18. Vale la pena intentarlo

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Un naranja estaba sentado en el techo del edificio, pensando que hacer ese día, no es como que tuviera muchas opciones, era más bien que no sentía ganas de hacer nada de lo que podía hacer...Pobre Towntrap... A esa hora en realidad tendría que estar en uno de los laboratorios soportando las pruebas que le hacían casi diario, pero estaba tan cansado de todo que simplemente se escapó desde antes del amanecer al lugar dónde creyó no lo encontrarían tan pronto. 

Estaba harto. Demasiado harto. Sentía que realmente no estaba viviendo, sino que solo se movía de aquí para allá según querían los otros. Sobre todo su padre. Era él quien siempre decidía todo lo que hacía, su hora de despertar, de comer, que hacer en el poco tiempo libre que tuviese... Todo era obra de su padre.

Estaba tan perdido en sus pensamientos que parecía que nada lo sacaría de ahí, nada salvo un alboroto que escuchó en el patio trasero.  Se levantó, y aún desde la azotea se asomó a ver qué era lo que pasaba. Entonces vió a un joven moreno, con el cabello plateado y vestido de amarillo. Él sabía bien de quién se trataba, pues aún no olvidaba su encuentro con él hacía algún tiempo... Eak Morris, un jóven oro que había llegado a aquel lugar casi al mismo tiempo que Town.

Siempre había llamado la atención del jóven naranja, pues por algún motivo su modo de actuar se le hacía interesante.

Cómo ahora por ejemplo, que se encontraba en la sección arbolada del patio, a donde solo los miembros de brigada tenían acceso, pero bueno, Eak era uno de ellos, así que eso no era raro, no, lo raro era que estaba lanzando descargas eléctricas en todas direcciones.

Towntrap: ¿A caso estará entrenando? —se preguntó el muchacho— pero, está rodeado de árboles, si sigue así acabará soltando una descarga tan fuerte que incendiarse todo el bosque que rodea este lugar... ¿Lo tendrá bajo control? 

En seguida descartó la idea, pues vió claramente como Eak se tiraba al suelo temblando, como si tuviera miedo de algo... Lo más raro de todo era que tenía los ojos cerrados.

Town no dudó ni un momento, tenía que hacer algo, quizá algo malo le estaba ocurriendo al otro y él no podía solo quedarse mirando.

Saltó ágilmente desde el tejado al techo de un enorme camión de carga que estaba estacionado ahí cerca. Luego, saltó al suelo y corrió hacia la parte arbolada del patio lo más rápido que pudo. Al llegar contempló con sorpresa como el oro frente a él no dejaba de lanzar ataques eléctricos a todo lo que estaba a su alrededor, de vez en cuando cerraba los ojos con fuerza, y luego los abría otra vez y miraba a todos lados frenéticamente, sin dejar de electrocutar todo lo que tenía cerca. En ocasiones gritaba o murmuraba cosas que no parecían tener nada de sentido para quien lo escuchara.

Towntrap estaba asustado, apenas llevaba ahí tres minutos y ya había tenido que esquivar más de siete disparos de electricidad, la situación de verdad le era imposible de comprender, pero aún así hizo un esfuerzo por tranquilizarse y también tranquilizar al otro.

Towntrap: ¡Ey! ¡Eak! Por favor tranquilízate que vas a acabar asesinandonos a todos.

Por toda respuesta, el peliplateado le soltó un nuevo rayo de electricidad mientras decía cosas incomprensibles.

Towntrap: Basta de una vez Eak... Esto no es divertido —muy en el fondo sabía que sus intentos de hacerlo entrar en razón eran en vano, pero no quería recurrir a usar sus habilidades si no era realmente necesario. Un nuevo ataque del oro lo hizo comprender que esta vez tendría que valerse de ellas aunque no quisiera.

Sus ojos naranjas brillaron con intensidad, y con tan solo un ademán hizo que el otro se quedara paralizado. Sabía que eso tan solo funcionaría de manera temporal, así que sin siquiera titubear corrió hacia él a toda velocidad y lo sujetó por la mejillas juntando su frente con la suya. 

MENTES PODEROSAS (FNAFHS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora