.
Sonrío. Es Azumi, desde París.
¡Qué rápido corren las noticias!
Cuando me recompongo, vuelvo a oír otro ruido en la habitación. Y, de pronto, me muero de la vergüenza por tener que salir del baño.
Pero, vamos a ver, ¿cómo puede ser que me dé vergüenza eso cuando, horas antes, no me daban vergüenza otras cosas?
Finalmente tomo aire, agarro el pomo de la puerta y la abro. A escasos metros de mí, Sasuke está sentado en la cama con el pelo alborotado, poniéndose los calzoncillos.
—Pelirosa, tenemos que hablar — dice mirándome muy serio.
Vale. Ya no me llama mi niña.
Su despertar es como imaginaba.
Con tranquilidad, voy hasta él, me subo a la cama, me dejo caer sobre ella sin delicadeza y comienzo a hacerme una trencita en el pelo, al tiempo que digo, mirándolo con aparente indiferencia:
—Dime, vaquero.
Su gesto incómodo habla por sí solo.
—Estoy tan confundido que no sé ni qué decir —contesta.
Sonrío. Noto que eso lo descuadra y, sacando la actriz que llevo en mi interior, cuchicheo como si el asunto me importara tres pepinos:
—Tranquilo. Hemos cruzado la línea. Pero, ¿sabes?, ha ocurrido y ya no podemos hacer nada salvo comportarnos como adultos, pensar que únicamente ha sido una buena noche de sexo y remuás y nada más. —Sasuke parpadea, y yo, como una cotorra, prosigo hablando mientras me trenzo el pelo—: Bueno, y, una vez aclarado el tema, quiero que sepas que sigo queriendo ser tu amiga y, si a ti te sucede igual, lo mejor será que nos vistamos, salgamos de este hotel, cojamos el coche para ir a Hudson y nos olvidemos de lo ocurrido.
Su gesto es de absoluta incredulidad.
—¿Lo dices en serio?
No. La verdad es que no. Lo digo para protegerme a mí misma. Pero, sin dejar de sonreír, pongo los ojos en blanco y replico:
—Ay, madre, ¡pues claro que lo digo en serio! Anda..., anda..., cambia esa cara de circunstancias, que vivimos en el siglo XXI y no voy a obligarte a que te cases conmigo.
Sasuke asiente. Se levanta y recoge su camisa blanca.
—Venga, vayamos a Hudson, que quiero conocer a esos rudos y rubios vaqueros —añado.
Por fin, sonríe. Coge la tarjeta de su habitación, que está sobre la mesilla, y se encamina hacia la puerta.
—Te espero en recepción dentro de una hora —dice—. Llamaré a Hudson para que avisen al rancho de que llegaremos para cenar.
Asiento. Acto seguido, él sale de la habitación y, cuando cierra la puerta, me dejo caer sobre la cama. Con su aroma impregnando de nuevo todos mis sentidos, murmuro contra la almohada:
—Soy idiota, pero ¡viva Wyoming!
ESTÁS LEYENDO
Oye Pelirosa , que me ves?
FanfictionSakura, es una madre soltera que ama la vida, a su hija y a sus amigas, disfruta de la libertad del sexo... Pero que pasara cuando sasuke un sexy guardaespaldas vaquero? Llegue a revolver su mundo? La historia y los personajes no me pertenecen es un...