Lejos

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Adrián dejo a la Omega en cuanto regreso a su entrenamiento, su personalidad cambió mucho desde que Apolo lo dejó, era serio y frío, no se parecía nada al Adrián de buen corazón, dulce y alegre que era

Salin al notar el cambio trató de contactar con Apolo pero el menor cambio de número en cuanto pudo, Adrián se consumia en su ira, su madre estaba confundida con la actitud de su hijo, el nunca se comportó así, la Omega a la que le pagó por salir con él un día llegó llorando y muy espantada por que el Alfa la había corrido de la casa de entrenamiento y la persiguió en su forma animal por casi todo el camino.

–¡¿Que sucede contigo?! –grito su madre

–¡Todo lo bueno en mi vida lo aruinas!–grito el Alfa

–!¿Karla era una buena opción para ti!?–La mujer

–No me interesa–gruñó–ya la envié lejos y no me interesa saber nada de ella–dijo dejando a su madre con la palabra en la boca antes de salir da la casa y perderse en el bosque.

Adrián ya no era el Alfa bueno, cariñoso y alegre que todo mundo conocía, era más frío y violento, bien dicen los libros que cuando uno rompe el lazo que la diosa creo sus personalidades cambian, nunca regresan a ser los mismos...los que conocían al Omega esperavan que eso no pasara con el menor.

Apolo solo era más callado que entes y la luz de sus ojos se desvaneció, corto la comunicación con su hermano, los que eran antes un ser en dos cuerpos se convirtieron dos seres independientes y Dante era el que más sufría con ese cambio, 18 años sabíendo todo lo que su hermano hacía, como estaba y como se sentía, ahora no había nada de eso, todo era silencio y obscuridad.

Tara seguía insistiendo pero el Omega un día se desespero y explotó, no aguantaba a una Alfa tan insistente, le molesta el acoso que sufría, tanto fue su enojo que le pidió a su padre ser educado en casa, Deimos aceptó después del ataque contra Tara ya que ella salió demasiado herida, fue hospitalizada pero no hizieron nada en contra de Apolo porque fue ella quien lo provocó además era el hijo del Alfa pero sí fue corrido de la escuela y algunas panteras pedían que fuera enviado lejos por peligroso.

Dante suplico a su abuelo que lo dejara regresar a casa con su hermano pero el hombre no lo dejó, amaba a sus nietos pero sabía que esta vez lo mejor era dejar a Apolo solo un tiempo, romper un lazo que se formó y se fortaleció por años no es fácil, el dolor debe ser inmenso. Pará un Omega como su nieto.

Pasaron los meses, Apolo era educado en casa, Adrián se volvia cada día más violento, gruñia y atacaba a cuanta persona lo contradecía. Su padre y Abuelo estaban sorprendidos por el cambio, tenían que hacer algo ya, no podían dejar a semejante bestia al mando de su clan. El leopardo anciano (que no lo parecía) decidió ir a hablar con Deimos para encontrar una solución.

Es por eso que justo ahora el hombre se encontraba en la oficina de la pantera hablando sobre su hijo y nieto. Deimos estaba de acuerdo con que tenían que hacer algo pera repara el daño que ambos se hicieron. Apolo nesecita a Adrián y a Adrián nesecita de Apolo, son el uno para el otro, ellos deben de estar juntos como la Diosa lo escribió.

Apolo salía cada tarde con Mimir y Gus, al cine o a correr por el bosque, uno de esos días se encontraron con una fiesta y en esta Apolo conoció a Jano una pantera nebulosa, Alfa de 20 años, su gusto por los mayores era clara. Jano lo buscaba algunos días y salían o se quedaban en la casa, donde Alex y sus hermanitas se les unían en una tarde o noche de películas.

Deimos y el abuelo de Adrián salían de la oficina cuando Apolo pasó corriendo y Jano lo perseguía hasta el patio, ambos hombres los siguieron y vieron como ambos jóvenes jugaban, la pantera nebulosa abrazaba al Tigre menor besaba su cuello, la zona que el collar no cubría.

El hombre mayor se dio cuenta que para el Omega la separación no fue tan dura o eso creyó hasta que vio los ojos del menor, a pesar de estar feliz no brillaban como cuando vio al cachorro por primera vez eso le confirmo lo que venia a hacer, tenía que arreglar las cosas entre su nieto el cachorro

Por su lado Dante cada vez estaba más ansioso, no podía sentir a su hermano, lo tenía con los nervios de punta. Quería regresar con él y esa noche se escaparía, no le importaba correr toda la noche el llegaría a casa con su hermano.
Así fue como esa noche se escapó y comenzó a correr, correr como si su vida dependiera de ello y es que si lo hacía, su vida estaba demaciado lejos.

El final de la apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora